Tercios españoles conversan con lansquenetes alemanes.
HISTORIAS
DE LOS TERCIOS ESPAÑOLES (III)
En las guerras de
Flandes, no todo son tiros de arcabuz o lances de pica y espada, que también
hay momentos -pocos, pero los hay- en los que los soldados alternan con las
mujeres. Y vaya si alternan. Sí se trata de españoles, pues la cosa está clara,
que en ninguna nación se nos gana en eso de galantear y cortejar a las mujeres,
que no le hacemos remilgos a ninguna. Miren ustedes lo que ocurrió en las
guerras de Flandes allá por el 1591:
“…de tanto provecho
el anzuelo que les había echado, que procuraron siempre por la conservación del
castillo donde iban muchas veces a recibir los favores que sus Metresas o Damas
les hacían, que ociosos en tan largo alojamiento como habían tenido en los burgos
de Rens, no se entretenían en otra cosa; y habiendo llegado, como he referido, todos
los tercios españoles cerca del lugar de Grey les pareció a estos seis amantes ir
aquella misma noche a ver sus damas al castillo que había en él, distante de
sus alojamientos poco más de una legua. Fueron muy bien recibidos de Monsieur
de Longabal, de Monsieur de Crey, su hijo, y de las damas y caballeros. Otro día
siguiente, que fué el de San Martin, 11 de Noviembre, se quisieron volver a sus
banderas: no los dejaron ir los franceses hasta después de haber comido, no por
voluntad que les tuviesen, sino por el interés que les corría de la guardia y defensa
de su castillo, y por haber entendido que unas tropas de la caballería del Bearnés
habían pasado la vuelta de aquellos alojamientos. Esta nueva fue tan cierta como
se vio; porque estando comiendo todos a una mesa, damas y caballeros, que serian
todos más de noventa, y con ellos los seis españoles a quien agasajaban y servían
, cuyos nombres eran el alférez D. Alonso, natural de Lopera, obispado de Jaén;
el alférez Hernán Mesía, natural de Albanchez, del mismo Obispado; el alférez D.
Juan Hilarse, natural de Zaragoza; el alférez D. Felipe, natural de Santo Domingo
de Silos, del arzobispado de Burgos; Juan González, natural de la ciudad de Toledo,
y el alférez Alonso, también natural de la ciudad de Toledo.
He escrito sus nombres y naturaleza
para que sean más bien conocidos soldados que emprendieron una cosa digna de
eterna memoria, y si la hicieran a vista de Alejandro o de otro cualquier General,
era poco darles a cada uno una compañía, no obstante que por sus servicios las tenían
muy bien merecidas. Se llamó al arma en medio de la comida, por haber llegado las
tropas de caballería del Bearnés a las mismas puertas y foso del lugar de Crey,
que aunque no era muy fuerte, tenía sus murallas y puentes levadizos. Los franceses
enemigos comenzaron a retirar el ganado que estaba debajo de las murallas del lugar
é intentaron entrar dentro. Los caballeros corazas que había en el castillo se comenzaron
a armar para ponerse a caballo, y el villanaje con sus armas guarnecieron las murallas
del lugar. Las damas se pusieron en los balcones del castillo a mirar lo que
pasaba en el campo, no poco temerosas de algún mal suceso, y el que hubo, aunque
parece de libro de caballerías, por ser a la vista de un castillo delante de damas,
junto á una floresta y en el reino de Francia, donde tantas aventuras hubo, lo escribiré
lo más breve que pudiere.
Los seis españoles ya nombrados se levantaron
de la mesa con una presteza jamás vista, sin tener otras armas que sus espadas en
la cinta, ni más ayuda que el mucho valor que tenían, y acompañado de los favores
de las damas y del amor que les habían cobrado (que pienso fue de mucha importancia
para la victoria que tuvieron), se arrojaron por las murallas del lugar de Crey
y dando en el foso cerraron con los franceses enemigos, que eran de más número de
cien corazas, y pelearon tan gallardamente que los hicieron huir y desamparar el
foso que habían ocupado para asaltar el lugar, y les quitaron todo el ganado que
habían recogido; y siguiéndolos por la campaña rasa (cosa increíble seis españoles
a pie con solas sus espadas pelear y hacer huir a tanta caballería enemiga), hasta
que los encerraron en un bosque, habiendo herido algunos y muerto otros.
El que más se señaló fue el alférez Hernán
Mesía, porque cerró con un enemigo que, al parecer, era el Capitán, y le derribó
del caballo, y quitándole una pistola que tenía en las manos le dio con ella y le
mató. Con esta victoria se retiraron al lugar de Crey y a su castillo, habiéndola
tenido a vista de las damas y caballeros corazas que había en él, que en este medio
se comenzaban a poner a caballo para ir á socorrer a los seis españoles, los cuales
no les dieron tiempo, porque fue tan de improviso lo que hicieron, que pareció sueño,
habiendo sido tan a vista de ojos y en medio del día.
La causa de haber andado los enemigos
tan flojos se entendió que temieron había alguna emboscada, y por no perderse no
hicieron su deber; pero a menos hasta verla, pues se hallaban todos a caballo y
en una campaña rasa, no cumplieron con su obligación en desampararla sin
pelear, siendo tantos, con seis españoles, los cuales se volvieron a sentar a comer
con tan buen gusto como si no les hubiera sucedido nada, recibiendo muchos favores
de las damas y caballeros que no acababan de darles las gracias por la merced que les habían hecho".
Y así es como se las
gastaban nuestros antepasados de Jaén y resto de España.
ES PARA SENTIRSE ORGULLOSO
DE LO QUE NUESTROS ANTEPASADOS HICIERON.
ES PARA QUE NO SE NOS OLVIDE
NUNCA LO QUE LOS ESPAÑOLES FUIMOS.
ES PARA QUE NO SE NOS OLVIDE
NUNCA LO QUE SOMOS.
ES PARA RECORDARNOS
LO QUE PODEMOS LLEGAR A SER EN EL FUTURO.
Luis Gómez
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