viernes, 24 de abril de 2015

EL AMOR CORTÉS Y LA CABALLERÍA DE LAS ESPAÑAS

Foto de Celtiberia.net
 
SUERO DE QUIÑONES Y LA DEFENSA DEL PUENTE
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
El 10 de julio del año del Señor de 1434 un caballero leonés, por nombre Suero de Quiñones, armado, se puso a mantener el puente de Órbigo, entre Astorga y León, paso obligado del Camino Francés que llevaba y traía a los peregrinos europeos a Compostela.









Era Suero hijo segundo de Diego Fernández de Quiñones, Merino Mayor de Asturias, y Doña María de Toledo, servidor de Don Juan II, Rey de Castilla y León. Enamorado de una hermosa dama llamada Doña Leonor de Tovar, Suero de Quiñones no hallaba remedio a su mal de amores. Apurado en este trance, escribió una carta a Enrique de Villena "El Nigromante", haciéndosela llegar por Sancho de Jarava, en la que le pedía a Enrique de Villena, "salutífero consejo".
 
ENRIQUE DE VILLENA Y LOS DE TORREDONJIMENO
 
Enrique de Villena había sido Gran Maestre de la Orden de Calatrava desde el año 1404 al 1407. Y consta su presencia en nuestra comarca calatraveña. Perdió muy pronto a su padre, Pedro de Aragón, en aquel estrago que para la nobleza castellana fue la batalla de Aljubarrota. "Fue pequeño de cuerpo e grueso, el rostro blanco e colorado, e, segunt lo que la esperiençia en él mostró, naturalmente fue inclinado a las çiençias e artes más que a la caballería e aun a los negoçios çeviles nin curiales" -nos cuenta de él Hernán Pérez de Guzmán, que también nos dice de él que: "él, contra voluntad de todos, se dispuso a aprender". Sin embargo, debido a su alcurnia y, según piensan algunos a ciertos propósitos del rey, Enrique III lo hizo Gran Maestre de la Orden de Calatrava. Una vez convertido en Gran Maestre, Enrique de Villena fijó la corte maestral de Calatrava en el castillo de Porcuna. Sin embargo, según sus contemporáneos, las pasmosas capacidades que Villena tenía para el estudio y las ciencias contrastaba con lo que era para la vida práctica: "ansí era este don Enrique ageno a remoto non solamente a la caballería más aún a los negocios del mundo e al rigimiento de su casa e fazienda era tanto inábile e inabto, que era grant maravilla". Esta ineptitud para los negocios mundanos puede ser que fuese el motivo por el cual algunos freyles y caballeros calatravos andaran disgustados y mal avenidos con Villena y, a la muerte de Enrique III, aprovechando que había desaparecido el protector de Villena, conspiraron para derrocarlo de su cargo en la Orden. En ello tuvo mucho que ver quien le vendría a suplantar como Gran Maestre en el año 1415, Luis González de Guzmán, el mismo que mandó levantar nuestro Molino del Cubo. Durante el mandato de Enrique de Villena, muchos caballeros calatravos le negaron la obediencia y es más que presumible que su competidor, Luis González de Guzmán, tuviera su residencia en la misma fortaleza tosiriana como puede desprenderse de las armas heráldicas que ostenta el aljófar de nuestro castillo.
 
Aljófar del Castillo de Torredonjimeno, con las armas de los Guzmán. Foto: Genalogías y apellidos de Torredonjimeno
 
Cuando Suero de Quiñones consultó con Enrique de Villena sus cuitas de amor, Enrique ya había sido desbancado del Maestrazgo y se hallaba retirado en su villa de Iniesta, entregado a sus estudios, traduciendo y escribiendo sus obras, muchas de las cuales fueron quemadas tras su muerte, pues "este amor de las escrituras non se deteniendo en las çiençias notables e católicas, dexóse correr a algunas viles e rahezes artes de adevinar". Se creó toda una leyenda de Enrique de Villena, pintándolo como alquimista, astrólogo y mago. Ciertamente, su curiosidad le llevó a explorar las ciencias herméticas y su poliglotismo le permitió traducir a Dante y leer a los cabalistas. Dice Pérez de Guzmán que en vida esto le enajenó el respeto de sus contemporáneos: "E por esto fue habido en pequeña reputaçion de los reyes de su tiempo e en poca reverençia de los caballeros". Sin embargo, Juan de Mena lo inmortalizó en su "Laberinto de Fortuna" dedicándole estos versos:
 
"Aquel que en el Castalo monte resuena,
Es Don Enrique Señor de Villena,
Honra de España, y del siglo presente.
O incluyo, Sabio, Autor muy sciente,
Otra, y aun otra vegada yo lloro,
Porque Castilla perdió tal tesoro,
No conocido delante la gente.
Perdió los tus libros, sin ser conocidos,
Y como en exequias te fueron ya luego,
Unos metidos al ávido fuego,
Y otros sin orden no bien repartidos."

Y el caballero Suero de Quiñones, como hemos dicho arriba, le consultó sobre la cuestión de sus amores contrariados. Enrique de Villena le respondió, contestándole en la su villa de Iniesta con una carta, en la que destaca la solución que le da: "¿Quieres amado ser? Ama". Y añadía el sabio: "Según natura, esta regla contiene verdad e, según evidencia, parece lo contrario. E los enxemplos recordados que d'esto parecen en el piélago de las estorias gran consolación en este caso ministran, representando la penosidad que cuida ser particular". Enrique, el Astrólogo, explicó a Suero que la mala disposición de los astros, amén de otros inconvenientes elementales, eran la causa de tanto desamor como sufría el esforzado caballero.

Por ende, recomendaba Enrique de Villena a Suero de Quiñones: "E, sobre todo esto, dirigir vuestros ruegos al soberano Dador que mantiene e hizo el natural orden e puede mudar aquél cuando le plaze, que restringa las adversantes constelaciones e será último e mayor refugio vuestro, que por justas en su acatamiento los que justas le piden cosas, sus infinita bondad e langueza consuela infaliblemente a los que recurren al divinal auxilio, a quien plega tenervos en su guarda e hazer que por nos seades amado que hasta agora desamado fuestes". Por lo que no tendría que ser tan brujo como algunos lo pintaron, cuando daba tales consejos de resignación cristiana.

