sábado, 2 de marzo de 2013

SODOMITAS Y BUJARRONES EN LA ESPAÑA DE FELIPE IV


 
Cuadro que ilustra la portada del libro: " Reyes sodomitas. Monarcas y favoritos en las cortes del Renacimiento y Barroco" de Miguel Cabañas Agrela

LOS SODOMITAS EN LA ESPAÑA DE FELIPE IV

D. José Deleito y Piñuela es uno de los grandes historiadores que ha dado nuestro idioma, y por ello, muy olvidado del gran público. En su obra: “La mala vida en la España de Felipe IV”, el autor nos traslada a la España de los austrias menores. A la decadencia. A la falsa moralidad. A esa España, en donde por una parte todavía se libraban combates en nombre de la cristiandad, y por otra se llevaban a cabo en las calles y plazas de nuestras principales ciudades, todo tipo de actos de consumo carnal.
Prostitutas, alcahuetas, “cantoneras”, burdeles, sodomitas, y un largo etcétera es el variopinto esperpento puesto a nuestra disposición en la obra de Deleito Piñuela, el cual, sustrae dicha información de los manuscritos y libros de la época, pues no se trata ni más ni menos que la de contar como éramos los españoles, eso si, vistos por los extranjeros o por otros personajes de esa época, que dejaron por escrito sus impresiones.
Iremos relatando en el blog pequeñas anécdotas sustraídas de la bibliografía de Deleito Piñuela. Hoy narramos algo sobre los “sodomitas”
Había en Madrid (y en otras grandes ciudades españolas) gran cantidad de los denominados delitos “nefandos”, o lo que es lo mismo, la práctica sodomítica de entretenerse dos hombres abusándose ellos mismos en trato carnal por delante y por detrás. Narra lo que acontece nuestro autor Delito y Piñuela en su obra sobre la citada obra “La mala vida en la España de Felipe IV”:

                De ello resulta que, por octubre de 1636, se declaró en la Corte un enjambre de sodomitas. Uno de los delincuentes, milanés muy principal llamado Agustín Merlo, confesó en el potro ejercer tal oficio desde los siete años de edad, acusó a treinta y seis cómplices, entre ellos un primo de la marquesa de Aguilar, un hijo de un cochero del Rey, y a los dos pajes del conde del Castrillo, que lograron fugarse.
               El caso produjo en Madrid gran revuelo, y no poco contribuyó a la pragmática contra el uso de guedejas (las melenas largas que se usaban en la época. Nota del que escribe) en los hombres, por el aspecto afeminado que a éstos daba”.

                Los sodomitas no eran exclusivos de España, ya que la práctica era extendida y generalizada en ciudades como Milán, Roma, Venecia, París y otras. Aunque ya se sabe lo que acierta a decir el refranero español sobre éste particular: “Mal de muchos, consuelo de tontos
Seguimos con la obra:
                “En las mencionadas Noticias, de 22 a 29 de noviembre del mismo año, se lee este párrafo referente a la impunidad: En cuanto al negocio de los que están presos por el pecado nefando, no se usa del rigor que se esperaba, o sea esto porque el ruido ha sido mayor que las nueces, o sea que verdaderamente el poder y el dinero alcanzan lo que quieren. A don Nicolás, el paje del conde del Castrillo, vemos que anda por la calle, y a Juan Rana, famoso representante, han soltado, y no vemos quemar a ninguno de cuantos presos hay, y ha sido delatado don Sebastián de Mendizábal, reo confeso y que tenía casa de ellos. Este Mendizábal acusó a ochenta personas como cómplices, sin poder probar los cargos”.

El apellido del gran sodomita delator traído a este párrafo es harto conocido, lo cual me lleva a pensar, que aunque el delito y el personaje es del s. XVII, otro ilustre Mendizábal, de nombre Álvaro, (y Ministro que fue para desgracia nuestra y de nuestros antepasados), cambiara su apellido y nombre,  al de Álvaro Méndez, en vez del consabido Álvarez Mendizábal, tal vez por tener noticia de este suceso, y por el temor de ser relacionado con él por sus enemigos cortesanos. Ahora, que bien se vengó de la Iglesia el muy canalla, pues la desamortización le salió que ni pintada.
Pero lo que si es cierto es que en esa “noticia” de las Noticias, los autores se quejaban de la falta de rigor de la Justicia en la “quema  de chicharrones”. La cosa se arregla al seguir el relato, donde podemos leer:
                Pero si los protegidos por altos señores, y entre ellos el popular histrión (que debía, como tantos otros, su valimiento a la gracia derrochada por él en los escenarios), pudieron hurtar el cuerpo a la justicia, no todos lograron tal privilegio. Las mismas Noticias mencionadas nos hacen saber que el 21 de enero de 1637 fueron quemados en la puerta de Alcalá el citado Mendizábal, que era en su oficio el más descocado de cuantos ha habido en el mundo, y un don Pedro de Mendieta, con quien había estado amancebado muchos años. Ambos perecieron en la hoguera con grandes muestras de devoción y contrición, a manos del nuevo verdugo llegado de Segovia, que con ellos hacía sus primeras armas en la Corte”.

Como se puede ver, el oficio de comediante ha dado a lo largo de la historia grandes “bujarrones”. Hay cosas, que con el paso del tiempo no cambian para nada, señores lectores.
 
L.G.

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