martes, 7 de abril de 2015

UNA POSIBLE ETIMOLOGÍA DEL TOPÓNIMO DE "LOCUBÍN"

Foto de Manolo Fernández.
Estela con Triskel, swástica de tres brazos céltica
 
 
ENTRE EL BOSQUE SAGRADO
Y EL DIOS CELTA LUG

 



 Para mi amiga Txío Basauri,
madre y esposa ejemplar, en su cumpleaños.


 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
La etimología estudia el origen de los nombres. No existe un estudio exhaustivo que ofrezca explicación convincente de multitud de topónimos de nuestro término, comarca ni provincia. La etimología dista mucho de ser una ciencia exacta y más todavía cuando hablamos de una tierra como es la nuestra, con tanta historia e influencias culturales tan diversas desde el principio de los tiempos.  A veces se corre el peligro de "etimologizar" desbarrando y si no se me cree, que se lo digan al gran San Isidoro de Sevilla que, sin que ello ensombrezca su portentosa inteligencia, especuló con las más asombrosas etimologías.
 
Sin ánimo, por lo tanto, de sentar cátedra, sí que no desaprovecharé la ocasión de aportar una posible (no digo nada más que posible) etimología de uno de los topónimos jaeneros sobre el que se ha conjeturado mucho, proponiendo muchas hipótesis sobre su etimología, sin que todavía haya nada definitivo. Me refiero al nombre de la localidad hermana de Castillo de Locubín y, especialmente, me centraré en el "Locubín" que es el vocablo más enigmático que forma el topónimo.
 
Digo que se ha especulado bastante sobre la etimología de "Locubín". Sobre ello, D. Manuel Peñalver Castillo, en el V Pregón de la XXI Fiesta de la Cereza de Castillo de Locubín, ofreció una magistral síntesis. Dice Peñalver Castillo que el vocablo "Locubín" ha sido:

"...investigado etimológicamente por estudiosos y especialistas. ¿Qué significa?; ¿águilas, como precisa Concepción Castillo en su "Historia de Castillo de Locubín"?; ¿cuevas, como preconizaba Rafael Álvarez de Morales en un texto tan ilustrativo como "Con un castillo en su nombre"?; ¿agua, como afirmaba Carmen Juan Lovera, la archivera y bibliotecaria de Alcalá la Real?; ¿embalse, como piensan prestigiosos latinistas que consideran que la ascendencia etimológica está en la palabra latina "cupa"?; ¿lugar pequeño, como defienden otros estudiosos al estimar que Locubín viene del acusativo latino "locu(m)+el sufijo "in"?".
 
También apunta el mismo estudioso que "Locubín" aparece mencionado en el "Laberinto de Fortuna" de Juan de Mena (1411-1456). Y, en efecto, la referencia la conocíamos por nuestra lectura hace años de este poema, en el que dice Mena:
 
"El séptimo Alfonso, su rebisabuelo,
Querrá ser vencido de su rebiznieto,
E porque sea famoso, perfecto,
Habrá mayor gloria de gozo en el cielo;
No embargante que puso por suelo
Todos los reyes de Benamerín,
Ganó más las cuevas y a Locubín
Con muy animoso, magnífico celo".
 
También señala Peñalver Castillo que para Sebastián de Covarrubias y Horozco, en el "Tesoro de la lengua castellana o española", el término "Locubín" se identifica con "río de la provincia de Jaén". No estoy cualificado para refrendar ni refutar las hipótesis que se han planteado sobre el origen de la palabra "Locubín", pero pongo a la consideración de los filólogos y otros estudiosos un dato que sí que podría esclarecer un remotísimo origen del vocablo.
 
Desde las terminales que imponen la imagen de nuestra historia se nos insiste tanto en el pasado "andalusí" que se nos olvida que mucho antes de la ocupación extranjera de España por la fuerza islámica, en la Península Ibérica hubo visigodos, hubo romanos, hubo cartagineses, iberos indígenas... Y hasta celtas no menos autóctonos. Cuando se habla de la cultura celta se corre el peligro de localizarla en las actuales naciones y regiones que han hecho de sus orígenes célticos un instrumento (muchas veces político) de su identidad particular, casi siempre con el propósito de diferenciarse de las regiones limítrofes: es el caso de Irlanda, Gales, Bretaña francesa o nuestra Galicia. Sin embargo, está suficientemente demostrada la presencia celta en zonas de Andalucía, tan alejadas de esas tradicionales regiones europeas frecuentemente identificadas con lo céltico. La arqueología, la historiografía, la epigrafía y la filología han aportado pruebas de tal solidez que, por poco divulgadas que estén, no creo necesario detenerme en ello. Como dato baste decir que el antiguo topónimo prerromano de Porcuna (a saber, Obulco) es de indudable filiación celta y, en algunas monedas halladas, se ha podido advertir como hiciera en su día Caro Baroja, que los régulos de la antiguo Obulco tenían nombres de raigambre céltica. Esto ayudará un poco para ponernos en condiciones de admitir que la presencia celta en nuestra zona no es ningún disparate; otra cosa bien distinta es que no se le preste tanta atención a esta parte de nuestro pasado, mientras se nos abruma bajo el peso de fantásticas elucubraciones sobre la omnímoda mahometanización de nuestra Andalucía.
 