LA DEFENSA DEL PUENTE

No sabemos si los consejos de Villena a Suero de Quiñones surtieron efecto y el caballero leonés los siguió, pero no parece que un caballero quedara satisfecho con resignarse, por lo que se determinó a publicar su amor a Leonor de Tovar llevando una argolla al cuello en señal de esclavitud. Era ésta una inmemorial costumbre germánica que pone al descubierto que incluso en la Baja Edad Media española todavía se seguían usos germánicos, pues -como he dicho en otro artículo: "Esta usanza se encuentra recogida en la "Germania" de Tácito: "Los más valientes se colocan, además, un anillo de hierro (cosa ignominiosa para esta gente) y lo llevan como una atadura hasta que se liberan de ella con la muerte de un enemigo".
 
Para librarse de esa argolla, Suero de Quiñones se presentó un día ante el rey Juan II, seguido con sus más afectos amigos caballeros y le dijo al rey, ante toda la corte:
 
"Señor: Deseo justo e razonable es que en los que en prisiones o fuera de su libre poder son, desear la libertad e como yo -Suero de Quiñones- sea en prisión por una señora, por la que traigo todos los jueves este fierro, según es notorio en vuestra magnífica Corte. Yo, poderoso Señor, he concertado mi rescate -de esa prisión- en trescientas lanzas rompidas por el asta con fierros de Milán de mí e de estos nueve caballeros que aquí son...".
 
Y así se fizo.


Desde el 10 de julio hasta el 9 de agosto estuvo allí Suero de Quiñones, con los caballeros sus amigos que se le ofrecieron para contender con todos los aventureros que quisieran pasar el puente de Órbigo. Se le llamaba "mantenedores" a los que defendían el lugar (un puente, la puerta de un castillo...) y "aventureros" a los que, por buscar gloria en hechos de armas, acudían a la llamada de estos desafíos. Suero de Quiñones era espléndido: él ponía a disposición de sus adversarios -y a expensas de su bolsa- las armas. No se trataba de un desafío que para entablarse hubiera requerido ninguna afrenta; era algo así como lo que hoy día llaman "deporte", pero con un sentido muy elevado de la arriesgada empresa que, en este caso, era librarse de la argolla que Suero de Quiñones hubiera hecho promesa de llevar al cuello por su dama. Hubo otro caso parecido en el Passo de la Fuerte Ventura, en Valladolid, al año 1428 y son muchos los que se pueden contar en Francia: el Pas du Chevalier Aucygne, el Pas de la Dame Sauvage...

Esta proeza caballeresca fue parodiada después por Cervantes en el Quijote, caballero que, ya a los de su tiempo, parecía estrafalario por sus arreos y que, a cada dos por tres, allá por donde iba cerraba el camino a los viajeros, estorbando a las caravanas
de mercaderes, espantando a los cortejos fúnebres y desafiándose con el vizcaíno por ver que todos alababan la fermosura de Dulcinea del Toboso. Pero la gesta protagonizada por Suero de Quiñones en el Passo Honroso de la Puente de Órbigo no era en su época ninguna hilarante caricatura. El caballero, enamorado de una dama cuyo nombre mantiene en secreto por honrarla, llevaba al cuello todos los jueves una argolla como símbolo de su esclavitud amatoria.    Y estos fueron los amigos de Suero de Quiñones, los que en prueba de amistad y lealtad se batieron en la demanda de Suero, retando a cualquier caballero que tuviera voluntad de pasar el Puente de Órbigo:

"Lope de Estúñiga, Diego de Bazán, Pedro de Nava, Álvaro hijo de Álvar Gómez, Sancho de Ravanal, Lope de Aller, Diego de Benavides, Pedro de los Ríos y Gómez de Villacorta".
 
Esas cosas pasaban en el norte, pues aquí -en las Andalucías- harto teníamos con librarnos de los moros que todavía, desde Granada arrasaban nuestras tierras, secuestraban a nuestros antepasados y no daban tregua a nuestros caballeros, que no tenían tiempo para defender puentes por la gloria de sus damas.
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
 
Pero Rodríguez de Lena, "Libro del Passo Honroso defendido por el excelente cavallero Suero de Quiñones", Espasa-Calpe, Madrid, 1970.

Epistolario de Enrique de Villena.
 
Hernán Pérez de Guzmán, "Generaciones y semblanzas".
 
Juan de Mena, "Laberinto de Fortuna".
 
Gutiérrez Pérez, José Carlos, "Martos y su comarca en la Baja Edad Media".
 
Fernández Espinosa, Manuel, "El origen germánico de las órdenes religioso-militares católicas", RAIGAMBRE..
 
 
 
 

lunes, 13 de abril de 2015

AÑO 1872: LA ÚLTIMA RESISTENCIA DE LOS CALATRAVOS

El muy ilustre arjonero Doctor Frey Don José de Morales y Prieto,
Vicario del Partido de Martos de la Orden de Calatrava.

 
NUESTRA MATRIZ: LA ORDEN DE CALATRAVA
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
La Orden Religiosa y Militar de Calatrava se  fundó el año 1158, cuando la Orden de los Templarios abandonó la villa de Calatrava (hoy en Ciudad Real) y unos frailes cistercienses se comprometieron a defender aquel bastión. Los templarios habían recibido el cometido de defender Calatrava el año 1150, pero la amenaza andalusí hizo que la entregaran al rey Sancho III, viéndose incapaces de frenar la acometida musulmana. Esto suscitó el problema de quién acudiría a defender de la amenaza arábiga a este enclave estratégico. El rey Sancho III ofreció conceder la villa de Calatrava a quienquiera que se arriesgara a asistirla en este trance y entonces fue cuando Raimundo abad del monasterio cisterciense de Fitero y su correligionario el monje Diego Velázquez, se comprometieron a defender Calatrava. Los monjes cistercienses reclutaron en Navarra, Aragón y La Mancha a unos 20.000 hombres, monjes y soldados, para la empresa. Con ello se despejó la amenaza mahometana y se fundaba así la Orden de Calatrava que, desde ese tiempo, se convirtió en una de las grandes protagonistas de la Reconquista, participando -entre tantas y tantas gloriosas gestas imposible de contar- en la victoriosa jornada de las Navas de Tolosa de 1212.
 
