ÓRDAGO 7, JULIO DE 2002
Un cambio trascendental se produjo el año 2002 en la portada de la revista. Con el número 7 modificábamos el fondo negro que tradicionalmente venía ilustrando la colección hasta la presente y lo sustituíamos por el blanco. El motivo: el color negro parece ser que había planteado algunos problemas a los coleccionistas de Órdago. Con el uso reiterado de la misma, y de tanto rozar la portada con otras revistas, la tinta de color negro despintaba y dejaba algunas manchas, sobre todo los primeros días, cuando la tinta aún no se ha fijado lo suficiente al papel. Para impedir esta contingencia, pasamos al color blanco -sobrio, y más limpio.
Abríamos la revista con la noticia del fallecimiento de D ª Luisa Villar de la Fuente (q.e.p.d.), una gran seguidora de la revista desde sus comienzos, una gran señora y una colaboradora de excepción, Dios la tenga en la Gloria- y sirva esas páginas y este recordatorio para mantener viva su memoria por mucho tiempo entre los tosirianos.
Manuel Fernández Espinosa nos ilustraba sobre algo que hasta ahora había sido poco divulgado por los historiadores, “La milicia de voluntarios realistas de Torredonjimeno y los orígenes del Tradicionalismo tosiriano” A lo largo del minucioso artículo se fijan las tesis que ilustran sobre cómo Torredonjimeno a lo largo de las sucesivas “guerras carlistas” ha ido aportando combatientes debido al sustrato tradicionalista de sus gentes y la de los alrededores, como Castillo de Locubín o Alcalá la Real.
Juan Ortega Cózar nos hablaba de la deuda histórica que el Estado español tiene contraída con la Iglesia Católica del país, debido a la mal llevada desamortización que se llevara en el siglo XIX por el ministro de origen judío Álvaro Méndez, más conocido en la Historia como “Mendizábal”. En la breve reseña se matizan los aspectos negativos así como la inutilidad de haberlos llevado acabo, ya que no sirvieron a los principios proyectados por el citado ministro, y sí a otros fines inconfesables: el enriquecimiento desfachatado de los liberales.
El historiador F. J. Téllez Anguita nos ilustraba con un sugerente tema: “Las ventas de oficios públicos en Torredonjimeno durante el siglo XVI”. Un artículo muy esclarecedor para entender que la corrupción municipal -en cuanto a la asignación de oficios públicos, hoy cargos funcionariales- no es cosa sólo de los tosirianos del presente, sino que nuestros ancestros ya se dedicaban a ella, y con gran maestría, a tenor de los resultados de la investigación del historiador local.
“Celaya y los andaluces: Los prejuicios racistas de un poeta”. Es el título que la dirección de la revista publicó sobre el trabajo y la obra de Gabriel Celaya, autor que se ha pretendido “oficializar” en la localidad por los gobiernos de IU-PCE. La filiación al partido comunista de este poeta parece que obró como único mérito en la decisión del por entonces Ayuntamiento de Torredonjimeno a la hora de nominar con el nombre de Celeya a la biblioteca Municipal, y no contentos con ello, se le concedió el nombre de una plaza plública, financiándose con dinero público un premio que lleva el nombre del poeta y del pueblo.
Un cambio trascendental se produjo el año 2002 en la portada de la revista. Con el número 7 modificábamos el fondo negro que tradicionalmente venía ilustrando la colección hasta la presente y lo sustituíamos por el blanco. El motivo: el color negro parece ser que había planteado algunos problemas a los coleccionistas de Órdago. Con el uso reiterado de la misma, y de tanto rozar la portada con otras revistas, la tinta de color negro despintaba y dejaba algunas manchas, sobre todo los primeros días, cuando la tinta aún no se ha fijado lo suficiente al papel. Para impedir esta contingencia, pasamos al color blanco -sobrio, y más limpio.
Abríamos la revista con la noticia del fallecimiento de D ª Luisa Villar de la Fuente (q.e.p.d.), una gran seguidora de la revista desde sus comienzos, una gran señora y una colaboradora de excepción, Dios la tenga en la Gloria- y sirva esas páginas y este recordatorio para mantener viva su memoria por mucho tiempo entre los tosirianos.
Manuel Fernández Espinosa nos ilustraba sobre algo que hasta ahora había sido poco divulgado por los historiadores, “La milicia de voluntarios realistas de Torredonjimeno y los orígenes del Tradicionalismo tosiriano” A lo largo del minucioso artículo se fijan las tesis que ilustran sobre cómo Torredonjimeno a lo largo de las sucesivas “guerras carlistas” ha ido aportando combatientes debido al sustrato tradicionalista de sus gentes y la de los alrededores, como Castillo de Locubín o Alcalá la Real.
