jueves, 19 de marzo de 2015

DON MANUEL MUÑOZ GARNICA

El polígrafo ubetense D. Manuel Muñoz Garnica
 
"...las revoluciones principian por las ideas. Y entonces los partidos se disputan la enseñanza con interés."
 
(D. Manuel Muñoz Garnica,
"Discurso inaugural del Instituto de Segunda Enseñanza de Jaén",
1º de octubre de 1846.)
 
 
UN POLÍGRAFO DE ÚBEDA: OMNIA IN BONUM
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Tal vez una de las figuras más interesantes del Jaén decimonónico sea el Lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Jaén, D. Manuel Muñoz Garnica; y todavía resuena su nombre y apellidos en el siglo XXI. Esto, en buena medida, se debe a Juan Eslava Galán que, en sus libros, lo ha traído a colación en no pocas ocasiones. Sin embargo, poco se sabe de D. Manuel Muñoz Garnica y su figura se ve envuelta en un halo de misterio, suponiéndose que se hallaba entregado a actividades muy poco confesables como, pongamos por caso, la búsqueda del Tesoro de Salomón. Algunos, llevados por su fantasía, incluso supusieron una entrevista entre Muñoz Garnica y Bérenger Saunière, el párroco de Rennes-le-Château en una supuesta visita que éste hiciera a Toledo y a Jaén, lo cual es un despropósito puesto que la fecha en que supuestamente Saunière visitó Jaén, Muñoz Garnica llevaba años y años de estar muerto y enterrado.
 
 
Nuestro Muñoz Garnica nació en Úbeda el 25 de diciembre de 1821 en una familia linajuda, emparentada con los Condes de Belascoain y cuyo asentamiento en el Santo Reino de Jaén se remonta a la reconquista fernandina. Estudió en el Seminario de San Felipe Neri de Baeza y a la edad tan precoz de veinticinco años ya desempeñaba la cátedra de Lógica y publicaba un "Manual de Lógica" en 1846. Se doctoró en Sagrada Teología en la Universidad de Granada y en Letras por la Universidad de Madrid. Fue director del Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén y fundó el colegio de internos de esta entidad. En este Instituto conocería a quien sería su amigo, D. Benito García de los Santos (1823-1863), profesor de Historia Natural y estrecho colaborador del filósofo Jaime Balmes. También a resultas de su labor docente en el Instituto entró en contacto con el poeta republicano federalista Bernardo López, autor de la célebre Oda al 2 de mayo. Muñoz Garnica había colaborado con Balmes en "El Conciliador" y hasta hay una carta de Balmes a García de los Santos en la que el filósofo catalán refiere un viaje a Jaén y manda saludos al Lectoral de la Catedral de Jaén: "Quiere usted saber cuándo voy a Jaén; como yo no lo sé tampoco, mal puedo contestar. Salude usted al señor Garnica...".
 
 
Puede decirse que Manuel Muñoz Garnica fue, en toda regla, un polígrafo, dada la variedad de sus intereses científicos y culturales. Por encargo del entonces Nuncio de Su Santidad, Monseñor Barili, Muñoz Garnica escribió varios artículos publicados en "La España" (como "El Papa y la Guerra" ó "Los Unitarios italianos" para defender la Soberanía Pontificia.) La cuestión política siempre fue uno de los temas que le ocuparon, tanto la situación de España como los asuntos extranjeros centraron su atención; desarrollando así una apología del Papado en aquellos años en que las fuerzas del nacionalismo italiano arrebataban los Estados Pontificios al Santo Padre de Roma.
 
En cuanto a los problemas nacionales, Muñoz Garnica elaboró un ensayo en que trataba de arrojar luz sobre los primeros movimientos revolucionarios en el campo andaluz: "El Protestantismo y los Revolucionarios españoles" (1861), aquí ponía de manifiesto la subrepticia actividad británica en los asuntos españoles que generaba revoluciones para alterar la paz religiosa y social e impedir la prosperidad de España. Tras la Revolución de 1868, Muñoz Garnica acompañaría al Excelentísimo Señor D. Antonio Monescillo, Obispo de Jaén, a las Cortes Constituyentes de 1869; la lección de aquella experiencia la condensó en "De la moral y el Derecho" que incluso se llegó a traducir y publicar en Nápoles y Gante. Su actividad literaria fue enfocándose cada vez más en la dirección de rearmar la contra-revolución española, debido a las circunstancias de su época: en Jaén publicaba el año 1872 una colección de sus sermones bajo el título "Sermones varios con motivo de las presentes calamidades"; un año después, daba a la estampa "Ilustraciones al poema latino del Obispo Raugerio", folleto en el que, desde el estudio de un tema erudito, vuelve otra vez a reivindicar el poder espiritual y temporal del Papa. Sin embargo, la obra por la cual alcanzó mayor celebridad fue su "San Juan de la Cruz y su siglo", publicada en Bélgica con anterioridad a su edición española. En "San Juan de la Cruz y su siglo" Muñoz Garnica hizo una gran aportación a los estudios biográficos de San Juan de la Cruz. En "El Siglo Futuro" se estaban publicando sus textos sobre la "Imitación de Cristo y Tomás de Kempis" cuando el 15 de febrero de 1876 D. Manuel entregaba su alma a Dios. Muchísimos artículos dispersos en prensa local, provincial, regional, nacional y europea; algunos ensayos, reediciones, etcétera conformarían el legado de este polígrafo giennense.
 