Andújar y Martos habían sido cedidas por el reyezuelo moro al Bayyasi a Fernando III el Santo en el año 1225, declarándose vasallo del Santo Rey. En un primer momento Fernando III encarga la custodia de estos castillos (tan importantes para el control del territorio y la posterior ofensiva que harían caer Córdoba y Sevilla) a Álvar Pérez de Castro. Este Álvar Pérez de Castro tenía un escudero vascuence, Martín Fernández de Arciniega, cuyos descendientes se convertirían en alcaides del castillo de Torredonjimeno. En el mes de diciembre de 1228 el Santo Rey Fernando hace donación del castillo de Martos, con sus territorios adyacentes, a la Orden Religioso Militar de Calatrava.
 
El año 1251 el mismo Rey Fernando trata de terminar con los pleitos jurisdiccionales que se producen por el territorio entre los calatravos de Martos y los del Concejo de Jaén, acometiendo la tarea de amojonar las lindes para que no haya controversias entre los de Jaén y los calatravos. La documentación que de este amojonamiento se conserva no cita a Torredonjimeno y en esto se basan algunos historiadores para decir que Torredonjimeno no existía. Y, en efecto, Torredonjimeno no pertenecía a la Orden de Calatrava en el año 1251, sino que no será hasta el año de 1303 cuando los calatravos la obtengan y ello sería a través de un canje con el Rey: los calatravos le daban el castillo de San Esteban del Puerto a Fernando IV y el Rey les cedía el castillo que en el documento se hace llamar "el castillo de Ossaria" (1). Esto tendría que dejar claro de una vez por todas que la Ossaria que San Eulogio cita es, como siempre ha dicho la tradición (desde fray Juan Lendínez, pasando por fray Alejandro del Barco y Juan Montijano), nuestra Torredonjimeno.
 
A partir de 1303 nuestra localidad se convertirá en un enclave calatravo y de gran entidad en lo que respecta a protagonismo histórico, puesto que los pleitos con el Concejo y la Diócesis de Jaén no se ventilaron definitivamente con el amojonamiento establecido por Fernando III el Santo en 1251 (y que sería ratificado por su hijo Alfonso X el Sabio el año 1254). Por eso en 1344 se asistirá en el castillo de Torredonjimeno a la concordia entre la Orden, representada por el maestre Juan Núñez de Prado y el obispo de Jaén, el soriano Juan de Morales. Sería largo y queda fuera de nuestro propósito relatar las vicisitudes por las que pasa nuestro territorio en el curso de la Baja Edad Media, pero digamos que las tensiones entre candidatos a la Maestría de la Orden fueron bastante frecuentes, de ahí que, por ejemplo, en el año 1325, el Maestre Juan Núñez de Prado se quejara de que los del castillo de Torredonjimeno no quisieran recibirlo, por ser los tosirianos adictos a Garci López de Padilla, al que tenían como Maestre legítimo; Garci López de Padilla no renunciaría a su Maestrazgo hasta 1329.  El puesto de Maestre será muchas veces cuestionado por los llamados "maestres intrusos" y, a veces, por la inmensa mayoría de los caballeros calatravos: así sucedió con Enrique de Villena "El Nigromante", al que en 1406 los calatravos le negarían obediencia y que a la postre sería depuesto, ocupando su cargo Luis González de Guzmán, el que mandó levantar nuestro Molino del Cubo. Como podemos ver, el Maestrazgo será una fuente de conflictos en el mismo seno de la Orden de Calatrava. El territorio calatravo experimenta a lo largo de estos tiempos adiciones en algunas ocasiones y en otras ocasiones se le mengua en sus villas, así fue como Alcaudete dejó de pertenecer a la jurisdicción calatrava en el año 1385 para ser señorío de la Casa de los Montemayor. Las guerras intestinas del siglo XV que enfrentan a los cristianos convertirán a Torredonjimeno en capital de la rebelión, estableciendo en Torredonjimeno su cuartel general el Maestre de Calatrava Pedro Girón, desde donde podía atacar mejor las tierras del Condestable Miguel Lucas de Iranzo. Para ampliar estos aspectos recomendamos encarecidamente el excelente libro de nuestro amigo José Carlos Gutiérrez Pérez, "Martos y su comarca en la Baja Edad Media" que concede un especial tratamiento a nuestro castillo tosiriano.
 
Con los Reyes Católicos de felicísima memoria las órdenes militares dejaron de sufrir conflictos internos, pues las controlaron efectivamente como hicieron con muchos nobles díscolos y ambiciosos. El año 1523 sería nombrado Gran Maestre de las órdenes militares españolas Carlos I de España y V de Alemania. Sin embargo, los pleitos de jurisdicciones diocesanas y calatravas no se extinguieron nunca. A partir de 1240, nuestro actual territorio sería conocido como Vicaría o Partido de Martos, formado por los castillos, lugares, villas y tierras de Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava, Lopera, Porcuna, Víboras y muchos otras poblaciones que irían desapareciendo en el correr del tiempo, como Benzelá, Torre Alcázar, etcétera: un territorio con personalidad propia cuya capital era Martos. Además de nuestro Partido de Martos y los pueblos que lo conformábamos, la Orden de Calatrava tenía otros enclaves en la Diócesis de Jaén: Torres, Jimena, Recena, Sabiote y Canena.
 
