sábado, 18 de noviembre de 2017

VII JORNADAS HISTÓRICO-CULTURALES "AUGUSTA GEMELLA TUCCITANA" EN JAMILENA

D. José Carlos Gutiérrez, el Arcipreste de Martos-Torredonjimeno y párroco D. José Antonio Sánchez Ortiz y el alcalde, D. Crispín Colmenero, en el acto de apertura de las Jornadas

EL PADRE REJAS Y LA RELIGIOSIDAD COMARCAL DURANTE EL SIGLO XIX


En el marco de las VII Jornadas Histórico-Culturales "Augusta Gemella Tuccitana" que han tenido lugar hoy, sábado 18 de noviembre de 2017, se ha tenido ocasión de recordar la figura del Siervo de Dios P. Diego José de Rejas (Huelma, 1807-Jamilena, 1867), bajo el título EL PADRE REJAS Y EL ÁMBITO RELIGIOSO EN LA COMARCA DE MARTOS.

Es la VII edición de estas Jornadas que organiza la Asociación Cultural y de Estudios Jamilenudos (ASCUESJA) que empezaron su andadura hace más de una década y con las que colabora nuestra asociación tosiriana.

Las Jornadas empezaron con la recepción en los Salones Parroquiales Nuestro Padre Jesús de Jamilena, dando la bienvenida a los participantes el Señor D. José Antonio Sánchez Ortiz, Párroco de la Natividad de Ntra. Sra. de Jamilena y Arcipreste de Martos-Torredonjimeno, a quien sucedió en la palabra el Señor D. Crispín Colmenero Martos, Alcalde de Jamilena.

El equipo de ÓRDAGO con el Alcalde de Jamilena


Abrió las Jornadas D. José Carlos Gutiérrez Pérez, Cronista Oficial de Jamilena y colaborador de la revista ÓRDAGO, con una conferencia titulada "Fray Diego José de Rejas y la parroquia de Jamilena en el siglo XIX". El P. Rejas (nacido en Huelma el año 1807) fue un religioso agustino que sufrió la exclaustración que perpetró el gobierno de Álvarez Mendizábal. Cuando se vio expulsado de su convento, el P. Rejas fue invitado por el dominico P. Fray Domingo Pajares a instalarse en Jamilena, a donde el religioso huelmense se vino con su padrastro. El P. Rejas hubiera sido un exclaustrado más de no ser por la ejemplar vida de virtudes cristianas que vivió y los prodigios que muy pronto fueron produciéndose a su alrededor: con dones místicos (bilocación, p. ej.), proféticos y taumatúrgicos. Durante su estancia en Jamilena hasta el término de su vida terrena, se desplazó a otras localidades, como la misma Torredonjimeno, para predicar y varias veces los enemigos de la religión intentaron asesinarlo sin éxito. Potenció la devoción a Ntro. Padre Jesús, así como la de la Virgen de los Dolores en Jamilena y murió con fama de santidad. José Carlos Gutiérrez explicó con lujo de detalles las particularidades de la parroquia jamilenuda durante el siglo XIX, la evolución de la jurisdicción parroquial que a veces gozó de autonomía y otras veces estuvo supeditada a Martos, así como dio las claves para comprender la época.

A continuación, el Cronista Oficial de Los Villares, D. Victoriano Muñoz Rueda, esbozó la biografía de D. Antonio Gómez Malo de Molina, sacerdote de Los Villares y coetáneo del P. Rejas. La noticia del secuestro de este sacerdote villariego del siglo XIX, hallazgo de D. Victoriano en su investigación de hemerotecas lo puso sobre la pista de esta apasionante biografía de un presbítero que mostró su heroísmo sacerdotal en la lucha contra la epidemia del cólera-morbo de 1834, enterrando él mismo a los difuntos coléricos que nadie quería enterrar y auxiliando con los sacramentos y su compañía a los enfermos. D. Victoriano ha realizado a partir de ese hallazgo una meritoria labor de investigación que nos permite asomarnos a la realidad del clero decimonónico de nuestro Santo Reino de Jaén.

D. Victoriano Muñoz, presentado por José Carlos Gutiérrez


A cargo de D. José Manuel Marchal estuvo la tercera intervención de la mañana. D. José Manuel Marchal, de la Universidad de Alcalá de Henares, abordó la desamortización en Valdepeñas de Jaén, recalcando la falta de estudios profundos sobre el proceso desamortizador en la provincia de Jaén y señalando que fueron más los perjuicios que los beneficios de las desamortizaciones del siglo XIX que arrebataron a la iglesia sus bienes, para que una burguesía ascendente se lucrara y el pueblo se sumiera en la pobreza endémica.

D. José Manuel Marchal, durante su brillante intervención


La cuarta ponencia corrió a cuenta de D. Manuel Fernández Espinosa, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y Diplomado en Ciencias Religiosas, co-director de la revista tosiriana ÓRDAGO. Con el propósito de contextualizar el proceso desamortizador y la exclaustración de la primera mitad del siglo XIX, Manuel Fernández Espinosa se remontó a las primeras señales del anticatolicismo que tuvo que enfrentar y contener la Santa Inquisición, subrayando la falta de estudios solventes que existe en España sobre los continuos ultrajes a la religión católica cometidos a manos de falsos conversos judíos y mahometanos durante los siglos XVI y XVII y terminó por señalar que el Holocausto de católicos de 1936-1939 encontraba sus prolegómenos en las matanzas de frailes de 1834, carnicerías impulsadas por la labor conspirativa, difamatoria y criminal de la masonería, los carbonarios y otras sociedades secretas revolucionarias.

Manuel Fernández Espinosa 

En ausencia de D. Manuel Jesús Segado Uceda, D. José Carlos Gutiérrez Pérez dio lectura a la ponencia que Segado Uceda había preparado para las Jornadas. Segado Uceda recorrió la dimensión milagrosa del P. Rejas, poniendo de manifiesto que ante el religioso agustino nos encontramos con el caso más portentoso de místico y taumaturgo de la Jaén del siglo XIX.