Falta mucho para tener una comprensión exacta de la religión de los celtas, por mucho motivos. Entre estos motivos apuntemos que las fuentes romanas (Julio César en su "Guerra de las Galias", p. ej.) trataron de comprender a los dioses celtas mediante la comparación de estos con las funciones atribuidas a los dioses de Roma; y tampoco olvidemos que se ha fabulado mucho y se sigue fabulando en nuestros días todavía con esas patrañas de la "nueva era" y el neopaganismo que desfiguran y fantasean mucho con el druidismo. Pero, a pesar de todo esto, podemos decir que tenemos una cierta idea del nombre de las divinidades que recibían culto por los celtas y algo sabemos de esta religión, discriminando todos los extraños elementos que posteriormente han podido adulterar el fenómeno religioso celta. El prestigioso filósofo de las religiones Mircea Eliade dice que, en el ciclo del asentamiento celta en Irlanda, los celtas, llamados "Tuatha Danann" (las tribus de la diosa Dana) fueron acaudillados por el dios Lug (Lugh, Lugus) en la Magh Tuiredh (gran batalla) entablada por los celtas contra la raza degenerada de los "fomhoires" en Irlanda, tras esta batalla en que vencieron, muchos "fomhoires" fueron exterminados y los sobrevivientes fueron expulsados de la verde Erin. 

Según las conjeturas de algunos el nombre "Lug" procede del indoeuropeo "negro", aunque otros -como Jean Markale- dicen lo contrario, identificando "Lug" con el color "blanco", "brillante". De todos modos se asocia con los cuervos, como así se plasma en algunas estelas a él dedicadas. Entre los atributos de Lug también figura una lanza (llamada "Gai Bolga" que, traída de la hiperbórea isla de Assal, asegura la victoria y que, entre sus poderes, contaba con el de volver a la mano de su dueño tras haber sido lanzada; algo similar al martillo Miöllnir del dios nórdico Thor), por su lanza Lug tenía el epíteto de "Lamfada" (el de la Larga Lanza). Según D. Antonio Medrano, Lug recibe también el epíteto de "Samildanach" ("el de los muchos dones"), siendo el dios de la música, la poesía, la claridad, la lucidez, todos términos apolíneos, por lo que se le ha vinculado al Apolo (también personaje mitológico con raíces hiperbóreas).

Es, además de esto, un dios guerrero, temible para los enemigos y protector de sus guerreros devotos. Algunos historiadores de las religiones, así como lo ligan al Apolo de las mitologías mediterráneas, han relacionado a Lug con el Wotan/Odín de las mitologías germánicas (aquí es importante advertir la ligazón que Lug, al igual que Wotan, tiene con el cuervo).

Lug desempeñará un importante papel en la batalla de Magh Tuiredh y dice Eliade que: "Es justamente después de esta batalla [Magh Tuiredh] cuando llegan a la isla los primeros celtas, provenientes de España".

Foto de Manolo Fernández.
Representación de Lug, según el artista argentino
Roberto Alvariño

Teniendo en cuenta que los celtas asentados en Irlanda procedían de Hispania, no será extraño por lo tanto que encontremos vestigios de Lug en los antiguos dominios celtas de Europa y tampoco falta en la Península Ibérica. El teónimo "Lug" está presente en nombres de ciudades tan alejadas entre sí como lo está Lyon de Lugo: la ciudad francesa de Lyon fue la romana Colonia Copia Claudia Augusta Lugdunum y en "Lugdunum" conserva el "Lug", viniendo "Lugdunum" a significar "ciudad" -"dunum" en lengua celta- de Lug; y en el caso del Lugo gallego dos son las hipótesis que se barajan de su etimología: unos lo derivan del latín "Lucus Augusti" (donde "Lucus" significa "bosque sagrado": o sea, el bosque sagrado de Augusto) y otros de la divinidad celta "Lug".

Locubín podría, en efecto, proceder del término latino "Lucus" (bosque sagrado); pero tampoco deja de ser curioso que su etimología pueda derivar de una de las múltiples formas que el teónimo céltico de Lug adopta, pues además de Lug, indistintamente se le llamaba también Lugh, Lugus... Sobre este particular, nos dice J. M. Blázquez que "Este mismo dios [Lug] aparece en la Península [Ibérica] con otros nombres, todos ellos con la misma radical". Y sigue apuntando el mismo prestigioso estudioso de las religiones prerromanas de Hispania que: "Otras variantes del mismo teónimo son Lúcubo Arquienobo, Locoubu Arquieni y Lucubu Arquienis, que se leen en dedicatorias votivas en los pueblos lucenses de San Martín de Linarán, Sinoga y San Vicente de Castellones con letras del siglo II."

Lug, Lugh, Lugus, Lúcubo, Locoubu, Lucubu, Lucoubu, Locubo... ¿por qué no podría ser también que este ancestral teónimo se hubiera mutado con el paso de miles de años en "Locubín"?


BIBLIOGRAFÍA:


Transcripción del Pregón (referido en el texto) a cargo de D. Manuel Peñalver Castillo, publicado en la Revista de la "Feria y fiestas en Honor de Ntro. Padre Jesús". Castillo de Locubín, Jaén, Septiembre de 2004.

Eliade, Mircea y Couliano, Ioan P., "Diccionario de las religiones".

Blázquez, José María, "Imagen y Mito. Estudios sobre religiones mediterráneas e ibéricas".

Blázquez, José María, "Primitivas religiones ibéricas. Religiones prerromanas".

Markale, Jean, "Les celtes et la civilisation celtique", París, 1973.

Medrano, Antonio, "La lucha contra el dragón. La tiranía del ego y la gesta heroica interior".

Caro Baroja, Julio, "Los pueblos de España" (dos volúmenes; nuestra referencia se halla en el primero).


 

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