Como bien señala D. Francisco Juan Martínez Rojas:

"Desde el primer momento, en los territorios de las órdenes militares el señorío civil estuvo unido a la exención eclesiástica frente a la autoridad de los obispos, aunque el tipo de jurisdicción dentro de estas demarcaciones variaba. El partido de Martos de la orden de Calatrava gozaba de una jurisdicción por la que se le consideraba como un territorio dentro de la diócesis de un obispo, y, en consecuencia, los responsables religiosos de la orden carecían de potestad para dar dimisorias a los clérigos que tenían que ordenarse, y no podían llamar a un obispo extraño para que ejerciera pontificales dentro del territorio, ni les estaba permitido reservarse la absolución dentro de ciertos casos en el foro penitencial, conocer las causas matrimoniales, dar licencias para confesar y predicar, y conceder indulgencias. Estas atribuciones sólo correspondían al obispo en cuya diócesis estaba enclavado el territorio de la orden".
 
Las controversias y disputas tenían que dirimirse con las concordias. A lo largo de los siglos fueron muchas las concordias que se tuvieron que firmar entre calatravos y obispos giennenses: la de 1245, la de 1252, la de 1256, la de 1344, la de 1382, 1591 y 1720.
 
Las órdenes religioso militares eran incómodas para el espíritu revolucionario burgués del siglo XIX. El "rey" intruso José Bonaparte trató de exterminar a las órdenes religioso militares, decretando su disolución. Los liberales de las Cortes de Cádiz en 1812 quisieron absorber para el Estado los bienes de todas la órdenes religiosas, incluidas las militares. Pero, tras la expulsión del invasor napoléonico, las órdenes religioso-militares fueron restablecidas por Fernando VII. Con la desamortización, se trata de asestarles otro atroz golpe. Se restablecen un poco con el Concordato firmado por el gobierno de Narváez con la Santa Sede.
 
En plena tormenta revolucionaria, el Obispo de Jaén Monseñor Antolín de Monescillo convoca un Sínodo en 1872. La situación en España es de una incertidumbre tremenda, tras el triunfo de la Revolución de 1868 que derroca del trono a Isabel II que lo ocupaba contra toda legitimidad (puesto que el trono correspondía a la legítima línea sucesoria de su tío Carlos María Isidro de Borbón), el caos está servido. Los revolucionarios, con Prim al frente, habían tratado de traer un rey extranjero que se acomodara a los delirios democráticos y progresistas y por fin se había traído a Amado de Saboya, un rey que no cosechó grandes adhesiones ni simpatías ni por unos españoles ni por otros.
 
Monseñor Monescillo invita a los calatravos al Sínodo convocado, pero se encontrará con la resistencia del Vicario del Partido de Martos, frey José de Morales y Prieto que ordena a los curas de nuestros pueblos a cerrarse en banda y no acudir a la convocatoria del obispo. Pero, ¿quién era Frey José de Morales y Prieto?


FREY DON JOSÉ DE MORALES Y PRIETO

 
 
Nacido en Arjona el año 1840 en el seno de una linajuda familia urgabonense, era hijo de D. Rafael Morales y Alférez y de doña Francisca Prieto y Bustamante, matrimonio de mucho abolengo y grandes hacendados. Estudió en el Seminario de Baeza, en el Instituto de Jaén, bajo la égida de Muñoz Garnica y los grandes que allí impartieron disciplina, saber y doctrina. Prosiguió sus estudios en Sevilla, Madrid y Granada. Era un hombre de una vastísima cultura, habiendo cursado sendos estudios en Sagrada Teología, Hebreo, Griego, Derecho Canónico y Disciplina Eclesiástica, Derecho Civil, Filosofía y Letras y Literatura e Historia, doctorándose en Madrid. Cantó su primera misa en 1864 y en 1866 era Cura Ecónomo de San Martín de Arjona. Opositó a Curatos de las Órdenes Militares. Y en 1869 había obtenido la parroquia de Santa María de la Villa de Martos, principal del Partido de Martos. En 1868 se le nombró Canónigo de Jaén. Se opuso a jurar la Constitución de 1869 y por eso mismo tuvo que sostener su parroquia con su bolsillo y sus propios haberes: bien podía haberse doblegado a las requisitorias revolucionarias y no le hubiera costado sufragar su curato, pero se ve que no era éste hombre que se lo llevara el aire. En 1872 estuvo en Torredonjimeno, para reconciliar la parroquia de Santa María que había sido objeto de una profanación en la noche del Jueves Santo. Frey José de Morales y Prieto no era de la Orden de Calatrava, sino de la de Alcántara por concesión de Isabel II y llegó a ser Gran Maestre y Administrador Apostólico de las Órdenes Militares. Se distinguió por su recia piedad, poniendo siempre sus cuantiosos caudales al servicio del mayor ornato religioso: restauró las imágenes de Santos Bonoso y Maximiano, patronos de la su villa de Arjona y pagó la urna de estilo gótico en que se custodian las reliquias de estos santos mártires (al menos, hasta 1936). En Martos fundó la Congregación de Nuestra Señora de la Saleta, pagando de su bolsillo la imagen de la Virgen. (2) Como dato curioso, podemos decir que entre nuestros vecinos se encuentra todavía alguna descendiente de la familia de este Vicario cuya identidad vamos a reservarnos por discreción. El Doctor Frey Don José de Morales y Prieto falleció el 21 de junio de 1918 en Madrid y su cuerpo embalsamado fue trasladado desde Madrid a Arjona, para recibir cristiana sepultura en la cripta de la Capilla de la Purísima de la Iglesia de San Martín de Arjona, capilla que dotó generosamente con una talla de la Purísima, copia de la Purísima de Murillo que estaba en el Louvre de París.
 
Frey José de Morales y Prieto era el Vicario del Partido de Martos de la Orden de Calatrava cuando, en esos tiempos tan revueltos, Monseñor Monescillo, Obispo de Jaén, convoca a todos al Sínodo. La actitud de Frey José de Morales no se hizo tardar. El 25 de marzo de 1872 enviaba a todos los curas de las parroquias calatravas de su vicaría una circular en la que decía:
 
"Hemos acordado, prevenir a nuestos párrocos y coadjutores (...) se abstengan de aceptar oficiosamente la invitación que se les hace por el Reverendísimo Obispo de Jaén; y mucho menos concurrir al nombrado sínodo (...) y a los párrocos y coadjutores de las iglesias del Orden de Calatrava de esta nuestra diócesis mandamos lo mismo".
 
