Cuando uno es joven y acaba su carrera en la Universidad, tiene muchas ganas de empezar a trabajar. Sin embargo, no siempre es llegar y besar el santo. Y, si se quiere permanecer en el pueblo, con una carrera universitaria, hay que esperar la oportunidad idónea para formar parte de la población activa. Cada vez más, estudiar una carrera universitaria aboca a quien la hace a desarraigarse. Si quiere trabajar en lo suyo, haga las maletas y diga adiós al pueblo, ese pueblo en el que no todo el mundo tiene la posibilidad de trabajar. Mientras se ingresa en el mundo laboral, pueden hacerse muchas cosas si se tienen ideas y coraje para hacerlas, también fe. En lugar de desperdiciar la vida, viéndolas venir y quejándose con la salmodia de los ojalateros, uno puede luchar por sus sueños, haciendo realidad las ideas y proyectos que, mientras llega la hora de trabajar, sean algo más que un pasatiempo.
Eso nos ocurrió a muchos de nosotros. Tras regresar de nuestras Universidades (Granada, Jaén, Salamanca, Madrid...) nos veíamos en ocasiones, y siempre nos preguntábamos lo mismo: ¿hay oposiciones? No, no las hay... Y si las hay, no me hace ninguna gracia que me manden al Quinto Pino... Pues eso es como echarnos del pueblo... Y el pueblo es nuestro.
Sería el año 1997 cuando, paseando por el Bosque de Megatín, en el término municipal de Torredelcampo, un próspero pueblo muy próximo al nuestro, Arturo García Sanz, Cayetano García Sanz y Manuel Fernández Espinosa se hacían una pregunta, a la sombra de la frondosa arboleda: "¿Qué hacer?". Así fue como surgió la idea de constituir una asociación, para dar una respuesta a nuestras preguntas.
Poco después, reuniendo a unos y a otros se formó aquella muchachada de Torredonjimeno, recién salida de la Universidad, y con inquietudes culturales, constituyó una Asociación Cultural sin ánimo de lucro, su nombre era Cassia, su sede: Torredonjimeno.
En el verano de 1998, Manuel Fernández Espinosa y Luis Gómez López veían impreso su sueño: el primer número de la Revista ÓRDAGO de Torredonjimeno. Desde ese año hasta hoy, son ya muchos los números de esa revista. La publicación de una revista cultural no tendría que ser una rareza de la que extrañarse, pero el mérito está en haberla ido sacando a la luz sin costarle ni un euro al contribuyente, pues siempre nos hemos negado a las subvenciones oficiosas de las instituciones, por algo muy claro: creemos firmemente que un producto cultural válido -como puede ser una revista- no tiene que ser costeado deduciéndolo de los impuestos de la ciudadanía. Así es como hemos conseguido que cristalizara aquel sueño de un grupo de universitarios que, sin recursos económicos, con ingenio y coraje, también con fe, han hecho de aquella aventura quijotesca una institución: la única revista local y cultural de Torredonjimeno.
Y este es su blog, que queda inaugurado con esta primera entrada. Esperamos ser del agrado de los lectores. Gracias.
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