Como broche final de las comunicaciones, D. Manuel Fernández Espinosa y D. José Carlos Gutiérrez Pérez presentaron conjuntamente el número 14 de la revista ÓRDAGO.

Presentación de la Revista ÓRDAGO


Se dio por concluida la sesión de la mañana y, tras la comida, los participantes pudieron visitar la iglesia parroquial de Jamilena, en la que José Carlos Gutiérrez explicó las peculiaridades de este templo parroquial, obra de Francisco del Castillo "El Mozo" que alzó una iglesia al estilo Reyes Católicos con hechuras de iglesia jesuita. Se visitó el museo parroquial y pudo venerarse y oscularse el Crucifijo personal del Siervo de Dios P. Rejas, reliquia que recientemente ha sido donada a la iglesia por los descendientes de la familia que acogió al santo varón en Jamilena. Posteriormente, se peregrinó a la Ermita del Calvario, allí se retiraba habitualmente el P. Rejas a recogerse en oración. La Ermita, escondida entre pinares, se erige sobre el emplazamiento de la más primitiva población de Jamilena: alrededor de la ermita hay dólmenes y se encuentran vestigios neolíticos. En el interior de la Ermita se venera la devota imagen del Santísimo Cristo de las Ánimas. Al término de esta visita se concluyeron las jornadas ante la casa en que el P. Rejas, aparejándose con su mortaja, esperó aquel 14 de septiembre de 1867 que pasara en procesión Nuestro Padre Jesús para entregar su alma a Dios y convertirse desde ese día en leyenda viva de un pueblo que, 150 años después de su muerte, todavía lo venera y a él se encomienda en todo trance.

Crucifijo-Reliquia del P. Rejas
Cruz del Via Crucis del Calvario de Jamilena
En la Ermita del Calvario, ante el Santísimo Cristo de las Ánimas
Ermita del Calvario
Ante la casa del P. Rejas

sábado, 11 de noviembre de 2017

PRESENTACIÓN DEL Nº 14 DE LA REVISTA ÓRDAGO


 "Portada del nº 14 de la Revista cultural Órdago de Torredonjimeno"

El pasado día 9 de noviembre, en los Salones de la Casa Municipal de Cultura de Torredonjimeno tuvo lugar el acto de presentación del nuevo número de la revista ÓRDAGO.

El acto, al que acudió un nutrido grupo de asistentes, estuvo presidido por los directores de la publicación Manuel Fernández Espinosa y Luis Gómez López, quienes desgranaron los artículos que componen este nuevo número.

Entre sus páginas podéis ver retratos inéditos del General D. Miguel Gómez Damas durante su exilio en Burdeos” Comunicó Manuel Fernández al hablar del extenso estudio que se ha hecho en esta revista sobre el exilio del personaje tosiriano más emblemático por excelencia.  


"Manuel Fernández y Luis Gómez, Directores de Órdago durante la presentación"




"Público asistente durante la presentación"



Por su parte, Luis Gómez habló de la amplia investigación en hemerotecas para poder poner negro sobre blanco de la política y la sociedad durante el siglo XIX y sus repercusiones en Torredonjimeno.

El número 14 de la revista -que hace el quince de la colección, pues empezó en el nº 0- contiene otros muchos trabajos, como las interesantes biografías de los hermanos Barrionuevo, nobles tosirianos muertos en Berbería, los Sartorius y sus ramificaciones en la localidad de Torredonjimeno, los Andrade y sus implicaciones en la Corte de Carlos III, así como la interesante biografía de D. Pedro Cortés de Armenteros, realizada por el colaborador y Cronista Oficial de Jamilena J. Carlos Gutiérrez. Por no hablar del estudio genealógico hecho por el joven tosiriano y genealogista Antonio Rama sobre la figura de D. Antonio de Moya y Torres. También hay, entre las páginas de este nuevo ejemplar, espacio para artículos que ilustran sobre los colores de la bandera antigua de Torredonjimeno o la explicación más plausible para el topónimo “Tosiria” entre otras muchas novedades y fotografías inéditas.

Al final del acto, los asistentes pudieron adquirir un ejemplar de dicho número.

Todo aquel que desee un ejemplar, podrá obtenerlo en:

CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE TORREDONJIMENO: Plaza de la Victoria nº 1

ESTUDIO FOTOGRÁFICO EL LLANETE: C/ La Muela 17, Bajo.

PAPELERÍA LIBRERÍA NUYMA: C/ García Lorca, 9.

martes, 31 de octubre de 2017

PRÓXIMA PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 14 DE ÓRDAGO


"Retrato del General D. Miguel Gómez Damas, de anciano durante su exilio en Burdeos"

Redacción

¡¡¡POR FIN!!

Hace mucho tiempo que no se actualiza esta página, pero el motivo bien lo merecía.

ANUNCIAMOS LA PRÓXIMA

Presentación del nuevo número (el nº14) de la Revista Cultural Órdago de Torredonjimeno. 

El acto tendrá lugar el próximo jueves día 9 de Noviembre, a las 7 de la tarde, en los salones de la Casa Municipal de Cultural de Torredonjimeno.

Os esperamos

viernes, 11 de agosto de 2017

“EN UN LUGAR DE LA MANCHA…” POR LA RUTA DE DON QUIJOTE: Argamasilla De Alba.

 "Iglesia de Argamasilla de Alba"

Luis Gómez

                De vez en cuando uno pone el pie en el acelerador del coche y sin saber cómo, éste le lleva a lugares que no tenía previsto ir. Eso ocurrió no hace mucho, cuando sin tenerlo previsto terminé en la manchega villa de Argamasilla de Alba. 

 "Cueva de Medrano. Según la tradición, aquí escribió Cervantes su Quijote"

Tiene esta localidad el honor de haber tenido en su suelo (o mejor dicho, bajo él) los huesos y carnes del insigne D. Miguel de Cervantes, quien, - y siempre según los cronistas locales y eruditos decimonónicos que por allí han pasado -, estuvo preso en la “Cueva de Medrano” por razones oscuras, y que fue en ese lugar, encerrado entre cal y canto, donde la prodigiosa mente del escritor y recaudador de impuestos, escribió las primeras líneas de su magna obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”.

