lunes, 13 de abril de 2015

AÑO 1872: LA ÚLTIMA RESISTENCIA DE LOS CALATRAVOS

El muy ilustre arjonero Doctor Frey Don José de Morales y Prieto,
Vicario del Partido de Martos de la Orden de Calatrava.

 
NUESTRA MATRIZ: LA ORDEN DE CALATRAVA
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
La Orden Religiosa y Militar de Calatrava se  fundó el año 1158, cuando la Orden de los Templarios abandonó la villa de Calatrava (hoy en Ciudad Real) y unos frailes cistercienses se comprometieron a defender aquel bastión. Los templarios habían recibido el cometido de defender Calatrava el año 1150, pero la amenaza andalusí hizo que la entregaran al rey Sancho III, viéndose incapaces de frenar la acometida musulmana. Esto suscitó el problema de quién acudiría a defender de la amenaza arábiga a este enclave estratégico. El rey Sancho III ofreció conceder la villa de Calatrava a quienquiera que se arriesgara a asistirla en este trance y entonces fue cuando Raimundo abad del monasterio cisterciense de Fitero y su correligionario el monje Diego Velázquez, se comprometieron a defender Calatrava. Los monjes cistercienses reclutaron en Navarra, Aragón y La Mancha a unos 20.000 hombres, monjes y soldados, para la empresa. Con ello se despejó la amenaza mahometana y se fundaba así la Orden de Calatrava que, desde ese tiempo, se convirtió en una de las grandes protagonistas de la Reconquista, participando -entre tantas y tantas gloriosas gestas imposible de contar- en la victoriosa jornada de las Navas de Tolosa de 1212.
 
Andújar y Martos habían sido cedidas por el reyezuelo moro al Bayyasi a Fernando III el Santo en el año 1225, declarándose vasallo del Santo Rey. En un primer momento Fernando III encarga la custodia de estos castillos (tan importantes para el control del territorio y la posterior ofensiva que harían caer Córdoba y Sevilla) a Álvar Pérez de Castro. Este Álvar Pérez de Castro tenía un escudero vascuence, Martín Fernández de Arciniega, cuyos descendientes se convertirían en alcaides del castillo de Torredonjimeno. En el mes de diciembre de 1228 el Santo Rey Fernando hace donación del castillo de Martos, con sus territorios adyacentes, a la Orden Religioso Militar de Calatrava.
 
El año 1251 el mismo Rey Fernando trata de terminar con los pleitos jurisdiccionales que se producen por el territorio entre los calatravos de Martos y los del Concejo de Jaén, acometiendo la tarea de amojonar las lindes para que no haya controversias entre los de Jaén y los calatravos. La documentación que de este amojonamiento se conserva no cita a Torredonjimeno y en esto se basan algunos historiadores para decir que Torredonjimeno no existía. Y, en efecto, Torredonjimeno no pertenecía a la Orden de Calatrava en el año 1251, sino que no será hasta el año de 1303 cuando los calatravos la obtengan y ello sería a través de un canje con el Rey: los calatravos le daban el castillo de San Esteban del Puerto a Fernando IV y el Rey les cedía el castillo que en el documento se hace llamar "el castillo de Ossaria" (1). Esto tendría que dejar claro de una vez por todas que la Ossaria que San Eulogio cita es, como siempre ha dicho la tradición (desde fray Juan Lendínez, pasando por fray Alejandro del Barco y Juan Montijano), nuestra Torredonjimeno.
 
