"Castelar"
de Francisco Pi y Margall. Por otra parte, estaba la visión de D. Emilio
Castelar, el cual lideraba la corriente del “liberalismo democrático” que pretendía lo mismo, pero desde el
unionismo. La tercera vía, más moderada, era la encabezada por el General Prim.
Las visiones políticas de España de Pí y Margall y Castelar terminarían por
chocar entre sí, creándose dos proyectos políticos distintos cuyas diferencias
se harán patentes tras la Revolución del 68. Dicha Revolución obligó a la
monarquía, representada por Isabel II, a ser expulsada de España, y solicitar
asilo en Francia. Las disensiones entre los republicanos no tardarían en
hacerse evidentes. Unos políticos pugnaban por la elección de un nuevo monarca
(entre ellos Prim) para el gobierno de la nación, (Amadeo I de Saboya),
mientras que otra pare del espectro revolucionario se quejaba amargamente por
el hecho de haber realizado una revolución para expulsar a la monarquía de
España para ahora estar poniendo en su trono a otro rey. Las diputas internas
no acabaron, y para poder mostrar mejor lo que ellas representaron en el seno
de esta formación política, nada mejor que reproducir esta carta al director,
en la que un ciudadano contesta a otro sobre una afirmación hecha sobre lo “grande” o “pequeño” que es el Partido Pactista en el año 1894. Dice así:
“La
República, diario Federal”, Madrid
ECOS D E LAS PROVINCIAS
Ha llegado á
nuestro poder una hoja impresa, que lleva al pie la firma de nuestro
correligionario Baldomero Racolta, y en la cual este ciudadano contesta á
cierto periódico catalán, que se ha permitido asentar, en son de broma, ciertas
afirmaciones inexactas acerca de nuestro partido. En varias ocasiones, y con
distintos motivos, hemos demostrado á los adversarios del pacto que este
fué siempre dogma de nuestro partido, y como la argumentación del ciudadano
Racolta viene á corroborar nuestras argumentaciones, y como, en nuestro juicio,
merecen ser conocidas sus razones, reproducimos algunos de los párrafos de la
carta, y que de seguro verán con gusto nuestros lectores:
«Ciudadano Clements
La Bisbal:
Muy señor
vuestro y nada mio: En el párrafo segundo del remitido que firmáis en fecha lo
del corriente y que el periódico La Publicidad, de Barcelona,
inserta en su número
2.384, correspondiente
al día de hoy, os permitís decir: “Habrá lucha, sí señor, lucha entre dos
miembros de la gran familia democrática. El chiquitín de la casa (partido
federal pactista), ese partido que, como todo joven llegado á la pubertad, anda
bebiendo los vientos por una quimera que en su mente forjó, revistiéndola de
todas las galas imaginables, va á medir sus armas con el hermano mayor (partido
republicano histórico)” Vamos á cuentas, señor bufón: el partido federal-pactista
no es el chiquitín de la casa, por dos razones: Primera:
"Pi y Margall"
En 1855 Pi y
Margall y Fernando Garrido publicaron, el primero el libro La Reacción y la
Revolución y el segundo su popular trabajo La Federación Universal, en
el que escribió un prólogo notable Emilio Castelar, con cuyos principios federales,
en aquellas producciones defendidos, estaban ya entonces conformes la mayoría
de los republicanos españoles junto con el Cicerón de la fracción llamada posibilista
y los que en mal hora le siguen en sus funestas evoluciones, veleidades y
apostasías. Segunda: Desde 1868 hasta 1873 era ya tan grande el partido federal
pactista, que casi era el único partido republicano que existía en España; pues
que casi todos los republicanos que se sentaban en los escaños del Congreso durante
las inmortales Constituyentes del 69 y del 73, se llamaban federales pactistas,
excepción hecha de Eugenio García Ruiz y sus dos satélites. En prueba que no
era chiquitín ya, durante el expresado quinquenio, el partido republicano
federal pactista, que vuestro moderno Mirabeau se valía de las fuerzas
políticas y de las populares simpatías de aquel gran partido, para ser nombrado
diputado y para abrir y sembrar de flores federales el camino que le condujera
al puesto más elevado de la nación, y una vez llegado á la cumbre del poder, no
ha hecho más que llenar de insultos y de improperios á la inmortal madre
República federal que en el mundo político le parió. Si vuestro jefe hubiera hecho
lo que nuestro Guía le recomendaba todos los días, de que completaran y presentaran
cuanto antes al Congreso las bases del Pacto de federación española, la hispana
tierra hoy día seria los Estados Unidos de Europa y no, lo que desgraciadamente