                ¿Y por qué?, pues porque según la tradición, allí, en la iglesia de San Juan, obra inconclusa y a medio terminar, se halla un cuadro exvoto en la que un vecino de la villa fechado en 1601, un tal Rodrigo Pacheco "hizo cosas quijotescas". Este Pacheco, al parecer, tuvo un enfermedad en la cabeza, por la que se le secaba el seso, y por ello el caballero hizo voto a Nuestra Señora, con la promesa de que si se curaba, éste donaría una lámpara de plata al templo. 

 "Xantipa o Jantipa, posadera que alojó a Azorín en Argamasilla de Alba"

Preso Cervantes, y mientras era retenido en la cueva del señor Medrano, tuvo conocimiento de los pormenores de este suceso, y según cuenta la tradición, Miguel de Cervantes tomaría como modelo al argamasillero Rodrigo Pacheco para después mutarlo en Alonso Quijano, y de ahí, a la inmortalidad del Parnaso literario español.

                De todas maneras no es Argamasilla de Alba la única localidad manchega que se disputa el honor de haber sido la cuna del enigmático comienzo de la obra quijotesca. Hace pocos años, eruditos universitarios hicieron esfuerzos por destacar que el origen de ese comienzo literario cervantino no era Argamasilla, sino la no menos manchega e ilustre Villanueva de los Infantes, capital del campo de Montiel y lugar donde feneció y entregó su alma a Dios -y sus huesos a vete tú a saber- D. Francisco de Quevedo Gómez y Villegas. Lo explican aquí.    

                De todas maneras, Argamasilla sigue con su tradición, y se agarran a las ilustres visitas que ha recibido la localidad a lo largo de la Historia para confirmar su postura. Azorín, en su obra “La ruta de Don Quijote” así nos lo cuenta. 


Allí que se fue el genial escritor del 98 en su día. Sus carnes reposaron en las estancias que le propiciara”la Xantipa”, y de allí,  el curioso escritor se puso  a recorrer el pueblo y hablar con los vecinos y lugareños. En especial con los boticarios que le confirmaron lo que allí, en Argamasilla, todos saben: que Cervantes estuvo allí preso y que fue allí donde el escritor pergeñó la idea de escribir su magnífica obra.


                Por eso recomiendo caminante. Si tus pasos te llevan cerca de Argamasilla de Alba, no lo dudes. Desvíate de tu ruta y haz una parada en ese lugar de la Mancha. 

sábado, 29 de julio de 2017

ALGUNAS CURIOSIDADES DE LOS MONUMENTOS DE NUESTRA PROVINCIA: GÁRGOLAS Y DEMONIOS EN LA IGLESIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE HUELMA


"Vista del castillo de Huelma"

L. Gómez

En la vecina localidad de Huelma, el viajero curioso puede hacer una parada y deleitarse con sus magníficas vistas y el trato amable de sus gentes.
Llama la atención, nada más llegar a ella, su castillo, con sus dos torres circulares a los flancos que nos evocan la imagen de fuerte inexpugnable.
Cuenta la Historia, que el Santo Rey Fernando III, estando en Baeza, escribió carta de concesión para este castillo allá por el año 1242 con la frase “cuando se ganase”. Y lo cierto es que durante siglos estuvo ora en manos cristianas ora en manos árabes. Y no será hasta 1438 cuando se tome definitivamente este castillo. Dicen los sabios en la materia, que asediado y cercado por parte del Marqués de Santillana y otros nobles de Úbeda, Bedmar y Jaén, el alcaide moro de la fortaleza, sabiéndose perdido solicitó el poder retirarse él y los suyos a los vecinos castillos de Cambil y Alhabar, todavía en poder de los moros. Enterados de la noticia de la rendición, los caballeros cristianos que ponían cerco subieron en tropel para optar al privilegio de ser el primero en tomar posesión del fortín. Para evitar discordias, el propio marqués, hizo un haz con todos los pendones de los caballeros y una vez juntas las colocó en lo más alto del castillo.


"Detalle de cabeza de león"

Bajando por la vía que da acceso al castillo, el viajero puede contemplar la techumbre de la magnífica Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y las torres altas, pues la pendiente es grande y la iglesia queda más abajo.
Este excepcional templo católico goza del privilegio de ser trabajado por los mejores canteros y arquitectos del momento. Diego de Siloé, los hermanos Castillo, (El Viejo y el Mozo) y Andrés de Vandelvira. Un lujo, se mire por donde se mire.
No entraremos en detalles arquitectónicos y en su estructuración, pues lo que nos llama la atención es la profusión de gárgolas y demonios adornando la fachada de este templo. 


"Vista de una de las Gárgolas de la Iglesia"

Las gárgolas son elementos decorativos y arquitectónicos más usados en el gótico, pero en España tuvieron una vida más larga al repuntar su utilización durante parte del Renacimiento.
Se trata de representaciones de animales fantásticos en algunas ocasiones. En otras son fieras (leones o serpientes) así como rostros grotescos y deformados, y en ocasiones, diablos de diferente condición.
El objeto de esta figura, desde el punto de vista mitológico y esotérico, no es otro que el de recordar a los fieles que fuera de la Iglesia está el pecado, el dolor y la perdición. El Mal rodea al hombre bajo muchas apariencias, y sólo bajo la protección de los Sacramentos y de la Iglesia, uno podrá vencer las tentaciones y saldrá victorioso de ese Mal.
Desde el punto de vista arquitectónico, las gárgolas eran figuras que servían para aprovechar los desagües de los canalones de las estructuras. Colocadas en los remates y puntos más indicados, aliviaban de agua las techumbres. El sonido que el agua hace al caer por esas bocas de piedra es característico (como “hacer gárgaras”). En francés se las denominó  “gargouiller”


"Detalle de Demonio bajo el tímpano de la ventana"

