jueves, 30 de julio de 2015

DANZAS DE ESPADAS EN EL REINO DE JAÉN

Danza de Espadas de Los Lanzaores de San Sebastián, Cabezas Rubias
(Andévalo, Huelva): foto Huelva Buenas Noticias.

Manuel Fernández Espinosa




A pesar de la devastación que, con el tiempo, se ha acusado de nuestras formas tradicionales (devociones, costumbres, música, danzas, etcétera), el estudio de nuestro pasado siempre es revelador y nunca deja de ser aleccionador. Esta vez traemos dos pasajes documentales que son elocuentes por sí mismos. Ambos hacen referencia a la existencia de un tipo de danza muy concreto (herencia antiquísima) en nuestra comarca de Jaén. Se trata de las primitivas Danzas de Espada, de las cuales quedan puntuales vestigios locales en Landaluzía (en la comarca onubense del Andévalo, p. ej.), aunque se conservan todavía pletóricas en Euskalherría. He ofrecido una aproximación en "Nuestras ancestrales danzas guerreras" (en el blog Mundivm)
 
Julio Caro Baroja comenta que estas danzas (de origen guerrero) "se celebran especialmente con motivo de las fiestas patronales asimismo, o de la del Corpus: danzas que se han encontrado en toda Europa, desde Andalucía hasta el Norte de Inglaterra y desde las costas eslavas del Adriático a Escandinavia".

En ellas intervienen varios mozos. Con el rigor y erudición que caracterizaron al maestro antropólogo vasco, Caro Baroja realizó varios estudios sobre las particularidades que mostraba la "ezpata dantza" vasca, la cual reviste en Euskalherría una rica multiplicidad de formas, dependiendo de la localidad en que se han conservado estas danzas. Caro Baroja contaba para su estudio con más bagaje documental de lo que podemos hallar en otras partes de la Península Ibérica. Así, por ejemplo, el sabio alemán Guillermo Humboldt (1767-1835) tuvo ocasión de dejar constancia en sus libros de viajes de las danzas vascas que pudo ver todavía en su siglo, como muchos otros viajeros extranjeros que se admiraban del grado de pureza que en las tradiciones se mantenía en las Vascongadas. Tampoco faltaron vascos amantes de sus tradiciones que registraron por escrito noticia de estas antiquísimas danzas, como fue Juan Ignacio de Iztueta, con su libro de 1824, titulado "Guipuzcoaco dantza gogoangarrien condaira edo historia..." ("Noticia o historia de las más memorables danzas de Guipúzcoa...": el título original es más largo, pero se nos agradecerá que seamos escuetos).
 
En Landaluzía (ver nota), en cambio, estas manifestaciones folklóricas apenas se nos han conservado (salvo lugares muy contados como es el caso de Puebla de Guzmán o Cabezas Rubias, ambas poblaciones de Huelva) y tampoco hemos tenido la fortuna de contar con hombres cultos que en su época, cuando todavía se ejecutaban estas danzas con sus espadas y coreografías particulares, registraran para la posteridad la composición de los danzantes, su indumentaria y pasos de danza. La incuria ha hecho así que se olvide casi del todo estas tradiciones en nuestras gentes y nuestros pueblos, sucediéndose en el tiempo esa "traición" a la tradición: sustituyendo estas costumbres genuinas de nuestros festejos por modas extrañas y ajenas a nosotros.
 
Sin embargo, aunque prácticamente desaparecido hasta su recuerdo, nos complace participar a nuestros lectores de la noticia que nos ha hecho llegar nuestro amigo D. Ildefonso Rueda Jándula sobre la indiscutible existencia de danza de las espadas en Arjonilla, sea por lo tanto agradecido su gentil gesto al proporcionarnos este valiosísimo material para nuestros estudios folklóricos.
 
He aquí los fragmentos textuales en que se hace mención de esta ancestral costumbre en Arjonilla:
 
Del año 1601 nos llega este párrafo: "Que por librança del qº. pagó a Pedro López Vela y consortes, músicos ochenta y ocho reales porque celebraron la fiesta del Santísimo Sacramento y a Manuel de Acosta maestro de escuela de la Villa de Arjona treynta e seis reales por una dança que trujo el dicho día y a los jitanos que sacaron una dança y bailaron otros treynta y seis reales y a Francisco Parrado y consortes que sacaron una danza de espadas otros treynta y seis reales".
 