A partir de 1303 nuestra localidad se convertirá en un enclave calatravo y de gran entidad en lo que respecta a protagonismo histórico, puesto que los pleitos con el Concejo y la Diócesis de Jaén no se ventilaron definitivamente con el amojonamiento establecido por Fernando III el Santo en 1251 (y que sería ratificado por su hijo Alfonso X el Sabio el año 1254). Por eso en 1344 se asistirá en el castillo de Torredonjimeno a la concordia entre la Orden, representada por el maestre Juan Núñez de Prado y el obispo de Jaén, el soriano Juan de Morales. Sería largo y queda fuera de nuestro propósito relatar las vicisitudes por las que pasa nuestro territorio en el curso de la Baja Edad Media, pero digamos que las tensiones entre candidatos a la Maestría de la Orden fueron bastante frecuentes, de ahí que, por ejemplo, en el año 1325, el Maestre Juan Núñez de Prado se quejara de que los del castillo de Torredonjimeno no quisieran recibirlo, por ser los tosirianos adictos a Garci López de Padilla, al que tenían como Maestre legítimo; Garci López de Padilla no renunciaría a su Maestrazgo hasta 1329.  El puesto de Maestre será muchas veces cuestionado por los llamados "maestres intrusos" y, a veces, por la inmensa mayoría de los caballeros calatravos: así sucedió con Enrique de Villena "El Nigromante", al que en 1406 los calatravos le negarían obediencia y que a la postre sería depuesto, ocupando su cargo Luis González de Guzmán, el que mandó levantar nuestro Molino del Cubo. Como podemos ver, el Maestrazgo será una fuente de conflictos en el mismo seno de la Orden de Calatrava. El territorio calatravo experimenta a lo largo de estos tiempos adiciones en algunas ocasiones y en otras ocasiones se le mengua en sus villas, así fue como Alcaudete dejó de pertenecer a la jurisdicción calatrava en el año 1385 para ser señorío de la Casa de los Montemayor. Las guerras intestinas del siglo XV que enfrentan a los cristianos convertirán a Torredonjimeno en capital de la rebelión, estableciendo en Torredonjimeno su cuartel general el Maestre de Calatrava Pedro Girón, desde donde podía atacar mejor las tierras del Condestable Miguel Lucas de Iranzo. Para ampliar estos aspectos recomendamos encarecidamente el excelente libro de nuestro amigo José Carlos Gutiérrez Pérez, "Martos y su comarca en la Baja Edad Media" que concede un especial tratamiento a nuestro castillo tosiriano.
 
Con los Reyes Católicos de felicísima memoria las órdenes militares dejaron de sufrir conflictos internos, pues las controlaron efectivamente como hicieron con muchos nobles díscolos y ambiciosos. El año 1523 sería nombrado Gran Maestre de las órdenes militares españolas Carlos I de España y V de Alemania. Sin embargo, los pleitos de jurisdicciones diocesanas y calatravas no se extinguieron nunca. A partir de 1240, nuestro actual territorio sería conocido como Vicaría o Partido de Martos, formado por los castillos, lugares, villas y tierras de Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava, Lopera, Porcuna, Víboras y muchos otras poblaciones que irían desapareciendo en el correr del tiempo, como Benzelá, Torre Alcázar, etcétera: un territorio con personalidad propia cuya capital era Martos. Además de nuestro Partido de Martos y los pueblos que lo conformábamos, la Orden de Calatrava tenía otros enclaves en la Diócesis de Jaén: Torres, Jimena, Recena, Sabiote y Canena.
 
Como bien señala D. Francisco Juan Martínez Rojas:

"Desde el primer momento, en los territorios de las órdenes militares el señorío civil estuvo unido a la exención eclesiástica frente a la autoridad de los obispos, aunque el tipo de jurisdicción dentro de estas demarcaciones variaba. El partido de Martos de la orden de Calatrava gozaba de una jurisdicción por la que se le consideraba como un territorio dentro de la diócesis de un obispo, y, en consecuencia, los responsables religiosos de la orden carecían de potestad para dar dimisorias a los clérigos que tenían que ordenarse, y no podían llamar a un obispo extraño para que ejerciera pontificales dentro del territorio, ni les estaba permitido reservarse la absolución dentro de ciertos casos en el foro penitencial, conocer las causas matrimoniales, dar licencias para confesar y predicar, y conceder indulgencias. Estas atribuciones sólo correspondían al obispo en cuya diócesis estaba enclavado el territorio de la orden".
 
Las controversias y disputas tenían que dirimirse con las concordias. A lo largo de los siglos fueron muchas las concordias que se tuvieron que firmar entre calatravos y obispos giennenses: la de 1245, la de 1252, la de 1256, la de 1344, la de 1382, 1591 y 1720.
 
Las órdenes religioso militares eran incómodas para el espíritu revolucionario burgués del siglo XIX. El "rey" intruso José Bonaparte trató de exterminar a las órdenes religioso militares, decretando su disolución. Los liberales de las Cortes de Cádiz en 1812 quisieron absorber para el Estado los bienes de todas la órdenes religiosas, incluidas las militares. Pero, tras la expulsión del invasor napoléonico, las órdenes religioso-militares fueron restablecidas por Fernando VII. Con la desamortización, se trata de asestarles otro atroz golpe. Se restablecen un poco con el Concordato firmado por el gobierno de Narváez con la Santa Sede.
 