A lo largo del friso superior de la Iglesia de la Inmaculada podemos ver varios leones, que con su boca abierta nos reciben de manera fiera y majestuosa. Y si uno es más observador, podrá ver que debajo de cada uno de los tímpanos adintelados de las ventanas superiores, justo en el centro, un demonio con cuernos retorcidos nos mira y nos acecha.  
En otra ocasión dejaremos la explicación de porqué los maestros masones del Gótico y del Renacimiento usaban de dichas prácticas, y como se ha degenerado su significado y suplantado por advenedizos y gentes varias, que le han otorgado un sentido totalmente falso y fuera de lugar para poder así adaptar la realidad a sus fines. 

viernes, 28 de julio de 2017

ALGUNAS CURIOSIDADES EN LOS MONUMENTOS DE NUESTRA PROVINCIA. VESTIGIOS VISIGODOS EN CASTELLAR



"Colegiata de Castellar. Puerta de Santiago Apóstol"

L. Gómez
                Es frecuente que, de tiempo en tiempo, nos dediquemos a salir con el coche para visitar alguna localidad de Jaén. Bien porque nos llame la atención su Iglesia, su castillo, su ermita o algo que nos despierte la curiosidad.
                Con el paso de los años ya son muchos los viajes hechos, y en cada uno de ellos, se aprende algo nuevo o se descubre un nuevo “tesoro” que uno no sabía que estaba ahí.
                Eso es lo que ha ocurrido con la última visita al pueblo de Castellar, en plena Comarca del Condado.

                Era nuestra intención visitar la Colegiata, cuya puerta, decorada con el alto relieve de Santiago Apóstol ya impresiona, y de paso el museo de la Torre, pero cosas que pasan. El horario nos indicaba que abría esos edificios a las siete de la tarde, pero a las siete y media no había ni un alma por esos sitios ¿El verano? ¿La eficacia de la burocracia española? Da igual. Lejos de desanimarnos, nos fuimos a visitar la cercana Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, que está a unos pasos del otro conjunto monumental.   


"Vista del interior de la Iglesia de la Encarnación de Castellar"


Allí, en el letrero que informa a los visitantes sobre el monumento se puede leer:
Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación
Torre árabe del siglo X. Iglesia del siglo XIII con portada del siglo XVII. La torre fue construida por Omar Ben Hafsum o algunos de sus contemporáneos durante su dominio en esta región en el siglo X. La portada de la iglesia es de estilo renacentista, obra de Juan Aranda Salazar, maestro mayor de la catedral de Jaén. En la sacristía figura el escudo del obispo D. Baltasar Moscoso y Sandoval, muy vinculado al arquitecto. De sus orígenes defensivos quedan pasadizos subterráneos que arrancan del crucero de la iglesia y eran utilizados como vía de huida en caso de asedio”.
                Al entrar en el templo nos llama la atención la amplitud del mismo. Se trata de una nave central y dos laterales separadas por columnas que sustentan arcos ojivales y en el muro restante lunetos vanos que aligeran la carga de la obra y permiten levantar más la techumbre, que queda sostenida por vigas de madera. Las capillas laterales completan la obra.

                Al contemplar las columnas uno se da cuenta enseguida de una anomalía. Cuatro de ellas están decoradas. Su forma y estilo es claramente visigodo, lo cual no concuerda con la información de la entrada. 

"Detalle de uno de los capiteles"

Qué hacen allí esas columnas? ¿Pertenecían a un templo anterior a la obra de la torre? Es decir: ¿se utilizaron los materiales de una obra visigoda anterior a los árabes para construir la mencionada torre defensiva del s. X, o bien se trajeron de una ermita o iglesia cercana?, pues recordar que sólo hay cuatro capiteles de esa características en el interior del templo, los restantes son iguales y sin historiar.
                No he estudiado la Historia de Castellar en profundidad y no he tenido tiempo de indagar sobre este particular. 

"Detalle de capitel"

Pero el caso es que en ningún momento se nos informa en los paneles informativos de la antigüedad de dichos restos arquitectónicos. Parece ser que la antigüedad de Castellar es mucho más antigua que la que se cita a la hora de construir la torre del siglo X que nos indican los paneles.
Los restos ibéricos del lugar demuestran que la población ha permanecido ininterrumpida desde hace siglos en ese lugar. Los visigodos debieron sufrir la barbarie musulmana, que arrasaría con todo para utilizar la mano de obra mozárabe en la construcción de sus nuevas obras defensivas. El islam no aportaría nada a Castellar que sepamos. Pero por alguna oscura razón, desde la oficialidad académica y política se va ninguneando la antigüedad de nuestras localidades y se le va motejando con rótulos e informaciones cuya veracidad es sólo a medias.


"Detalle de capitel visigodo de la iglesia"

En fin. Ya vendrá gente valiente que reivindique para sus pueblos y monumentos su justo valor, sin tener que caer en el chantaje mediático oficial. Valor pues, y tiempo al tiempo.   

domingo, 26 de marzo de 2017

LOS GIGANTES Y CABEZUDOS TOSIRIANOS

Gigantes y Cabezudos de la Villa de Graus, 1959: fuente original aquí enlazada

LA ESCENIFICACIÓN MÍTICA DE NUESTRA RECONQUISTA

A la memoria de nuestra lectora Rosa María Cámara Valenzuela, 
que en paz descanse.



Manuel Fernández Espinosa


Entre nuestras tradiciones locales no puede pasarse por alto el desfile de Gigantes y Cabezudos, atracción festiva y pasacalles del que durante mucho tiempo se ha encargado la charanga de "Tintín y su Banda", animando las fiestas patronales de San Pedro Apóstol. Pero, siempre me he preguntado: ¿de dónde nos viene a nosotros esta fiesta? ¿qué se representa bajo la cobertura lúdica de este espectáculo callejero? Son cosas que, suele pasar, se olvidan y convienen recordar.