Juan Ortega Cózar nos hablaba de la deuda histórica que el Estado español tiene contraída con la Iglesia Católica del país, debido a la mal llevada desamortización que se llevara en el siglo XIX por el ministro de origen judío Álvaro Méndez, más conocido en la Historia como “Mendizábal”. En la breve reseña se matizan los aspectos negativos así como la inutilidad de haberlos llevado acabo, ya que no sirvieron a los principios proyectados por el citado ministro, y sí a otros fines inconfesables: el enriquecimiento desfachatado de los liberales.
El historiador F. J. Téllez Anguita nos ilustraba con un sugerente tema: “Las ventas de oficios públicos en Torredonjimeno durante el siglo XVI”. Un artículo muy esclarecedor para entender que la corrupción municipal -en cuanto a la asignación de oficios públicos, hoy cargos funcionariales- no es cosa sólo de los tosirianos del presente, sino que nuestros ancestros ya se dedicaban a ella, y con gran maestría, a tenor de los resultados de la investigación del historiador local.
“Celaya y los andaluces: Los prejuicios racistas de un poeta”. Es el título que la dirección de la revista publicó sobre el trabajo y la obra de Gabriel Celaya, autor que se ha pretendido “oficializar” en la localidad por los gobiernos de IU-PCE. La filiación al partido comunista de este poeta parece que obró como único mérito en la decisión del por entonces Ayuntamiento de Torredonjimeno a la hora de nominar con el nombre de Celeya a la biblioteca Municipal, y no contentos con ello, se le concedió el nombre de una plaza plública, financiándose con dinero público un premio que lleva el nombre del poeta y del pueblo.
Órdago nunca se mostró contrario a la obra poética del autor vasco, aunque informó a los lectores de la revista de algunas aportaciones que el sujeto había realizado en su poemario, el cual estaba salpicado de “tics” xenófobos y lleno de prejuicios hacia lo andaluz y los andaluces. Resultaba cuando menos una contradicción, que un poeta que se insultaba en sus poemas a los andaluces, recibiese de un pueblo andaluz reconocimiento, premios y nombre para sus plazas. Todavía hoy, algunos siguen reclamando que con dinero de todos se sufrague este premio. Una cosa es que dicho evento esté “institucionalizado” y ya no se pueda hacer nada, pero cuando menos que sean los seguidores del poeta los que sufraguen los gastos que dicho premio conlleva, y no se fuerce a los que no lo seguimos a participar de dicho emolumento vía impuestos de la Concejalía de Cultura. Como siempre hemos defendido, debido a la existencia de tantas culturas en España: multiculturalismo, que cada cultura se pague sus caprichos.
Luis Ortega rememoraba en las páginas de la revista su infancia y la del colegio público San Roque, donde estudió y donde siguen impartiendo clases los profesores a cientos de niños a día de hoy.
Marino Aguilera hizo en primicia un artículo sobre la monumentalidad artística del cementerio tosiriano, que había pasado desapercibido para decenas de historiadores. Lo cierto es que con dicho artículo, Órdago volvía a centrar sus esfuerzos en estudiar y divulgar, destacando otra vez más uno de los aspectos más olvidados hasta ese momento. El trabajo recoge diversos matices y apuntes sobre algunos de los panteones artísticos que podemos contemplar a día de hoy en nuestro campo santo municipal.
Luis Gómez destacaba en su artículo las miniaturas que ilustran el intradós del arco de medio punto de la Iglesia de San Pedro Apóstol de Torredonjimeno. Desapercibidas y poco estudiadas las miniaturas suponen un ejercicio catequético de primer nivel, con la representación de personajes del Antiguo Testamento en orden concreto y preciso. Reproducíamos en primicia las fotografías ampliadas para que los lectores pudiesen apreciar con detalle aquello que han tenido tanto tiempo sobre sus cabezas y de lo que no se había hablado hasta entonces. En el artículo, el autor exponía una hipótesis explicativa para cada una de las figuras.
Culminaba así un número que llenaba de orgullo a los directores y que supuso un cambio trascendental en su imagen de portada. En la actualidad quedan muy pocos ejemplares disponibles de dicho número 7, siendo cada vez más complicado satisfacer a los demandantes de números extraviados o perdidos para que puedan así completar la colección.
El Premio de Poesía Internacional Gabriel Celaya de Torredonjimeno, tras años después de publicarse el artículo que comentamos, fue sometido a revisión por el pleno municipal y, por vez primera, se cuestionó su conveniencia y viabilidad, deshaciéndose las arcas públicas de este gasto incongruente. La dirección de la revista siempre ha mostrado respeto por las personas, pero intransigencia con las ideas erróneas e impuestas.
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