En el libro de cuentas del Cabildo, correspondiente al año 1608, vuelve a encontrarse otra suculenta cita que dice así:
 
"por librança del qº. de quinze de abril del dicho año pago a Alonso Fernández vezino del Marmolejo veinte y quatro reales en tres fanegas de cebada que hubo de aber de hazer en esta Villa una dança de espadas la mañana de Resurreción y mostró librança y carta de pago...".
 
(La negrita cursiva es nuestra)
 
Aunque parcos en detalles, ambos pasajes documentarios nos refieren sin lugar a dudas la costumbre de solemnizar las festividades religiosas (el Corpus Christi y el Domingo de Resurrección) con las "danzas de espada". Se infieren varios detalles que merecen ser comentados:
 
1º La palabra "consorte" (en su acepción -no de "consorte" como esposa, sino- de "persona que es partícipe y compañera con otra u otras en la misma suerte") nos lleva a pensar en buena lógica que existían "compañías" que, con un grado de cierta profesionalización, se prestaban a ofrecer estas danzas de espada como atracciones festivas en las solemnidades en que se las contrataba.
 
2º No se trata de un hecho aislado,  de una sola y rara compañía de danzantes espadeadores en Arjonilla, puesto que se colige leyendo los dos fragmentos que son dos los "buruzari" (vocablo vasco con el que se indicaba al "capitán" de la compañía de espada-danzadores): Francisco Parrado (que figura en 1601) y Alonso Fernández (en 1608). Asimismo se ofrece el no menos interesante dato de que el segundo que cobra por los servicios prestados por su compañía de danzantes es oriundo de la localidad de Marmolejo (lo que hace muy plausible que la compañía también fuese de Marmolejo). Esto legitima a pensar que Arjonilla era una de las muchas localidades que podía contratar los servicios de estos danzadores gladíferos. Y no sería descabellado pensar que hubiera muchas más "compañías" de espada-danzadores tanto en la comarca como en el Reino de Jaén.
 
3º Frente al olvido de estas tradiciones, se alzan los documentos que por recónditos que estén en los archivos parroquiales, municipales y familiares que se han conservado, nos remiten a nuestros verdaderos orígenes, salvándonos de la falsificación de nuestra identidad a manos de desaprensivos que nos quieren convencer de ser lo que no hemos sido nunca.
 
Para las instituciones locales tendría que ser una prioridad reinstituir estas tradiciones, creando las infraestructuras pertinentes: un grupo profesional de etnólogos que lleven a cabo estudios comparativos para fijar los pasos de danza que se estimen oportunos, creación de grupos coreográficos que estudien, ensayen y ejecuten estas danzas en los días festivos y oferta de las instituciones religiosas o civiles que podrían enriquecer sus solemnidades con estas atracciones genuinamente autóctonas. Que vuelvan a reavivarse estas tradiciones venerables, aunque tengamos que prescindir de la pureza coreográfica de nuestros antepasados, por la incuria que nos ha hecho perder tanto.
 
Mejor eso que contemplar con desolación la pérdida de nuestras verdaderas señas de identidad histórica, étnica y folklórica, suplantadas por formas cuanto menos extrañas a nuestro ser.   
 
 
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Nota: Como bien apunta nuestro amigo y compañero de investigaciones, el escritor y folklorista sevillano, D. Antonio Moreno Ruiz, fue Unamuno quien llamaba Landaluzía a Andalucía que, en euskera significaría algo así como "Tierra Grande". Nosotros vamos a emplear este término, para devolverlo a poner en curso frente al más común de Andalucía, que tantas veces se confunde con una realidad contraria a nosotros: Al Andalus.
 
FUENTES:
 
Caro Baroja, Julio, "Estudios Vascos VII: Baile, Familia, Trabajo", Editorial Txertoa, San Sebastián, 1976.
 
Fernández Espinosa, Manuel, "Nuestras ancestrales danzas guerreras", MUNDIVM, miércoles 23 de julio de 2014.
 
Moreno Ruiz, Antonio, "De Vasconia a Andalucía", MUNDIVM, domingo 26 de julio de 2015.

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