Sería la última resistencia de los calatravos a la autoridad diocesana. Con la proclamación de la nefasta I República, tras la abdicación de Amadeo de Saboya, se decretó y ejecutó la supresión de las órdenes religioso militares. Y será entonces cuando, arreciando estas tempestades que se ciernen contra la Iglesia y las órdenes militares, el Papa Pío IX emite la bula "Quo gravius" (14 de julio de 1873) por la que decreta y ejecuta la supresión de las jurisdicciones de las órdenes religioso-militares. Más tarde, las órdenes militares serían restauradas en España, pero la supresión pontificia de las jurisdicciones supuso la completa absorción de nuestro territorio en la Diócesis de Jaén.
 
En 645 años (desde 1228 hasta 1873) la Orden Religioso Militar de Calatrava nos hizo, defendiendo estas tierras y combatiendo al invasor, para liberar España; poblando con gentes aguerridas nuestros lugares, villas y castillos; trayendo de toda España a hombres y mujeres de frontera que formaban (ellas también) las guarniciones de nuestros castillos. La Orden de Calatrava nos hizo como somos y por eso nadie puede extrañarse que cuando los que hemos nacido aquí vamos a algún pueblo de La Mancha, antiguo dominio calatravo, encontramos siempre algo tan familiar, tan nuestro, pues allí donde estuvo Calatrava no solo dejó escritas las más gloriosas páginas de nuestra Reconquista, no sólo dejó cuajadas nuestras fachadas de sus cruces flordelisadas, no sólo dominó materialmente los territorios que ganó por su brazo, sino que a todos sus hijos nos imprimiío un mismo espíritu de orgullo y de combate.
 
 
NOTAS:
 
(1) Archivo Histórico Nacional. Órdenes Militares. "Carta de cambio entre el rey don Fernando IV y el Maestre y Orden de Calatrava del castillo de Ossaria por San Esteban del Puerto", 1303, abril, 10. Convento de Calatrava. Citado por Francisco José Téllez Anguita, en "Un análisis de religiosidad popular. Las cofradías penitenciales de Torredonjimeno", Editorial Jabalcuz, Torredonjimeno, año 2001.
 
 
(2) A nuestro juicio es muy interesante que frey José de Morales y Prieto tuviera esta predilección por la Virgen de la Saleta. Notre Dame de La Salette es el nombre francés por el que se conoce a la Virgen de la Saleta o Salette, que es una advocación que surgió por las apariciones de la Virgen María en septiembre de 1846 en el pueblo de La Salette-Fallavaux (Isère, en los Alpes de Francia). Los niños pastores Mélanie Calvat y Maximino Giraud fueron los dos videntes de una "Bella Dama". Estos dos niños recibieron de la Virgen dos secretos de claro contenido apocalíptico, que revelaban el estado de ruina que se cernía sobre la Cristiandad por la infiltración de sus enemigos en la Iglesia Católica: esta mariofanía dio lugar a los llamados "Apóstoles de los Últimos Tiempos", profetizados en el siglo XVIII por San Luis María Grignion de Montfort y pedidos por la Virgen en la Salette. La preferencia que mostró frey José de Morales por esta advocación, creando una Congregacíon en Martos, da cuenta de sus inquietudes religiosas.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
 
Gutiérrez Pérez, José Carlos, "Martos y su comarca en la Baja Edad Media", Gráficas La Paz, Torredonjimeno, 2009.
 
Téllez Anguita, Francisco José, "Un análisis de religiosidad popular. Las cofradías penitenciales de Torredonjimeno", Editorial Jabalcuz, Torredonjimeno, 2001.
 
Martínez Rojas, Francisco Juan, "Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén", Obispado de Jaén, Jaén, 1999.

Morales y González, Luis, "Don Juan Morales el Quinto de Soria, un Obispo soriano en la Diócesis de Jaén (1334-1357)", en DOCE LINAJES DE SORIA
 
DON LOPE DE SOSA.
 
Argote de Molina, Gonzalo, "Nobleza de Andalucía".
 
REVISTA CULTURAL ÓRDAGO: en especial, el artículo "Torredonjimeno alza sus estandartes contra Enrique IV el Impotente", Luis Gómez López, número 6, Torredonjimeno Mayo 2006.

 
 
 

miércoles, 8 de abril de 2015

“TORREDONJIMENO ES UN PUEBLO MUY TRABAJADO POR LAS SECTAS”. VISITA DEL PADRE TARÍN A LA LOCALIDAD EN 1896




VISITA DEL PADRE TARÍN A TORREDONJIMENO EN 1896.

Luis Gómez López


"Retrato de Francisco de Paula Tarín"

En otra entrada de este mismo blog ya tuve la ocasión de referirme a la visita que el P. Tarín hiciera a Torredonjimeno en el año 1896. (Ver entrada: “El Padre Tarín. De Linares a Torredonjimeno”). Las misiones populares eran frecuentes en esos años, y hombres muy valiosos y llenos del Espíritu Santo, recorrían las provincias y pueblos de España en un afán incansable por evangelizar al pueblo.

Las órdenes religiosas tuvieron un especial interés en este hecho, y los jesuitas, con el P. Tarín a la cabeza, o los redentoristas con el P. Sarabia al frente, fueron quizás los mejores exponentes de estas misiones populares de finales del XIX y principios del XX.



"Caricatura de la época donde se parodia el sistema político de la Restauración"

En 1896 España vivía una época política llena de inestabilidades. La Restauración vivía momentos convulsos con la aparición en la escena política de nuevos partidos de corte izquierdistas o anarquista. La religión había sido relegada y postergada y es por ello que las misiones tenían un papel fundamental en esas fechas.  Dichas misiones eran solicitadas por vecinos o sacerdotes diocesanos, los cuales pedían  a los santos varones que acudiesen a predicar en localidades que según estos, estaban especialmente necesitadas de catequesis o de evangelización. La falta de caridad y de religión hacía que las sectas creciesen con gran rapidez, y el esoterismo, la masonería y el radicalismo anticlerical se instalaban en los pueblos.  