En plena tormenta revolucionaria, el Obispo de Jaén Monseñor Antolín de Monescillo convoca un Sínodo en 1872. La situación en España es de una incertidumbre tremenda, tras el triunfo de la Revolución de 1868 que derroca del trono a Isabel II que lo ocupaba contra toda legitimidad (puesto que el trono correspondía a la legítima línea sucesoria de su tío Carlos María Isidro de Borbón), el caos está servido. Los revolucionarios, con Prim al frente, habían tratado de traer un rey extranjero que se acomodara a los delirios democráticos y progresistas y por fin se había traído a Amado de Saboya, un rey que no cosechó grandes adhesiones ni simpatías ni por unos españoles ni por otros.
 
Monseñor Monescillo invita a los calatravos al Sínodo convocado, pero se encontrará con la resistencia del Vicario del Partido de Martos, frey José de Morales y Prieto que ordena a los curas de nuestros pueblos a cerrarse en banda y no acudir a la convocatoria del obispo. Pero, ¿quién era Frey José de Morales y Prieto?


FREY DON JOSÉ DE MORALES Y PRIETO

 
 
Nacido en Arjona el año 1840 en el seno de una linajuda familia urgabonense, era hijo de D. Rafael Morales y Alférez y de doña Francisca Prieto y Bustamante, matrimonio de mucho abolengo y grandes hacendados. Estudió en el Seminario de Baeza, en el Instituto de Jaén, bajo la égida de Muñoz Garnica y los grandes que allí impartieron disciplina, saber y doctrina. Prosiguió sus estudios en Sevilla, Madrid y Granada. Era un hombre de una vastísima cultura, habiendo cursado sendos estudios en Sagrada Teología, Hebreo, Griego, Derecho Canónico y Disciplina Eclesiástica, Derecho Civil, Filosofía y Letras y Literatura e Historia, doctorándose en Madrid. Cantó su primera misa en 1864 y en 1866 era Cura Ecónomo de San Martín de Arjona. Opositó a Curatos de las Órdenes Militares. Y en 1869 había obtenido la parroquia de Santa María de la Villa de Martos, principal del Partido de Martos. En 1868 se le nombró Canónigo de Jaén. Se opuso a jurar la Constitución de 1869 y por eso mismo tuvo que sostener su parroquia con su bolsillo y sus propios haberes: bien podía haberse doblegado a las requisitorias revolucionarias y no le hubiera costado sufragar su curato, pero se ve que no era éste hombre que se lo llevara el aire. En 1872 estuvo en Torredonjimeno, para reconciliar la parroquia de Santa María que había sido objeto de una profanación en la noche del Jueves Santo. Frey José de Morales y Prieto no era de la Orden de Calatrava, sino de la de Alcántara por concesión de Isabel II y llegó a ser Gran Maestre y Administrador Apostólico de las Órdenes Militares. Se distinguió por su recia piedad, poniendo siempre sus cuantiosos caudales al servicio del mayor ornato religioso: restauró las imágenes de Santos Bonoso y Maximiano, patronos de la su villa de Arjona y pagó la urna de estilo gótico en que se custodian las reliquias de estos santos mártires (al menos, hasta 1936). En Martos fundó la Congregación de Nuestra Señora de la Saleta, pagando de su bolsillo la imagen de la Virgen. (2) Como dato curioso, podemos decir que entre nuestros vecinos se encuentra todavía alguna descendiente de la familia de este Vicario cuya identidad vamos a reservarnos por discreción. El Doctor Frey Don José de Morales y Prieto falleció el 21 de junio de 1918 en Madrid y su cuerpo embalsamado fue trasladado desde Madrid a Arjona, para recibir cristiana sepultura en la cripta de la Capilla de la Purísima de la Iglesia de San Martín de Arjona, capilla que dotó generosamente con una talla de la Purísima, copia de la Purísima de Murillo que estaba en el Louvre de París.
 
Frey José de Morales y Prieto era el Vicario del Partido de Martos de la Orden de Calatrava cuando, en esos tiempos tan revueltos, Monseñor Monescillo, Obispo de Jaén, convoca a todos al Sínodo. La actitud de Frey José de Morales no se hizo tardar. El 25 de marzo de 1872 enviaba a todos los curas de las parroquias calatravas de su vicaría una circular en la que decía:
 
"Hemos acordado, prevenir a nuestos párrocos y coadjutores (...) se abstengan de aceptar oficiosamente la invitación que se les hace por el Reverendísimo Obispo de Jaén; y mucho menos concurrir al nombrado sínodo (...) y a los párrocos y coadjutores de las iglesias del Orden de Calatrava de esta nuestra diócesis mandamos lo mismo".
 