Se tiene constancia de la existencia de estos festejos en la Navarra del siglo XIII con los personajes de Pero-Suciales, Mari-Suciales y Jucef-Lacurari. También se documenta que en Barcelona, por el año 1424, ya pagaba el ayuntamiento de la Ciudad Condal sus respectivas facturas a los que salían por sus calles, bajo la armadura de "Els Gegants". La tradición por lo tanto cabe remontarla a la Edad Media. En Pamplona vino a configurarse tradicionalmente en ocho gigantes (cuatro parejas de rey y reina) y un séquito de cinco cabezudos, seis kilikis (que fingen "aporrear" a los niños) y seis zaldikos (mitad hombres, mitad caballos). En el Bilbao finisecular del XIX los Gigantes y Cabezudos también desfilaban por sus calles y el festejo no quedó sin ser glosado por D. Miguel de Unamuno; en Bilbao también había cuatro parejas gigantescas: el Rey y la Reina, el Rey Moro y la Reina Mora, D. Terencio y Doña Tomasa (burgueses) y el Aldeano y la Aldeana. En Aragón también se propagó tempranamente esta atracción festiva, en 1898, el compositor D. Manuel Fernández Caballero puso sobre las tablas la popular zarzuela "Gigantes y Cabezudos", en la cual canta la protagonista: "Los aragoneses somos Gigantes por nuestra fuerza de voluntad y Cabezudos por nuestra tozudez".

Está suficientemente estudiada la abundante presencia de Gigantes y Cabezudos en todas las tierras de la Península Ibérica y, como era frecuente, este espectáculo callejero también llegó a Hispanoamérica. Voy a ofrecer unas pinceladas sobre nuestros Gigantes y Cabezudos, tratando de descifrar su simbolismo.

Que los Gigantes y Cabezudos tosirianos hagan cada año su aparición pública por la Feria y Fiestas de San Pedro Apóstol no es una casualidad. Que se celebre en Torredonjimeno coincidiendo con San Pedro Apóstol, nuestro primer patrón, no es algo arbitrario, dado que, según tradición inmemorial, fue por el día de San Pedro cuando la población musulmana se rindió y los cristianos tomaron la fortaleza, parece que -todavía en el siglo XVIII, según información de Bernardo Espinalt- la reconquista del núcleo mahometano no fue en el caso de nuestra localidad sin lucha y que un infanzón escaló la muralla: era D. Ximeno de Arraia. Que los Gigantes y Cabezudos formen parte de los festejos públicos por la Feria de San Pedro Apóstol nos remite, por lo tanto, a la reconquista de nuestra localidad que, a partir de ese entonces pasaría a ser conocida como la Torre de Don Ximeno.

Teniendo en cuenta que en San Pedro Apóstol no sólo celebramos la fiesta religiosa, sino que conmemoramos nuestra liberación y, prácticamente, nuestra refundación como comunidad, el simbolismo que subyace a Gigantes y Cabezudos adquiere a esta luz unas notas que brevemente voy a comentar. 

En esta costumbre de los Gigantes y Cabezudos subyace un simbolismo ancestral. 

Los Gigantes -tradicionalmente Rey y Reina- representan, por su altura, la verticalidad de un orden primordial y sagrado que vence la anarquía de los enanos cabezudos, espíritus elementales ctónicos y caóticos, asimilables al inframundo, que deben ser sometidos.

Los Gigantes que en este tipo de pasacalles se representan tienen a sus espaldas más que una milenaria historia. En el poema de Gilgamés, el gigante Humbaba protege el jardín de Ishtar. Pero, aunque hay gigantes protectores de bienes, casi siempre se ha remarcado su sentido cosmogónico. En la mitología nórdica, por ejemplo, el gigante Ymir se durmió y de su axila, por exudación, brotó la pareja primordial. Los hermanos Odín, Vili y Ve mataron a Ymir: su sangre ahogó a los gigantes de la escarcha y con los despojos del cuerpo de Ymir se formó el mundo de Midgard (el mundo humano), así con la carne de Ymir se hizo la tierra, con su sangre los mares y con sus huesos las montañas y de su pelo brotó la raza de los enanos, cuatro de los cuales: las cuatro direcciones del espacio, sostenían el cielo. Como vemos, en la cosmogonía escandinava, el Gigante es la materia primordial de la que va saliendo todo lo demás. En Grecia tenemos a los Titanes que trataron de asaltar el Olimpo, siendo estrepitosamente derrotados por Zeus, también a los Cíclopes. En el Génesis veterotestamentario también nos los encontramos: son los "Nefilim" (los caídos), descendientes de una coyunda ilegítima entre los "hijos de Dios" y las "hijas de los hombres". Como podemos ver, están presentes en casi todas las mitologías, aunque dependiendo de la que se trate podemos ver resaltados bien su connotación terrorífica (y hasta demoníaca) o bien protectora y benefactora. 

En el caso de nuestros Gigantes y Cabezudos puede muy vagamente verse todo eso de mitologías tan remotas, más bien lo que llama la atención -debido al carácter originario del festejo que celebra la Reconquista- es que Rey y Reina, como Gigantes, cifran el orden primordial de quienes representan a la comunidad original que perdió su tierra, tras la invasión sarracena, y que, después, fuerte y unida, asistida por el Cielo, recobra su suelo, poniendo en fuga a los cabezudos. Cabe señalar también que los Cabezudos no sólo son "enanos" ante los gigantes por su menor tamaño, sino que lo que más destaca es su aspecto ridículo por el enorme tamaño de su cabeza. En los cabezudos cabe ver reminiscencias de los espíritus elementales de la tierra (ctónicos), representando el caos y la anarquía sobre la que los Gigantes (la verticalidad que remite al orden sagrado) ponen orden, espantándolos y venciéndoles. Algunos autores también han visto en los gigantescos Rey y Reina la figura (doblemente sexuada) de la Monarquía que se impone sobre los "cabezudos" que serían un trasunto de los señores nobiliarios revoltosos y levantiscos. Pero, tratándose la nuestra de una conmemoración que tiene como telón de fondo la reconquista, nos parece más ajustado asignar el papel de los Cabezudos a una traslación grotesca del mahometano reducido por los cristianos victoriosos, representados en su Rey y Reina.

Agradeceríamos mucho que aquellos vecinos que nos leen y tiene fotografías antiguas de nuestros Gigantes y Cabezudos locales, nos las hagan llegar.

sábado, 25 de febrero de 2017

EL MARINO TOSIRIANO D. MIGUEL DE OQUENDO Y MOLINA Y SU VINCULACIÓN CON TORREDONJIMENO.