Pero la labor docente y humanista no fue la única faceta de este hombre emprendedor que, además de fundar el colegio de internos para el Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén, con el propósito de facilitar la enseñanza a los naturales del entorno rural, también realizó una encomiable actividad fundacional en diversas líneas. Fue D. Manuel Muñoz Garnica el que realizó personalmente todas las diligencias para traer a las Hermanitas de los Pobres que habían sido fundadas en Bretaña por Santa Juana Jugan (1792-1879); a tal efecto se desplazó a la Bretaña francesa, donde radicaba la casa matriz de esta institución hospitalaria y, por su visita, se deduce que Muñoz Garnica se entrevistaría con la Madre Fundadora que en aquellos años todavía vivía y hoy está canonizada. Se salió con la suya, como era costumbre en hombre tan prudente y resuelto y pudo traer a Jaén a las Hermanitas de los Pobres para dar asilo a ancianos sin recursos. También a Muñoz Garnica le debemos que se nos conserve en Úbeda el oratorio de San Juan de la Cruz, edificado en la celda donde el santo de Fontiveros pasó a mejor vida, siendo su pretensión la de establecer en este oratorio una fundación de Carmelitas para custodiar el lugar donde San Juan de la Cruz entregó su alma a Dios. Salvó también la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, fundada por D. Francisco de los Cobos.
 
Eslava Galán supone que ciertos documentos que, según el novelista arjonero, revelan la existencia de una sociedad secreta jaenera (ocupada en buscar el Tesoro de Salomón, que los visigodos trajeron y ocultaron bien en Toledo o en Jaén), "fuesen los mismos que Muñoz Garnica ocultó en alguna parte de la catedral en 1868". No estoy en condiciones de decir que eso sea verdad o invención. Lo que sí hemos de poner fuera de toda duda es la ortodoxia intachable de D. Manuel Muñoz Garnica que, bajo ningún concepto, puedo imaginármelo en tratos con masones ni ocultistas. Lo que sí ocurre es que determinados asuntos a los que se aplicó Muñoz Garnica pueden parecer "esotéricos" (y, en un sentido lato, lo son); expliquémonos.
 
Cuando se llega a un determinado grado de conocimiento, como el que, a la luz de su producción literaria, podemos barruntar que alcanzó por sus cualidades y trabajo D. Manuel Muñoz Garnica, las cuestiones que se abordan son de un tecnicismo tal que dejan de ser "exotéricas", para convertirse en temas solo accesibles a iniciados. Por ejemplo, el interés que manifestó por la historia del cristianismo (en particular por el asentamiento de éste en Jaén y su despliegue histórico) es uno de los capítulos más "esotéricos".
 
A finales de 1864 llegaba a España el benedictino alemán Pío Bonifacio Gams (Mittelbuch, 1816- Munich, 1892), uno de los más eminentes historiadores eclesiásticos de todos los tiempos. Su proyecto era realmente titánico: reconstruir con la pasión científica que solo los alemanes saben poner en algo la Historia de la Iglesia española. Y el resultado de estas andanzas por España del sabio monje alemán florecerían en la monumental "Die Kirchengeschichte von Spanien" ("Historia de la Iglesia en España", en tres vólumenes) o en las "Spanische Briefe" ("Cartas de España"). Entre las cuestiones que estos libros abordan se hallan algunas de especial interés para el cristianismo universal (y, huelga decir, para el español): El Apóstol San Pablo en España, la venida y trabajos de los siete discípulos de los Apóstoles en España, la Iglesia de España desde la muerte de los siete apóstolicos hasta el principio del siglo IV, la Iglesia de España durante la gran persecución de Diocleciano y Maximiano, el Concilio de Elvira, Osio de Córdoba, la Iglesia de España desde la muerte de Osio hasta la conversión de los visigodos. El ímprobo trabajo del investigador alemán revela que lo que se jugaba era bastante serio: la demostración de la venida de San Pablo a España, entre muchas otras cosas.
 