"Vista de la plaza de la Constitución de Torredonjimeno principios de s. XX"

El P. Tarín recala en Torredonjimeno en 1896 –según nos comenta el P. Alberto Risco- y al parecer, no era una plaza fácil esta. Dice así el biógrafo jesuita sobre Torredonjimeno en su relato: “A la misión de Torredonjimeno se ve que entró con cierto recelo y temor. Era un hueso duro de roer, y por eso mismo pidió oraciones a la Esclava del Sagrado Corazón” diciéndole “Es de compromiso esta misión; porque muy trabajado esta el pueblo por las sectas, por la indiferencia religiosa y por los bandos políticos, se resiste a la Gracia tenaz y obstinadamente. Ayúdeme por caridad con oraciones; si llega éste antes del domingo, y quisieran, aplicar una Comunión, ¡cuánto les tendría que agradecer el padre Tarín!”

Según el que fuera Cronista oficial de Torredonjimeno, el sacerdote D. Juan Montijano, el P. Tarín llegó a realizar una conversión durante sus predicaciones en la localidad de uno de los masones locales, perteneciente éste a la “Logia Unión Fraternal”. (Véase entrada en este mismo blog, “Órdago con El León de Cristo”)

El resultado de las oraciones de las monjas del Sagrado Corazón no se hizo esperar, y al poco, escribe el Venerable P. Tarín sobre el tema: “Las oraciones de sus Esclavas no las desatiende nunca Dios, porque no son sus esclavas, sino sus esposas, y por eso, si, desconfiando de sus propias fuerzas, desfallecía el apóstol, como se ve en la carta del 4 de febrero, ya el día 10 había palpado a ojos vista la eficacia de la oración de las Esclavas, y dice a la M. Magdalena, lleno de entusiasmo:«¡Cuánto hubiera usted gozado si con un catalejo hubiera visto lo que yo he visto en estos cuatro días y cuatro noches última.»'! Anteanoche confesé doscientos hombres; hoy he dado la Comunión a cuatrocientos; no bajaban de seis mil las persona que oían las pláticas de estos días. ¡Gloria al Divino Corazón! Rueguen mucho por mis intenciones y por mí, pecador.»”

Tal y como se puede constatar por estas referencias, la predicación del P. Tarín en el año 1896 en la localidad fue un éxito sin precedentes. Cientos de hombres y de mujeres acudían a sus predicaciones, y movidos por ellas, se practicaban conversiones y se realizaban confesiones sin cesar. El P. Tarín, que había visitado casi todas las localidades de la provincia, dijo de las tierras y personas de Jaén: “Aquí la tierra es dura y el corazón de plata” El suceso de Torredonjimeno le dejó a nuestro predicador hondamente conmovido, y días después, el día trece de marzo, desde Estepa donde se hallaba por entonces seguiría escribiendo sobre el tema argumentando que: “Bien se ha conocido—le dice—en la misión de Torredonjimeno que algunas almas muy llantas pedían por ella, porque lo sucedido allí es del número de lo milagroso que acontecía a San Vicente Ferrer, a Beato Diego de Cádiz y a otros” Al parecer, y según relata la propia M. Magdalena, el padre Tarín le contó de viva voz que el suceso y conversiones ocurrido en Torredonjimeno se debió fundamentalmente a la pronunciación de determinadas palabras que Dios o El Espíritu Santo puso en su boca durante dichas predicaciones, las cuales, el P. Tarín quedó en decírselas en otra ocasión, una vez pasase por la residencia de la M. Magdalena.


"El P. Tarín fue durante su vida un misionero incansable, recorriendo miles de kilómetros por los pueblos de España, en especial los de Andalucía"

El paso de los años corre inexorablemente. El P. Tarín realiza viajes por toda la geografía peninsular, muy en especial por estas tierras del sur de España, tan castigadas por las necesidades, el desempleo y el hambre. A ellas les dedica gran parte de su atención, y allí donde es necesitado  y solicitado, acude raudo y veloz de manera incansable.

Pero los vaivenes políticos no cesan. Las cosas vuelven a cambiar, y la década de 1900 es igual de tumultuosa que la de la Primera República. La gente se vuelve a alejar de las iglesias. El anticlericalismo crece y los partidos políticos arremeten contra el clero y la iglesia de forma brutal.

El 8 agosto de 1909 vuelve a pasar nuestro predicador por la localidad “Uno de los pueblos más queridos del Padre” –nos dice el biógrafo jesuítico. Lo que allí se encuentra no tiene nada que ver con las vivencias del pasado. Así se lo deja escrito el P. Tarín a la madre Concepción Heredia, religiosa de la compañía de María: “Aquí estoy dando Ejercicios a las Religiosas de la Compañía de María y al pueblo; pero éste no responde como doce o catorce años atrás. No sé qué tiene este imperio de los'... (Pone el nombre dé un político), que hiela el corazón del pueblo Español, y lo hunde en el abismo de la más glacial indiferencia religiosa. No espero que les ilumine Dios, porque no quieren ellos; ni aun las llamas de Barcelona, porque no saben lo que significan”.




 "Imagen de Barcelona en llamas. El radicalismo anarquista, a sueldo de los países extranjeros, provocan disturbios para desestabilizar España. El Padre Tarín escuchaba con recelo estas noticias y se preguntaba si la gente, excitada en el odio y la violencia, sabría verdaderamente donde llevaría esa actitud "

El P. Tarín, con honda amargura, escribe estas letras para diferenciar lo que era la gente de Andalucía hacía catorce años antes y en lo que se había convertido esa misma gente en esos años. La referencia a Barcelona es clara. Los sucesos de “La Semana Trágica” están en el orden del día. Las revueltas y las huelgas, propiciadas por partidos izquierdistas y a pagadas con dinero extranjero, intentan desestabilizar al gobierno de la nación. En Barcelona se protesta por los reclutamientos de nuevos soldados que han de combatir en el norte de África. Las represiones son disueltas de manera dura. Agitadores y propagandistas a sueldo de partidos políticos extranjeros incendian las calles y provocan tumultos. El P. Tarín sabe que ese no es el camino, pero duda de que la gente entienda lo que allí está pasando.   