Este artículo se publicó por primera vez en el nº 13 de la Revista Cultural Órdago de Torredonjimeno en Febrero de 2013. 


EL MARINO DE ORÍGENES TOSIRIANOS D. MIGUEL DE OQUENDO Y MOLINA Y SU VINCULACIÓN CON TORREDONJIMENO.

Luis Gómez López, Co-director de Órdago



"Partida de Bautismos de Ana de Molina. Archivo Parroquial de Santa María de Torredonjimeno"

Sobre el nacimiento de Ana de Molina Hernández.


            La Península española, rodeada casi en su totalidad por mar, ha ofrecido al mundo desde tiempo inmemoriales marinos de talla excepcional. Basta mirar hacia el pasado para encontrarnos con la saga de los “Hermanos Pinzón”, acompañantes del Almirante Colón en su “Descubrimiento de América”, el no menos esforzados D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, en época imperial, o los bravos Churruca y Blas de Lezo, en los siglos XVIII y XIX y así un largo etcétera que sería prolijo enumerar. De todas las costas y de todos los territorios han salido marineros de talla excepcional. Lo que no muchos conocían es la procedencia de tierras de interior, de Jaén, y Torredonjimeno, para ser más concretos, del que será el tercero de los Oquendo, familia de marineros de renombre donde los haya, más estimados en San Sebastián, -donde residieron habitualmente y tenían sus posesiones- que en Torredonjimeno, donde hasta ahora nadie se había acordado de ellos. ¿Cómo es posible esta vinculación? ¿Qué los une a Torredonjimeno?
  
En el año 1581 contraen matrimonio en la iglesia de Santa María de Torredonjimeno la pareja formada por Miguel de Molina y Lucía Hernández, “vecinos del Corral de Caraguel”,[i] según consta en la partida de desposorios del Archivo Parroquial de Santa María de Torredonjimeno.

El Corral de Caracuel, es una pequeña aldea dentro de las tierras que la Orden de Calatrava tenía en la vecina Ciudad Real. Con el tiempo, esta pequeña aldea formará parte de lo que terminará por llamarse Corral de Calatrava.

Desconocemos las circunstancias por las cuales el matrimonio Molina y Hernández viajan a Torredonjimeno, pero la coincidencia del apellido Hernández en la esposa de uno de los testigos, “Ana Hernández”, que estaba casada con “Juan de Arrabal”, así como la presencia en el asiento del otro testigo, “Cristóbal Ruiz Naranjero”, hace posible que el traslado a estas latitudes del citado matrimonio fuese porque ya existían con anterioridad establecidos en Torredonjimeno algunos familiares, y estos buscasen en ellos el acomodo o la ayuda que les pudiesen prestar.




"Partida de desposorios de Miguel de Molina. AHP Santa María de Torredonjimeno"

Más información sobre este matrimonio nos lo aporta el estudio que se realizó por parte de la Orden de Santiago al indagar sobre la nobleza e hidalguía de los ascendentes maternos de D. Miguel de Oquendo, hijo de D ª Ana de Molina, los cuales quedan reflejados en el testamento que hiciera su padre, D. Antonio de Oquendo, al establecer cláusula para ceder el hábito de Santiago a su hijo D. Miguel de Oquendo y Molina, en el cual se dice: “Que la nobleza de D ª Ana de Molina, natural de la villa de la Torre de Don Ximeno, no vino plenamente probada, en cuyos defectos necesita dispensación de Su Santidad para poder obtener la dicha merced y de cédula de legitimación de V. Magd”,[ii] para a continuación agregar en el escrito que: “El Consejo, atendiendo a los muchos y particulares servicios que el Almirante General D. Antonio de Oquendo, padre del pretendiente hizo a V. Magd. y a esta Corona, que a V. Magd. deben de ser presentes, los pone en consideración de V. Magd. para que siendo V. Magd, serbido, que se escriba la carta ordinaria al Embaxador de Roma para que pida a Su Santidad dispensación de los dichos defectos, los ordene V. Magd. para que el Consejo las remita a sus Reales Manos y mande se le dé la cédula de legitimación, V. Magd. ordenará lo que más conbenga a su Real serbicio. Madrid, 7 de abril de 1644”.[iii] Con lo cual podemos deducir que los antepasados de D. Miguel de Molina no pertenecían al estado noble ni mucho menos, aunque si podemos aventurar que al menos fuesen “cristianos viejos”, pues no se entendería de otra forma el otorgamiento del hábito de caballero de la Orden de Santiago a un individuo que no reuniese dicha particularidad.

Lo que si podemos afirmar es que los tosirianos Juan de Arrabal y Cristóbal Ruiz Naranjero[iv] pertenecían a familias de caballeros cuantiosos de Torredonjimeno, y la presencia de estos potentados en la firma de una partida de matrimonio nos indica que los Molina y los Hernández bien podían ser, si no nobles, si que familias bien asentadas en su tierra natal o al menos con cierta influencia.

Torredonjimeno durante la segunda mitad del siglo XVI experimentó un cierto florecimiento merced a la independencia de Martos y gracias al otorgamiento de la “Carta Villa”, hecho este que hizo que se produjera un aumento de la población en la localidad, y esta circunstancia sirvió de imán para la avenida de forasteros, y sobre todo mejoró el tránsito de los caballeros de la Orden de Calatrava por sus dominios andaluces. Muchos fueron los que se asentaron en aquel Torredonjimeno del mediados del XVI, algunos de los cuales venían en busca de mejores oportunidades y tierras las cuales la vieja Castilla ya no podía ofrecerles en esos momentos.

Es precisamente por aquellos años cuando más se trabaja en la construcción del templo de San Pedro, ya que afirma el profesor Ureña Uceda “a partir de 1580, y con don Francisco de Sarmiento como nuevo prelado de la diócesis, el proceso constructivo cobraría un nuevo impulso[v], no sólo en el templo parroquial se notará dicho impulso, porque por aquellas mismas fechas, Torredonjimeno comenzaría a erigir lo que luego será la ermita de San Cosme y San Damián, una vez superado el brote de gripe catarral que asoló estos parajes en ese periodo.

