miércoles, 18 de marzo de 2015

SAN JUAN DE LA CRUZ EN LA VENTA VALERIANO*

San Juan de la Cruz y dos compañeros frailes en uno de sus viajes por Andalucía


DEL PASAJE QUE HIZO SAN JUAN DE LA CRUZ POR LA TORRE DON XIMENO EN SUS ANDANZAS POR ANDALUCÍA

Manuel Fernández Espinosa


Antonio Ortega Ruiz y Rafael Lizcano Prestel, dos de los pocos que se han aproximado a la historia de Torredonjimeno, se lamentaban del deplorable estado de los estudios históricos sobre Torredonjimeno, en los preliminares de una ponencia para el Congreso de Estudios de la Frontera de Alcalá la Real (1997); el historiador y el arqueólogo lamentaban la escasez de fuentes y decían que: "En otras ocasiones (sobre todo en época actual), se ha pretendido establecer la cientificidad de la documentación a partir de una reiterativa revisión y reinterpretación de los trabajos precedentes (MONTIJANO CHICA, 1983), ya que, como adelantábamos, los datos documentales sobre la localidad son parcos y mínimamente precisos, sobre todo hasta el siglo XV".
 
En efecto, la exigüidad de las fuentes documentales ha limitado mucho lo que sobre Torredonjimeno pudo decir D. Juan Montijano Chica, incluso puede achacársele poco método cientificista, pero si algo vamos sabiendo de nuestro pasado no podemos regatearle a D. Juan Montijano Chica el mérito de reunir, por desordenadamente que lo hiciera, los caudales tradicionales que traían noticia de Torredonjimeno, la ibérica Tosiria. Además de sus libros, D. Juan Montijano Chica también nos tuvo a su lado a no pocos interesados en nuestra historia local y, en algunos casos, sus discípulos lo fuimos muy tempranamente, siendo muy jóvenes o incluso niños. En la sacristía de San Pedro Apóstol o en su casa de la calle Rabadán mantuvo encendida la llama de la tradición y a su calor acudimos Francisco José Téllez Anguita, Manuel Jesús Cañada Horno o un servidor. También hubo, por lo tanto, una transmisión oral.
 
 
En la revista ÓRDAGO hemos reivindicado a D. Juan Montijano siempre, sin importarnos para nada la acrimonia de los cientificistas históricos. Pero no nos hemos limitado a citarlo, sino que lo hemos sometido a una revisión (para nada reiterativa, en tanto que apenas se han ocupado de mencionar a D. Juan Montijano para otra cosa que no fuese despreciarlo): el resultado no ha sido una reproducción de lo que D. Juan Montijano escribió o nos dijo, sino que tomando como inspiración la tradición, base insoslayable del conocimiento, lo hemos aumentado en la medida de nuestras fuerzas y, cuando ha sido menester, incluso corregido sin esas ínfulas que otros gastan arropados en sus títulos universitarios que, tal y como está la universidad española a día de hoy, sirven para poco.
 
 
En cierta ocasión puse por escrito (en la revista ÓRDAGO) algo que escuché del maestro, dando noticia del paso de San Juan de la Cruz por nuestras tierras, la reproduzco aquí literalmente:
 
 
"Viniendo de Córdoba, San Juan de la Cruz y Fray Pedro de la Madre de Dios, dicen las hagiografías del místico que tuvo su compañero Fray Pedro un percance en el camino. El fraile que acompañaba a San Juan de la Cruz cayó de la acémila sobre la que iba montado, fracturándose una pierna. San Juan de la Cruz buscó un lugar en donde reposar y atender con mejor cuidado a su acompañante, y decidió hacer parada en la próxima ermita que los andariegos hallasen en su camino, una vez que divisaron una el reformador carmelita se fue a orar a la Virgen que recibía culto en aquel santuario, curando luego la pierna de Fray Pedro de la Madre de Dios. Los textos que refieren el caso indican que este accidente se produjo en las proximidades de Porcuna, sin fijar el lugar sagrado en el que el santo operó aquel milagro en vida; sin embargo una antigua leyenda oral casi extinguida, transmitida de padres a hijos en Torredonjimeno, aseveraba que el santuario en el que San Juan de la Cruz curó a Fray Pedro de la Madre de Dios fue el de Ntra. Sra. de Consolación. Siguiendo el rastro de esta piadosa leyenda se hallaba indagando D. Juan Montijano cuando le sorprendió su muerte. Desconocemos el alcance de sus investigaciones, pero dejamos constancia de ello".