es, la cuasi Turquía de Occidente. Resumamos. ¿Qué es lo que queremos los republicanos
federales pactistas? La República democrática federal.—«Señores (decía
Castelar en su
entusiasta y elocuente discurso que pronunció en la sesión del 8 de Julio de 1873),
¿qué es la República federal? Es aquella forma de Gobierno mediante la cual todas
las autonomías existen y coexisten como existen los astros en el cielo, sin chocarse
jamás. En la República federal todo lo individual pertenece al individuo, todo
lo municipal pertenece exclusivamente al municipio, todo lo regional pertenece
á la región, y todo lo nacional pertenece á la nación. Y como quieren que en la
ciencia política moderna todos esos derechos y todas esas facultades se
encuentran completamente clasificadas, ni padece el individuo, ni padece el
municipio, ni padece la región, ni padece la nación de ninguna manera en una
República verdaderamente federal. Véase porque yo quiero la República federal,
y véase porque yo jamás, jamás, jamás apoyaré ni defenderé una « República
unitaria.» En la circular que en 1 de Mayo de 1870, contra la declaración de la
prensa unitaria, dirigió el Directorio del partido republicano-democrático
federal, que iba autorizada con las firmas de Pi y Margall Estanislao Figueras
y Emilio Castelar, se lee: «Este Directorio, hoy como siempre, al proclamar
como forma de gobierno de su partido la República democrática-federal, aspira á
constituir la nación española en un grupo de verdaderos Estados, unidos por un pacto
federal que sea la expresión de su unidad y la salvaguardia de su libertad.» ¿Y
vosotros, ciudadano Clements, ¿qué es lo que queréis? Una República unitaria, centralizadora
burocrática, con mucha infantería, mucha caballería, mucha artillería, muchos carabineros
y muchos guardias civiles, clero católico pagado por el Estado y la alianza con
los progresistas y fusionistas, para hacer imposible la autonomía individual, municipal,
regional y nacional.» Estos argumentos son contundentes, y nos parecen incontestables:
muchas veces los hemos aducido, y otras tantas han quedado sin contestación”.
El partido Republicano
de Torredonjimeno, al igual que otras muchas formaciones similares de España,
era de corte radical y librepensador. Por lo tanto estaba opuesta en sus
principios morales y éticos a la Iglesia y, como no, muy influenciado por las
ideas propaladas por la masonería, asociación ésta que contaba en Torredonjimeno
con muchos miembros (sobre la masonería en Torredonjimeno, léanse los artículos
publicados en Órdago sobre el tema) El Comité Republicano, se adheriría al
congreso universal de Librepensadores que se celebró en Madrid en 1892,
enviando su carta de adhesión al periódico “Los
Dominicales de Libre Pensamiento”, al que suponemos, estarían suscritos. La
misiva en cuestión reza así:
“Los Dominicales de Libre Pensamiento”
Comité Republicano Federal.
Residencia: Torredonjimeno (Jaén),
Delegado: Curros Enriquez.
"Al declararse francamente libre-pensador sin los terrores de los que
tiemblan ante las sotanas, el Comité republicano federal, de Torredonjimeno
honra á la vez á la República y á la provincia de Jaén"
"El tosiriano D. Lorenzo Gómez Castro"
En Torredonjimeno, en el año 1905, se destacaba
como presidente de la formación política del Federalismo-Pactista, D. Lorenzo Gómez
Castro, político local el cual llegaría a ser alcalde de Torredonjimeno -durante
apenas un mes- en el año 1910 (del 31-10-1910 al 23-11-1910).
“Comité local
Federal Pactista de Torredonjimeno (Jaén).
Presidentes honorarios: Eduardo Benot,
Nicolás Estévanez, Francisco Pi y Arsuaga, José María Valles y Ribot, Julián
Nougués, Eduardo Fernández del Pozo y Antonio Pérez Ortega; presidente, Lorenzo Gómez Castro; vicepresidentes: Antonio Garrido
Rísquez y Pablo
López Liébana; secretarios: José
Martos Pérez y Martín Cámara; tesorero,
Norberto López Liébana; vocales:
Cosme López Garrido, Lorenzo Lozano Carpió, Andrés Erena Bueno, Ricardo
Martínez Vizcaíno, Ramón López Liébana, Miguel Puche Vieña, Antonio Garrido
López, Federico Lozano Carpió y Pedro Gómez Castro; representante para la Asamblea, Juan Miguel Ortega López”.
Como se puede
apreciar, y salvando los nombres que designan a los presidentes honorarios de
la formación política, muchos de los apellidos que aparecen en el listado, son
conocidos por su resonancia en la política municipal tosiriana
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