El matrimonio así formado tendrá abundante descendencia y pronto le alumbrarán primero una hija de nombre Sebastiana (1583), después Miguel (1590) María, (1593), Juan, (1596)[vi] y diecisiete años más tarde el matrimonio Molina y Hernández vuelve aparecer en los libros parroquiales, en concreto en el mes de marzo del año 1598, en el libro 4 º de bautismos podemos leer: “Sábado diez días del mes de marzo del año de mil quinientos noventa y ocho años, baptizo yo, Francisco Cañada cura, a Ana, hija de Miguel de Molina y de Luzia Fernández su muger. Fueron sus padrinos Juan de Arrabal Ruiz y Ana Ximénez su mujer[vii], aún le nacería otra hija al matrimonio en el año 1603  a la cual se le impondrá el nombre de la madre: Lucía




"Vistas del Convento de Carmelitas de Jaén, donde ingresaría Ana de Molina"


Como se puede observar, al no existir en aquellos años una regla fija que regulase la ortografía, los apellidos, unas veces eran escritos como Hernández, y en otras ocasiones aparecen como Fernández. Lo mismo ocurre con otros muchos nombres y apellidos como Begara, Vergara o Vegara, y así con otros muchos apellidos y nombres propios. Además de este inconveniente, el investigador se topa con la arbitrariedad de los naturales de aquellos años, que usaban de forma indistinta en los documentos los apellidos maternos o paternos, ocasionando con esto no pocas confusiones y errores a los que pretenden seguir la pista en los archivos a un individuo en particular.


Es por ello que encontramos una diferencia sustancial en la entrada que el “Diccionario Heráldico y Genealógico de Apellidos Españoles y Americanos”, hace al referir a nuestra paisana, ya que en su página 190 dice: "Fuera de matrimonio tuvo el Almirante don Antonio de Oquendo otro hijo en doña Ana de Molina, natural de Torredonjimeno, villa andaluza de la provincia de Jaén, y de noble e ilustre familia (hija de Miguel de Molina, natural de Torredonjimeno y de doña Lucia de Zaura, natural de la villa de corral de Calatrava, en la provincia de Ciudad-Real)."[viii] De donde deducimos que la información que sobre la madre de Ana de Molina no es del todo exacta, pues en los archivos, como ha quedado demostrado, aparece como lugar de procedencia Corral de Caracuel, que bien es cierto que luego terminó formando parte de Corral de Calatrava, así como el apellido Zuara o Estrada, que en la documentación de los archivos de Torredonjimeno no aparece consignada, no sabiendo si era apellido que pudiese llevar por parte paterna o materna, o fuese el de otra mujer, casada con Miguel de Molina en segundas nupcias, como bien pudiese haber ocurrido, ya que leyendo al marino y escritor Rafael de Estrada, podemos encontrar en su obra “El almirante D. Antonio de Oquendo[ix] otro nombre y apellidos para la madre de D ª Ana de Molina, en la cual nos comenta el vicealmirante Estrada: “Vivía en Cádiz una hidalga familia andaluza, natural de Torregimeno, a la que pertenecía agraciada y graciosa joven, que se llamaba Ana, su padre era don Miguel de Molina y su madre doña Luisa Estrada. No existen más datos ni noticias[x]. Podemos suponer que el dato que sobre el nombre de la madre de Ana de Molina nos da el autor del citado libro, “Luisa Estrada” Este dato es el que puede conducirnos al porqué de la confusión de los apellidos en la progenitora de Ana de Molina en la numerosa documentación existente sobre ella y el baile de apellidos, pues como hipótesis, parece que  ser que, su madre “Lucía Fernández”, la que así consta en la partida de bautismo de la parroquia de Santa María, debió de fallecer, contrayendo su padre D. Miguel de Molina, segundas nupcias con la citada Luisa Estrada, quedando así servido el embrollo.



"Vista interior del convento.carmelitano. Años 60"

Pero gracias a ese alumbramiento tenemos en Torredonjimeno a nuestra, Ana Molina, que andando el tiempo será la protagonista de uno de los hijos de Torredonjimeno de más renombre en la Historia de España y en el Torredonjimeno de los Austrias menores.

Ya mayor de edad, los Molina deberá de desplazarse a Cádiz, tal vez para buscar acomodo en naves que partieran al Nuevo Mundo en busca de fortuna, o por cualquier otra circunstancia que se escapa a los historiadores, pero el hecho es que será en esa localidad andaluza cuando Ana de Molina entrará en contacto con el Almirante del la Mar Cantábrica, D. Antonio de Oquendo. La familia Oquendo poseía casas y vinculaciones con Cádiz. Ya el abuelo de D. Antonio Oquendo, D. Miguel de Oquendo y Domínguez de Segura había iniciado sus comercios con esa localidad, así nos consta según el libro de Munárriz Urtasun, al explicar el expediente de nobleza del citado don  D. Miguel de Oquendo, cuando al interrogar a un testigo sobre la limpieza de sangre, este afirmaba que: “Miguel de Aguirre de Blancaflor, de San Sebastián: A la 6 ª pregunta: “Qué el dicho miguel de Oquendo haze cargazón en naos y las carga de clauazón y de arcos y de otras cosas de fierro y las envia a Sevilla y que tiene un sobrino suyo en Cádiz que recibe las dichas mercadurías y allí las bende y las envían a las Indias y a otras partes[xi]. Esas relaciones comerciales entre la patria natal de los Oquendo, Cádiz y Sevilla se trasmitirá de generación en generación, siendo participada de la saga de los Oquendo hasta llegar a D. Miguel de Molina y Oquendo, hijo de nuestra paisana, el cual terminaría sus andanzas marineras al naufragar en las costas de la vecina localidad de Rota, motivo por el cual abandonaría la vida de marino y se dedicaría a gestionar sus haciendas y a escribir.
 D. Antonio de Oquendo debía pasar por Cádiz para retirar ciertas documentaciones o para gestionar sus negocios de armador y navegante, y sería en esa localidad cuando conocería a nuestra protagonista.