La figura prominente de San Juan de la Cruz no requiere presentación. El Doctor mysticus no solo fue un santo reformador carmelitano (con Santa Teresa de Ávila), sino que pocos santos llegaron a las cumbres del misticismo y de la poesía como el fontivereño. Por otro lado, también pudimos escuchar de nuestro también maestro Fray Alejandro Recio Veganzones que la Orden de los Carmelitas descalzos contempló la posibilidad de establecerse en Torredonjimeno durante el siglo XVI, aunque no prosperó la intención debido a la oposición que la Orden de Calatrava puso a su establecimiento y, suponemos nosotros, a no contar con ningún protector lo suficientemente capaz de hacer valer su patrocinio (como sí ocurrió con el Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad de Madres Dominicas).


Hasta la completa pacificación de nuestro territorio fronterizo, cuando se despejó la amenaza islámica del reino de Granada, las órdenes religiosas que se establecieron en nuestras tierras fueron las Órdenes Religioso-Militares (el Temple, Calatrava y Santiago) y las órdenes llamadas de redención (de cautivos): así los primeros que llegaron al Reino de Jaén fueron los trinitarios en 1246 y, en 1288 los mercedarios. Hasta 1354 no llegarían a Jaén los franciscanos, en 1382 los dominicos. La orden carmelitana llegó más tarde a Jaén. Esta orden, propagadora de la popular devoción a la Virgen del Carmen (Nuestra Señora del Monte Carmelo) tuvo su origen en el Monte Carmelo (en hebreo: Har ha'Karmel, en Tierra Santa), cuando unos cruzados se refugiaron en dicho Monte, para llevar vida eremítica: corría el siglo XII ó el XIII (según otros) y recibieron de Alberto, Patriarca de Jerusalén, una regla. Fueron los carmelitas originarios que se vincularon al profeta veterotestamentario San Elías, por razón del sagrado monte en el que se erigieron. En Jaén, dos de las figuras más grandiosas de la Historia de la Iglesia (y, en particular, del Carmelo) vivieron y fundaron sendos conventos: Santa Teresa y San Juan.


La reminiscencia de aquella tradición que transcribí en ÓRDAGO, sirviéndome de la noticia que me trasladó D. Juan Montijano, encuentra su constatación en el manuscrito 12738 de la Biblioteca Nacional de Madrid, la fuente más rica en noticias sobre la vida y andanzas de San Juan de la Cruz que incluye relaciones de testigos que lo conocieron, religiosos y seglares que trataron con el místico carmelitano, cartas y otros documentos de nuestro santo místico. En el folio 1047 de ese manuscrito que referimos se halla el relato con detalle de esta hazaña de San Juan de la Cruz en nuestro término municipal, conforme a la declaración que hizo fray Martín de la Asunción, en la ciudad de Baeza el 26 de abril de 1614, y que es la que sigue:


"Un día, viniendo de Córdoba el padre fray Juan de la Cruz y un hermano que se llamaba Pedro de la Madre de Dios, donado de nuestra santa Religión, que andaba con el padre fray Juan de la Cruz, porque era en aquella ocasión vicario provincial desta provincia, llegando los tres a un río que se llama el Salado, que está abajo de la villa de Porcuna, dio a correr el hermano por una cuesta abajo, y corriendo como iba se le quebró la pierna derecha y se cayó allí luego como muerto; y riyéndome (sic) yo de la caída antes que llegásemos los dos, me dijo el padre fray Juan: "No se ría, que se ha hecho mucho mal nuestro hermano"; y llegando a donde estaba nos apeamos, y tenía la pierna como una caña cascada y salidos los huesos, aunque no fuera de la carne. Y el padre fray Juan lo curó allí y lo subimos en una de las cabalgaduras, y llegando a una venta que está cabe Los Villares, parando allí a comer, le dijo fray Juan de la Cruz: "Aguarde, hermano; lo apearemos desa cabalgadura por que no se lastime". Y respondió el hermano: "Padre, ya vengo bueno, que no me duele nada". Y se apeó sano y bueno, como si no hubiera habido tal".


Con mucha probabilidad cabe fechar esta peripecia en el curso de la primavera o verano del año 1586, cuando San Juan de la Cruz visitó Córdoba con el encargo de fundar un convento de carmelitas descalzos. En Córdoba se hospedó en casa de D. Luis Fernández de Córdoba que, con el correr del tiempo sería Obispo de Salamanca, de Málaga, de Santiago de Compostela y de Sevilla. Era a la sazón Obispo de Córdoba D. Antonio Mauricio de Pazos y Figueroa que le dio licencia a San Juan de la Cruz para su fundación. El santo escogió el barrio de la Judería, en el que todavía vivían muchos judíos conversos y se inauguró aquella fundación en la capilla de San Roque de Córdoba.