"Instantánea que recoge al P. Tarín en su sepelio"

Pocos meses después de escribir esta epístola y de visitar nuestra localidad. El venerable P. Tarín, “El León de Cristo”, el 12 de diciembre de 1910, y rodeado de olor de santidad, moriría en Sevilla después de una vida dedicada al apostolado y a la evangelización

BIBLIOGRAFÍA:
-Diarios "El Siglo Futuro" (Varios números)
-Vida popular del P. Francisco TarínVALDÉS SANCHO, J.M. (S.J.) Sevilla, 2006
-Revista Cultural Órdago (Varios números)


martes, 7 de abril de 2015

UNA POSIBLE ETIMOLOGÍA DEL TOPÓNIMO DE "LOCUBÍN"

Foto de Manolo Fernández.
Estela con Triskel, swástica de tres brazos céltica
 
 
ENTRE EL BOSQUE SAGRADO
Y EL DIOS CELTA LUG

 



 Para mi amiga Txío Basauri,
madre y esposa ejemplar, en su cumpleaños.


 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
La etimología estudia el origen de los nombres. No existe un estudio exhaustivo que ofrezca explicación convincente de multitud de topónimos de nuestro término, comarca ni provincia. La etimología dista mucho de ser una ciencia exacta y más todavía cuando hablamos de una tierra como es la nuestra, con tanta historia e influencias culturales tan diversas desde el principio de los tiempos.  A veces se corre el peligro de "etimologizar" desbarrando y si no se me cree, que se lo digan al gran San Isidoro de Sevilla que, sin que ello ensombrezca su portentosa inteligencia, especuló con las más asombrosas etimologías.
 
Sin ánimo, por lo tanto, de sentar cátedra, sí que no desaprovecharé la ocasión de aportar una posible (no digo nada más que posible) etimología de uno de los topónimos jaeneros sobre el que se ha conjeturado mucho, proponiendo muchas hipótesis sobre su etimología, sin que todavía haya nada definitivo. Me refiero al nombre de la localidad hermana de Castillo de Locubín y, especialmente, me centraré en el "Locubín" que es el vocablo más enigmático que forma el topónimo.
 
Digo que se ha especulado bastante sobre la etimología de "Locubín". Sobre ello, D. Manuel Peñalver Castillo, en el V Pregón de la XXI Fiesta de la Cereza de Castillo de Locubín, ofreció una magistral síntesis. Dice Peñalver Castillo que el vocablo "Locubín" ha sido:

"...investigado etimológicamente por estudiosos y especialistas. ¿Qué significa?; ¿águilas, como precisa Concepción Castillo en su "Historia de Castillo de Locubín"?; ¿cuevas, como preconizaba Rafael Álvarez de Morales en un texto tan ilustrativo como "Con un castillo en su nombre"?; ¿agua, como afirmaba Carmen Juan Lovera, la archivera y bibliotecaria de Alcalá la Real?; ¿embalse, como piensan prestigiosos latinistas que consideran que la ascendencia etimológica está en la palabra latina "cupa"?; ¿lugar pequeño, como defienden otros estudiosos al estimar que Locubín viene del acusativo latino "locu(m)+el sufijo "in"?".
 
También apunta el mismo estudioso que "Locubín" aparece mencionado en el "Laberinto de Fortuna" de Juan de Mena (1411-1456). Y, en efecto, la referencia la conocíamos por nuestra lectura hace años de este poema, en el que dice Mena:
 
"El séptimo Alfonso, su rebisabuelo,
Querrá ser vencido de su rebiznieto,
E porque sea famoso, perfecto,
Habrá mayor gloria de gozo en el cielo;
No embargante que puso por suelo
Todos los reyes de Benamerín,
Ganó más las cuevas y a Locubín
Con muy animoso, magnífico celo".
 
También señala Peñalver Castillo que para Sebastián de Covarrubias y Horozco, en el "Tesoro de la lengua castellana o española", el término "Locubín" se identifica con "río de la provincia de Jaén". No estoy cualificado para refrendar ni refutar las hipótesis que se han planteado sobre el origen de la palabra "Locubín", pero pongo a la consideración de los filólogos y otros estudiosos un dato que sí que podría esclarecer un remotísimo origen del vocablo.
 
Desde las terminales que imponen la imagen de nuestra historia se nos insiste tanto en el pasado "andalusí" que se nos olvida que mucho antes de la ocupación extranjera de España por la fuerza islámica, en la Península Ibérica hubo visigodos, hubo romanos, hubo cartagineses, iberos indígenas... Y hasta celtas no menos autóctonos. Cuando se habla de la cultura celta se corre el peligro de localizarla en las actuales naciones y regiones que han hecho de sus orígenes célticos un instrumento (muchas veces político) de su identidad particular, casi siempre con el propósito de diferenciarse de las regiones limítrofes: es el caso de Irlanda, Gales, Bretaña francesa o nuestra Galicia. Sin embargo, está suficientemente demostrada la presencia celta en zonas de Andalucía, tan alejadas de esas tradicionales regiones europeas frecuentemente identificadas con lo céltico. La arqueología, la historiografía, la epigrafía y la filología han aportado pruebas de tal solidez que, por poco divulgadas que estén, no creo necesario detenerme en ello. Como dato baste decir que el antiguo topónimo prerromano de Porcuna (a saber, Obulco) es de indudable filiación celta y, en algunas monedas halladas, se ha podido advertir como hiciera en su día Caro Baroja, que los régulos de la antiguo Obulco tenían nombres de raigambre céltica. Esto ayudará un poco para ponernos en condiciones de admitir que la presencia celta en nuestra zona no es ningún disparate; otra cosa bien distinta es que no se le preste tanta atención a esta parte de nuestro pasado, mientras se nos abruma bajo el peso de fantásticas elucubraciones sobre la omnímoda mahometanización de nuestra Andalucía.
 