Sería la última resistencia de los calatravos a la autoridad diocesana. Con la proclamación de la nefasta I República, tras la abdicación de Amadeo de Saboya, se decretó y ejecutó la supresión de las órdenes religioso militares. Y será entonces cuando, arreciando estas tempestades que se ciernen contra la Iglesia y las órdenes militares, el Papa Pío IX emite la bula "Quo gravius" (14 de julio de 1873) por la que decreta y ejecuta la supresión de las jurisdicciones de las órdenes religioso-militares. Más tarde, las órdenes militares serían restauradas en España, pero la supresión pontificia de las jurisdicciones supuso la completa absorción de nuestro territorio en la Diócesis de Jaén.
 
En 645 años (desde 1228 hasta 1873) la Orden Religioso Militar de Calatrava nos hizo, defendiendo estas tierras y combatiendo al invasor, para liberar España; poblando con gentes aguerridas nuestros lugares, villas y castillos; trayendo de toda España a hombres y mujeres de frontera que formaban (ellas también) las guarniciones de nuestros castillos. La Orden de Calatrava nos hizo como somos y por eso nadie puede extrañarse que cuando los que hemos nacido aquí vamos a algún pueblo de La Mancha, antiguo dominio calatravo, encontramos siempre algo tan familiar, tan nuestro, pues allí donde estuvo Calatrava no solo dejó escritas las más gloriosas páginas de nuestra Reconquista, no sólo dejó cuajadas nuestras fachadas de sus cruces flordelisadas, no sólo dominó materialmente los territorios que ganó por su brazo, sino que a todos sus hijos nos imprimiío un mismo espíritu de orgullo y de combate.
 
 
NOTAS:
 
(1) Archivo Histórico Nacional. Órdenes Militares. "Carta de cambio entre el rey don Fernando IV y el Maestre y Orden de Calatrava del castillo de Ossaria por San Esteban del Puerto", 1303, abril, 10. Convento de Calatrava. Citado por Francisco José Téllez Anguita, en "Un análisis de religiosidad popular. Las cofradías penitenciales de Torredonjimeno", Editorial Jabalcuz, Torredonjimeno, año 2001.
 
 
(2) A nuestro juicio es muy interesante que frey José de Morales y Prieto tuviera esta predilección por la Virgen de la Saleta. Notre Dame de La Salette es el nombre francés por el que se conoce a la Virgen de la Saleta o Salette, que es una advocación que surgió por las apariciones de la Virgen María en septiembre de 1846 en el pueblo de La Salette-Fallavaux (Isère, en los Alpes de Francia). Los niños pastores Mélanie Calvat y Maximino Giraud fueron los dos videntes de una "Bella Dama". Estos dos niños recibieron de la Virgen dos secretos de claro contenido apocalíptico, que revelaban el estado de ruina que se cernía sobre la Cristiandad por la infiltración de sus enemigos en la Iglesia Católica: esta mariofanía dio lugar a los llamados "Apóstoles de los Últimos Tiempos", profetizados en el siglo XVIII por San Luis María Grignion de Montfort y pedidos por la Virgen en la Salette. La preferencia que mostró frey José de Morales por esta advocación, creando una Congregacíon en Martos, da cuenta de sus inquietudes religiosas.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
 
Gutiérrez Pérez, José Carlos, "Martos y su comarca en la Baja Edad Media", Gráficas La Paz, Torredonjimeno, 2009.
 
Téllez Anguita, Francisco José, "Un análisis de religiosidad popular. Las cofradías penitenciales de Torredonjimeno", Editorial Jabalcuz, Torredonjimeno, 2001.
 
Martínez Rojas, Francisco Juan, "Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén", Obispado de Jaén, Jaén, 1999.

Morales y González, Luis, "Don Juan Morales el Quinto de Soria, un Obispo soriano en la Diócesis de Jaén (1334-1357)", en DOCE LINAJES DE SORIA
 
DON LOPE DE SOSA.
 
Argote de Molina, Gonzalo, "Nobleza de Andalucía".
 
REVISTA CULTURAL ÓRDAGO: en especial, el artículo "Torredonjimeno alza sus estandartes contra Enrique IV el Impotente", Luis Gómez López, número 6, Torredonjimeno Mayo 2006.

 
 
 

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