 Ana de Molina, con 28 años de edad queda embarazada de D. Antonio de Oquendo, que rondaría a la sazón los cincuenta de edad.[xii]




"Vista actual de la fachada del Convento "

Sobre el origen del alumbramiento de D. Miguel de Oquendo y Molina


Según Ainhoa Arozamena Ayala, el hijo de ambos, D. Miguel de Oquendo “nació en Madrid a primeros de junio de 1627 como fruto de las relaciones de Antonio de Oquendo y Ana de Molina. Vivió en esta ciudad hasta los tres años pasando a continuación a casa de sus abuelos maternos en Torre Jimena (sic) (Jaén)”[xiii] es de esa manera como Torredonjimeno acogió en sus primeros años al que andando el tiempo llegará a ser un célebre marinero y escritor.

En 1640, el padre de nuestro paisano, D. Miguel de Molina, el insigne marinero D. Antonio de Oquendo, fallece en La Coruña, después de haber participado en la famosa batalla de “Las Dunas” contra los holandeses. Por su parte,  D ª Ana de Molina, seis años después del fallecimiento del padre de su hijo, tomará la decisión de ingresar en la vida monástica y tomará los hábitos y profesará en el Monasterio de Santa Teresa de Jesús de Carmelitas Descalzas de Jaén, cambiando su nombre en el siglo por el de Ana Josefa de la Concepción al profesar y aceptar el hábito en dicho convento el 21 de mayo de 1647. En el estudio que la profesora Esiman Lasaga realizó sobre este convento jaenero encontramos algunos datos más sobre Ana de Molina,[xiv]  y es así como sabemos que al ingresar en el convento “Trajo su dote cabal con mui buenas limosnas para la sacristía, un dosel y pieças de plata para serbicio del Ssmo Sacramento [...] Pasó la escritura ante Cristóbal de Mírez, escribano público de esta ciudad”[xv] De su estancia en aquel monasterio se llegó a decir sobre ella que era “de carácter humilde y afable, e inclinada desde muy niña a los ejercicios virtuosos, tenía sumo cuidado en no decir mal de nadie, aun en los casos muy leves”.[xvi] Fallecería el jueves 25 de febrero de 1677 a los 79 años de edad, y treinta y uno de hábito estando enterrada “en el entierro nuebo”[xvii], de dicho convento.  



[i] Archivo Parroquial de Santa María de Torredonjimeno, (APSMT) Lib. Primero de Desposorios, 1581, folio. 22v “En cinco deste mes y año, vele y case a Miguel de Molina y a Luzia Hernández, vecinos de Corral de Caraguel, sus padrinos Juan de Arrabal y su muger Ana Hernández, testigo Cristóbal ruiz Naranjero y Alonso Martinez= Fray Rodrigo covo[ii]Munárriz Urtasun, de E, “Los Oquendo”, consultado en internet, en http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/riev/15467493.pdf, el 18-8-09.
[iii] Íbidem
[iiii] Así aparecen estos nombres reflejados en la tabla de caballeros cuantiosos de Torredonjimeno la cual se puede consultar en la edición conmemorativa de la “Carta de Privilegio Torredonjimeno 1558”,  Torredonjimeno 2008, según el estudio de M. J. Cañada Hornos, p. 41
[v] Ureña Uceda, A, “Patrimonio Arquitectónico y Urbanismo en Torredonjimeno. Desde la Edad Moderna hasta la actualidad”  Diputación Provincial de Jaén, I. E. G., 2008, p.55 y 56.
[vi] Este hermano nació prematuramente temiéndose por su vida, así consta en el APSM al decirnos su partida que: “Lunes dos dias del mes de septiembre de mill quinientos noventa y seis años yo fco Cañada cura doy fe que hize los exorcismos sobre Juan, hijo de miguel de molina y de Luzia Hernández su mujer porque fui informado por nacer en necesidad en el parto... ,”  APSM en el Lib. 4 de Bautismos año 1596 f. 44r[vii] APSMT, Lib. 4 de Bautismos, año 1598, folio 73v.
[viii] García Carrafa, Alberto y Arturo, “Diccionario Heráldico y Genealógico de Apellidos Españoles y Americanos”Madrid, 1969,  Tomo, LXII, p. 190
[ix] Estrada, Rafael, “El almirante D. Antonio de Oquendo”, Esapsa-Calpe, Madrid 1943
[x] Op. Cit. p. 103.
[xi] Munárriz Urtasun, de E, “Los Oquendo”, consultado en internet, en http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/riev/15467493.pdf, el 18-8-09.
[xii] Para el cálculo de la edad nos basamos en la fecha de nacimiento de Ana de Molina consignada en los Archivos Parroquiales de Santa María, que es de 1598, así como con la fecha de nacimiento de su hijo D. Miguel de Molina, que fue junio de 1627.
[xiii]Arozamena Ayala, A. Consultado en internet en http://www.irutxulo.net/ENCICLOPEDIA/O.html, el 18-8-09
[xiv] Eisaman Lasaga, C. “El Monasterio de Santa Teresa de Jesús, Carmelitas Descalzas de Jaén. Historia Documentada. Diputación Provincial de Jaén, I. E. G., 1999, pp. 138 a 139. En el referido documento aparecen nombrados los padres de Ana de Molina  como: “Miguel de Molina Malo y de doña Lucía Castro y Estrada”, no habiendo encontrado el autor en el archivo de la localidad ninguna referencia sobre estos apellidos  vinculados a nuestra protagonista. Asimismo, en dicho estudio se indica como año de nacimiento de D ª Ana de Molina el de 1609, siendo la fecha correcta según los archivos parroquiales la de 1598. En el año 1603, aparece en los libros de bautismos la hermana de Ana de Molina “Lucía de Molina Fernández” hija de Miguel de Molina y Lucía Fernández, Lib. 4 º de Bautismos, fol.  160v, del APSM de Torredonjimeno.
[ixv Archivo del Monasterio de Santa Teresa de Jesús, primer Libro de Difuntas, p. 55, citado de Esiman Lasaga, C. “El monasterio ...” p. 338
[xvi] Op. Cit. p. 339
[xvii] Íbidem.