Falta mucho para tener una comprensión exacta de la religión de los celtas, por mucho motivos. Entre estos motivos apuntemos que las fuentes romanas (Julio César en su "Guerra de las Galias", p. ej.) trataron de comprender a los dioses celtas mediante la comparación de estos con las funciones atribuidas a los dioses de Roma; y tampoco olvidemos que se ha fabulado mucho y se sigue fabulando en nuestros días todavía con esas patrañas de la "nueva era" y el neopaganismo que desfiguran y fantasean mucho con el druidismo. Pero, a pesar de todo esto, podemos decir que tenemos una cierta idea del nombre de las divinidades que recibían culto por los celtas y algo sabemos de esta religión, discriminando todos los extraños elementos que posteriormente han podido adulterar el fenómeno religioso celta. El prestigioso filósofo de las religiones Mircea Eliade dice que, en el ciclo del asentamiento celta en Irlanda, los celtas, llamados "Tuatha Danann" (las tribus de la diosa Dana) fueron acaudillados por el dios Lug (Lugh, Lugus) en la Magh Tuiredh (gran batalla) entablada por los celtas contra la raza degenerada de los "fomhoires" en Irlanda, tras esta batalla en que vencieron, muchos "fomhoires" fueron exterminados y los sobrevivientes fueron expulsados de la verde Erin. 

Según las conjeturas de algunos el nombre "Lug" procede del indoeuropeo "negro", aunque otros -como Jean Markale- dicen lo contrario, identificando "Lug" con el color "blanco", "brillante". De todos modos se asocia con los cuervos, como así se plasma en algunas estelas a él dedicadas. Entre los atributos de Lug también figura una lanza (llamada "Gai Bolga" que, traída de la hiperbórea isla de Assal, asegura la victoria y que, entre sus poderes, contaba con el de volver a la mano de su dueño tras haber sido lanzada; algo similar al martillo Miöllnir del dios nórdico Thor), por su lanza Lug tenía el epíteto de "Lamfada" (el de la Larga Lanza). Según D. Antonio Medrano, Lug recibe también el epíteto de "Samildanach" ("el de los muchos dones"), siendo el dios de la música, la poesía, la claridad, la lucidez, todos términos apolíneos, por lo que se le ha vinculado al Apolo (también personaje mitológico con raíces hiperbóreas).

Es, además de esto, un dios guerrero, temible para los enemigos y protector de sus guerreros devotos. Algunos historiadores de las religiones, así como lo ligan al Apolo de las mitologías mediterráneas, han relacionado a Lug con el Wotan/Odín de las mitologías germánicas (aquí es importante advertir la ligazón que Lug, al igual que Wotan, tiene con el cuervo).

Lug desempeñará un importante papel en la batalla de Magh Tuiredh y dice Eliade que: "Es justamente después de esta batalla [Magh Tuiredh] cuando llegan a la isla los primeros celtas, provenientes de España".

Foto de Manolo Fernández.
Representación de Lug, según el artista argentino
Roberto Alvariño

Teniendo en cuenta que los celtas asentados en Irlanda procedían de Hispania, no será extraño por lo tanto que encontremos vestigios de Lug en los antiguos dominios celtas de Europa y tampoco falta en la Península Ibérica. El teónimo "Lug" está presente en nombres de ciudades tan alejadas entre sí como lo está Lyon de Lugo: la ciudad francesa de Lyon fue la romana Colonia Copia Claudia Augusta Lugdunum y en "Lugdunum" conserva el "Lug", viniendo "Lugdunum" a significar "ciudad" -"dunum" en lengua celta- de Lug; y en el caso del Lugo gallego dos son las hipótesis que se barajan de su etimología: unos lo derivan del latín "Lucus Augusti" (donde "Lucus" significa "bosque sagrado": o sea, el bosque sagrado de Augusto) y otros de la divinidad celta "Lug".

Locubín podría, en efecto, proceder del término latino "Lucus" (bosque sagrado); pero tampoco deja de ser curioso que su etimología pueda derivar de una de las múltiples formas que el teónimo céltico de Lug adopta, pues además de Lug, indistintamente se le llamaba también Lugh, Lugus... Sobre este particular, nos dice J. M. Blázquez que "Este mismo dios [Lug] aparece en la Península [Ibérica] con otros nombres, todos ellos con la misma radical". Y sigue apuntando el mismo prestigioso estudioso de las religiones prerromanas de Hispania que: "Otras variantes del mismo teónimo son Lúcubo Arquienobo, Locoubu Arquieni y Lucubu Arquienis, que se leen en dedicatorias votivas en los pueblos lucenses de San Martín de Linarán, Sinoga y San Vicente de Castellones con letras del siglo II."

Lug, Lugh, Lugus, Lúcubo, Locoubu, Lucubu, Lucoubu, Locubo... ¿por qué no podría ser también que este ancestral teónimo se hubiera mutado con el paso de miles de años en "Locubín"?


BIBLIOGRAFÍA:


Transcripción del Pregón (referido en el texto) a cargo de D. Manuel Peñalver Castillo, publicado en la Revista de la "Feria y fiestas en Honor de Ntro. Padre Jesús". Castillo de Locubín, Jaén, Septiembre de 2004.

Eliade, Mircea y Couliano, Ioan P., "Diccionario de las religiones".

Blázquez, José María, "Imagen y Mito. Estudios sobre religiones mediterráneas e ibéricas".

Blázquez, José María, "Primitivas religiones ibéricas. Religiones prerromanas".

Markale, Jean, "Les celtes et la civilisation celtique", París, 1973.

Medrano, Antonio, "La lucha contra el dragón. La tiranía del ego y la gesta heroica interior".

Caro Baroja, Julio, "Los pueblos de España" (dos volúmenes; nuestra referencia se halla en el primero).