Gracias a una nota que suele pasar desapercibida y que se halla al pie de una página de "Nobleza de Andalucía", libro de Gonzalo Argote de Molina que reeditó D. Manuel Muñoz Garnica, sabemos por el mismo Muñoz Garnica que el Padre Gams visitó Jaén y que éste le participaba sus hallazgos: "El sabio benedictino Dr. Pío Gams encontró en España la Bula con que no acertaron los eruditos extrangeros, y está difundiendo con mucha satisfacción la nueva de este hallazgo. Por las noticias que difunde tan ilustre historiador y por las que él mismo nos dio á su paso por Jaén...".
 
Inferimos, a resultas de los títulos de sus trabajos, que Muñoz Garnica tuvo un interés manifiesto por cuestiones políticas y sociales (suscitadas por el vértigo histórico), pero es innegable que fue un hombre que, por más que se metiera en esos charcos, tuvo siempre la clarividencia y la certidumbre de que el terreno de las ideas era el que exigía un cultivo para poder impedir o reparar la devastación revolucionaria en todos los órdenes. El núcleo de su pensamiento parece radicar en este pasaje de su Discurso Inaugural del Instituto de Enseñanza Secundaria de Jaén:
 
"...todo concurre y concurrirá poderosamente al mejoramiento de las sociedades, hasta su misma decadencia; y todo, con el tiempo, viene como arrastrado por la Providencia, hacia el destino que a cada pueblo señala Dios en la inmensidad con su dedo omnipotente [...] esto ha sucedido con todas las ideas y con todos los poderes del mundo, y esto mismo sucede hoy con la revolución de las ideas."
 
Este pensamiento rector es el que le guiaba en el laberinto del siglo tan convulso que le tocó vivir. Y este pensamiento hay que buscarlo en San Pablo, cuando escribe en la Epístola a los Romanos (8, 28): "Scimus autem quoniam diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum iis, qui secundum propositum vocati sunt sancti" ("Ahora bien: sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman, de los que según sus designios son llamados") Estar poseído por esta convicción que nace de la fe no exonera a nadie de actuar contra el mal, y así fue como Muñoz Garnica no se ahorró trabajos para combatirlo y reparar todo lo destruido, denunciando la obra destructiva de las tinieblas y restaurando todo lo que había arruinado la revolución o lo que la incuria de los hombres dejaba arruinarse; como pudo suceder (y su intervención impidió que sucediera) con el oratorio de San Juan de la Cruz.
 
El interés social y político de Muñoz Garnica no era la sólita novelería de los hombres que se dejan arrastrar por  lo último que sucede, sino que tenía raíces fuertes en una vida de cultura ahondada y elevada espiritualidad: el interés por los místicos como San Juan de la Cruz o Tomás de Kempis así lo hacen patente. Además de su actividad intelectual y social, Muñoz Garnica formó a su alrededor el embrión de una escuela intelectual (asunto del que me ocuparé en otra ocasión) que constituyó durante mucho tiempo el núcleo directivo de la cultura giennense.
 
Lo cierto -y lo triste- es que la obra de D. Manuel Muñoz Garnica se encuentra en el olvido, dispersa en periódicos y en bibliotecas, sin que a ninguna institución eclesiástica o civil se le haya pasado por la mente el gran servicio que a la auténtica cultura podría hacerle la constitución de una comisión de trabajo que reuniera todos los textos y libros de este sabio ubetense, para publicar lo que pudieran ser unas Obras Completas. Es algo que en cualquier país civilizado ya se hubiera hecho.
 
Es un proyecto que lanzamos desde aquí, a sabiendas de los obstáculos económicos que comporta una empresa cultural de tal envergadura. Dicho queda.

1 comentario:

  1. Excelente este trabajo sobre D.Manuel Muñoz Garnica.Como ubetense como con Manuel me parece encomiable ensalzar su figura. Yo,por tradición familiar, tengo algunas de sus obras y algunos textos dispersos. De hecho me gustaría publicar algo sobre su figura, para lo cual pienso seguir en contacto con vuestro blog.
    Un saludo,
    Antonio Lechuga Álvaro

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