ÓRDAGO N º 6: MAYO DE 2001
Puntuales a la cita anual con los lectores de la revista, salíamos a la calles en el mes de María del 2001. Año crucial, pues la dirección tenía -antes que editar el número- solventar una controversia surgida anteriormente. Dicha polémica se originó tras la publicación en un página de Internet municipal de una dura crítica a la línea editorial de nuestra revista. Las calumnias, provenientes de un personaje de extrema izquierda anticlerical, funcionario del Ayuntamiento de la localidad, tenían la zafiedad de haberse realizado con dinero público, y sin previa provocación por parte de ningún articulista de nuestra revista. Tampoco la dirección había tenido ningún conocimiento de esos hechos hasta que por azar descubrió este atentado contra la libertad de expresión.
Puntuales a la cita anual con los lectores de la revista, salíamos a la calles en el mes de María del 2001. Año crucial, pues la dirección tenía -antes que editar el número- solventar una controversia surgida anteriormente. Dicha polémica se originó tras la publicación en un página de Internet municipal de una dura crítica a la línea editorial de nuestra revista. Las calumnias, provenientes de un personaje de extrema izquierda anticlerical, funcionario del Ayuntamiento de la localidad, tenían la zafiedad de haberse realizado con dinero público, y sin previa provocación por parte de ningún articulista de nuestra revista. Tampoco la dirección había tenido ningún conocimiento de esos hechos hasta que por azar descubrió este atentado contra la libertad de expresión.
Se planteó el problema a la hora de dilucidar la forma en la que había que contestar a este sujeto, ya que imprimir en Órdago una respuesta crítica a sus insultos sería rebajarnos a su nivel, y condenar a nuestros lectores a conservada en las páginas de Órdago el nombre de un funcionario municipal, sin el cual se puede vivir estupendamente.
Órdago optó por editar la réplica en un folio aparte, y suministrarlo sin encolar ni encuadernar dentro de la revista. De esta forma, muchos de los que adquirieron el citado número, encontraron entre sus páginas, embutido en ellas, un folio con una explicación de todo los sucedido, la crítica que se nos hacía, y a continuación la respuesta de la línea editorial de Órdago -o sea, los directores. El que quiso lo guardó... El que no consideraba relevante la crítica que aquel individuo nos hacía ni su procedencia, la tiró a la basura. Órdago era así una vez más ejemplo de democracia.
No obstante, en el número 5 se pueden consultar interesantísimos artículos como es la costumbre de la publicación.
Abría la revista un trabajo de Luis Gómez López sobre Torredonjimeno durante la época de Enrique IV. Durante aquella guerra civil, Torredonjimeno fue población destacada y capital de la revuelta, encabezada por D. Pedro Girón, que a la sazón era Maestre de la Orden de Calatrava.
Marino Aguilera escribía en las páginas de la revista un interesante artículo sobre la división provincial, en concreto el caso de Jaén. Muchas de las particularidades que nos asimilan a los castellanos y nos diferencian de los andaluces “sevillanos” se pueden entender al leer este artículo.
Dábamos así mismo noticia de la aparición de una nueva revista hermana en Alcalá la Real, dirigida precisamente por Marino Aguilera. El título de la cabecera “Avatar”, la cual seguía parecida temática y línea editorial de Órdago. Lamentablemente no tuvo mucha más continuidad que el número inicial, pues Marino no disponía de un equipo a su alrededor que le ayudase a descargar parte del trabajo. La dirección de Órdago en aquellos años, no podía permitirse el trasladarse periódicamente para ayudar, e Internet no estaba tan avanzado como lo está hoy en día. De todas formas es un proyecto que se encuentra durmiendo, para retomarlo en otras ocasiones más propicias.
Presentábamos en el artículo titulado “Un pueblo rodeado de olivares” unas interesantísimas fotografías de época sobre cuadrillas de aceituneros. Algunas de ellas fueron llevadas a láminas para luego ser enmarcadas en colecciones particulares. Así, se puede apreciar en el caso de la foto final a pie de pagina, la cual se encuentra en la actualidad decorando las paredes del molino de Acapulco de la pedanía tosiriana de Lendínez.
Manuel Fernández Espinosa nos traía una semblanza de una de las familias más “sonoras” de nuestro pueblo, la familia Rosas. Son estos Rosas oriundos de Levante, pero una vez afincados en Torredonjimeno, construyeron una fundición de campanas, de cuyas instalaciones han salido trabajos para los campanarios más diversos e importantes de toda España. Así mismo se hacía mención de uno de esos hechos intrahistóricos de que tanto gusta nuestra revista. Dicho suceso tuvo lugar en nuestra localidad allá por el año 1833 y se trata de la aciaga muerte de un fraile que se encontraba en el campanario de San Pedro de Torredonjimeno y que, en un descuido y tras voltear las campanas, precipitaron al fraile al vacío. Se reconstruía en este artículo lo que podía leerse en los Archivos Parroquiales de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno.
Traíamos al recuerdo en Órdago la memoria de Manuel Illana Aguayo, hombre de férreas convicciones y de corazón grande. Es en las páginas de la revista donde se le rinde homenaje, para que su memoria sea recordada y el paso del tiempo no borre sus hechos y olvide sus obras.
Dentro del apartado de Tosirianos Ilustres, traíamos a la memoria el recuerdo de un personaje del que luego, en sucesivos números, tendríamos ocasión de hablar largo y tendido, se trata de D. Francisco de Paula Ureña y Navas, el que fuera periodista y escritor tosiriano, director del diario “El Pueblo Católico” y muy olvidado entre las gentes de la localidad, tal vez por sus convicciones católicas y conservadoras, no del gusto de la época.
Hacíamos una presentación inédita desde el siglo XVII de Sor Catalina de los Ángeles, monja clarisa tosiriana que profesó en el convento que esta rama femenina posee en Jaén, y cuya fama de santidad y recogimiento hizo que en el siglo fuese objeto de prodigios, y que con posterioridad tenga por parte de la Iglesia Católica el trato de Venerable, “antesala de la beatificación” como explicamos en el libro de “Vidas de la Ibérica Tosiria”
Cerraba el número, un artículo de nuestro colaborador Juan ortega Cózar, que hacía un somero repaso sobre la historia del olivo.
Muchas batallas quedan por relatar de Órdago. Muchas historias que contar, de los números publicados hasta el presente, y muchas más historias que contar y que contaremos. Nuestra libertad e independencia de los poderes fácticos de la localidad fue precisamente la que concentró todas las envidias de aquellos que, para seguir con su trasero pegado a la poltrona, no tienen otra cosa mejor que hacer que criticar el trabajo de otros. Pese a ellos, seguiremos publicando. Es una alegría darles disgustos a estos individuos.
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