El suceso hay que situarlo al regreso de San Juan de la Cruz, acompañado por fray Pedro de la Madre de Dios y por el que narra la anécdota, fray Martín de la Asunción: ambos acompañantes compartieron muchos viajes con el Doctor Místico, siendo confidentes de San Juan de la Cruz. Los tres frailes han dejado atrás Porcuna y fray Pedro de la Madre de Dios sufre el accidente. Fray Martín de la Asunción ríe la caída, pero San Juan de la Cruz le invita a ser más serio y cura a fray Pedro de la Madre de Dios. Cuando paran a yantar, lo hacen "llegando a una venta que está cabe Los Villares". Teniendo en cuenta que la caída de fray Pedro de la Madre de Dios se produce con Porcuna a sus espaldas, sería un despropósito pensar que los tres frailes, con uno herido, no pararan hasta llegar al municipio jiennense de Los Villares que a tanta distancia queda Porcuna y, más todavía, habiendo lugares habitados en el trayecto. Los Villares a los que se refiere fray Martín de la Asunción no puede ser otro lugar que Los Villares de nuestra campiña, que ya los trae mencionados el Catastro del Marqués de la Ensenada: "En la Campiña [de Torredonjimeno] están los sitios de Pozo los Mozos, La Torre, Cañada del Moro, Mellado, Lendinez, Escarchal, Niquesa, Pedro Gil, Juan Cubierta, Arco el Monte, Rabera, Salinas, Peñas Lisas, Valeros, Los Villares..."


Es imposible dejar de pensar que la Venta que se cita, que fray Martín de la Asución ubica "cabe los Villares" (esto es, cerca de Los Villares) pudiera ser la antecesora de la actual Venta Valeriano (ver en el mapa enlazado). Podemos suponer que los tres frailes, tras reponerse en la Venta, pudieron descansar y orar en la ermita de Nuestra Señora de Consolación y, sin ninguna duda, San Juan de la Cruz y sus dos compañeros tuvieron que pasar por Torredonjimeno.


Comprobamos así que, aunque D. Juan Montijano pudiera situar (a buen seguro que por motivos piadosos) la curación de fray Pedro de la Madre de Dios en nuestra ermita de Nuestra Señora de Consolación, poco se equivoca. Y comprobamos gustosamente que la tradición, tantas veces vilipendiada por aquellos que la ponen en cuestión y la critican, es a la postre un óptimo vehículo de conocimiento histórico, aunque tenga el gaje de poder ser un tanto imprecisa.


*Me tomo la licencia, para el título de este artículo, de nombrar como Venta Valeriano a la Venta en que demuestro que comieron San Juan de la Cruz y sus dos compañeros de viaje. Sin embargo, es fácil que supongamos que posiblemente la Venta tuviera otro nombre: ventas por aquellos parajes hubo varias, también existió hasta el siglo XX la Venta Illana que fue propiedad de mi bisabuelo Manuel Illana Camacho; e ignoramos desde cuándo se hace llamar nuestra Venta Valeriano con tal nombre. Pero sin embargo es bastante probable que por la ubicación estemos hablando de la Venta antecesora de alguna de las dos que refiero, más próximas en el tiempo a nosotros.
 

 
BIBLIOGRAFÍA:


Ortega Ruiz, Antonio y Lizcano Prestel, Rafael, "En torno al origen del núcleo urbano de Torredonjimeno, una ciudad de frontera: datos históricos y arqueológicos", separata del Congreso "Estudios de la Frontera. Actividad y vida en la Frontera", celebrado en Alcalá la REal, del 19 al 22 de noviembre de 1997.
 
Fernández Espinosa, Manuel, "Leyendas orales de miedos, duendes y prodigios de Torredonjimeno y alrededores" (Grupo Vernácula), Revista Cultural ÓRDAGO, número 2, Torredonjimeno, marzo de 1999, pág. 5.

Crisógono de Jesús, "Vida y obras de San Juan de la Cruz", Biblioteca de Autores Cristianos.

 

1 comentario:

  1. Habría otra posibilidad. El camino real Córdoba- Jaén no pasaba exactamente por la venta Valeriano, sino por la falda de Benzalá y luego se dirigía hacia un lugar llamado Fuensomera, propiedad del conde de Villardompardo (también en el término de Torredonjimeno), en este lugar había una venta en un cruce de caminos propiedad del mismo conde. Dicha venta se encontraba a un Kilómetro de la cortijada de los Villares y a unos dos de Villardompardo. La presencia de esta venta está bien documentada.

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