La Semana Santa se ha visto convulsionada por la tremenda campaña de difamación que, contra la Iglesia Católica, han protagonizado grandes grupos mediáticos del planeta -como el New York Times; todos ellos se han confabulado a una contra Su Santidad Benedicto XVI y contra la Iglesia Católica Apostólica y Romana. El motivo que se esgrime contra la Iglesia Católica es la lacra pedofílica con la que, bien agigantada, estos grupos de poder pretenden desprestigiar al clero y, con el clero, al Catolicismo.
Parece mentira, pero es cierto: quién nos lo iba a decir hace unas décadas... El diario ruso PRAVDA (cabecera del más veterano periodismo soviético, que podemos traducir por "La Verdad") ha dado un paso al frente, con valentía, para defender a la Iglesia Católica de estas violentas calumnias.
El artículo de opinión nos ha parecido tan certero que nos animamos a traducirlo y aquí lo ponemos, para que esta voz, desde fuera de la Iglesia Católica, sirva como contención incluso a los más rancios e incrédulos denigradores de la Iglesia Católica y de sus medios de comunicación.
El artículo que traducimos acusa directamente a los poderes mundialistas que quieren hacer un Nuevo Orden Mundial -¡que lo están haciendo!- de atacar a la Iglesia Católica con el ánimo de desacreditarla. Nuestros marxistas españoles... ¿con quién están? ¿Con PRAVDA o con los ROCKEFELLER?
CUANDO SE
CONFUNDE EL ÁRBOL CON EL BOSQUE
Muchas de las
noticias que salen, en su afán de hacer propaganda ideológica encubierta,
contienen el error fundamental de confundir el árbol con el bosque…
Especialmente, cuando el objetivo es denigrar. Queremos decir que, a partir de
un hecho aislado, deteniéndose preferentemente alrededor de sus contornos, se
generaliza con el fin de inducir al lector a pensar que todo el conjunto es de
la misma naturaleza. Esta generalización, obviamente, tiene connotaciones
ideológicas y sigue un programa político que pretende deconstruir la sociedad
tradicional y todas sus instituciones seculares para imponer un Nuevo Orden
Mundial, bajo la apariencia de los siniestros intereses de la oligarquía
internacional, la misma que manipula los mercados financieros, y a través de
estos, controla en gran medida la Economía Planetaria. Nos referimos a la
manipulación que se está haciendo de los casos de pedofilia cometidos en el
seno de la Iglesia Católica, que muy recientemente han sido vertidos por las
agencias internacionales de noticias.
De hecho, las
recientes noticias que implican a sacerdotes católicos en casos de pedofilia,
tienen todo el aspecto de una campaña de ataque a la jerarquía católica, más
allá de la información objetiva que requiere la ética periodística, con
independencia de su gravedad moral. Tales noticias levantan sospechas sobre la
"bondad" de los católicos, incluso entre los no-católicos como
nosotros. A pesar de no estar de acuerdo con la doctrina de la Iglesia
Católica, sin embargo nosotros reconocemos la importancia capital de su papel
en nuestra historia como defensora de los valores éticos que in-forman (dan
forma) a nuestra cultura judeo-cristiana, así como el mérito social que la
acción de la Iglesia Católica ha desarrollado a favor de aquellas víctimas de
la usura y la avaricia de la oligarquía internacional, que es, después de todo,
la más interesada en destruir el catolicismo y la religión en general, ya que
constituyen un grave obstáculo para el logro de su objetivo final: el de
reducir los hombres a la condición de esclavos mecánicos.
Queremos
resaltar, antes de que se produzca cualquier confusión, que al hacer la defensa
de la Iglesia católica no defendemos en modo alguno la acción execrable de
aquellos hombres que han olvidado las obligaciones más elementales del
sacerdocio: el respeto al prójimo, especialmente al más débil, como es el niño
huérfano, privado del afecto de una familia verdadera.
Uno de los
aspectos que nos lleva a sospechar sobre la "buena voluntad" de estas
noticias es que se centran exclusivamente en los casos de pedofilia del clero
católico, cuando sabemos que lacra está presente en todos los ámbitos de la
sociedad. La encontramos en todos los estratos sociales e incluso dentro de las
familias. El pedófilo está, en principio, muy cerca de la víctima y tiene de
antemano su confianza, es decir, no es un extraño; puede ser un padre, un tío,
etc. Cuando se argumenta que, por su celibato, los sacerdotes serían más
propensos al abuso sexual de niños, como de este modo e insistentemente se
trata de justificar la tentación del abuso sexual, se olvida que el pederasta
no es siempre un soltero y muchas veces es tenido como un ejemplar cabeza de
familia, por tanto una persona aparentemente normal.
Otro detalle que
sugiere que está en marcha una campaña de demolición contra el prestigio de la
Iglesia Católica Apostólica y Romana, es que las noticias sobre pedofilia en su
seno aparecen como hongos que nacen cada mañana, mezclándose con el número de
víctimas de los pedófilos que, al final, parecen ser tantos como un enjambre de
abejas. Casi la totalidad de la jerarquía católica... Evidentemente que esto no
disculpa a los autores de abusos sexuales. En efecto, las víctimas son muchas,
pero los abusadores denunciados no son más que un minúsculo grupo. El mal, el
mejor... Incluso, si tenemos en cuenta las estadísticas en los EE.UU., el
número de víctimas en las instituciones católicas en comparación con las
víctimas de otros ámbitos (sobre todo, en calendario escolar) hay que advertir
que es mucho más alta la incidencia de estos casos delictivos en las
instituciones no-católicas. En 52 años (desde 1950 al año 2002), por cada 157
casos de pedofilia, 1 solo caso se ha producido en el ámbito católico. Es un
hecho, ¿no? Esta desproporción, por otra parte, muestra, en el caso
norteamericano, que la pedofilia es un fenómeno social muy extendido, es decir,
no se limita a un sector específico de la sociedad.
El caso de la
Casa Pía de Lisboa también es ilustrativo, en cuanto a la caracterización del
pedófilo. El orfanato estatal lusitano, fundado a finales del siglo XVIII por
el Intendente de Policía Pina Manique, hombre de la confianza del marqués de
Pombal, es toda una asquerosa red pedófila a descubrir y reúne más casos de
abusos sexuales contra menores que los que, recientemente y por los medios de
comunicación de masas, se le imputan a la Iglesia Católica con el propósito de
desprestigiarla. Están encausados por los fiscales diez sospechosos, incluyendo
un cómplice; pero, sin embargo, hay quienes sostienen que el "libertinaje
sexual" que existía en la institución involucraría a muchas personas más,
entre ellas peces gordos, que se remontan a la década de los 80 del siglo XX.
Muchas de las víctimas, ahora adultos, no están dispuestas a pasar por el
tormento de las investigaciones policiales y, menos aún, por la vergüenza
pública a la que son sometidos los "putos de la casa pía"
directamente involucrados en el proceso. Habrá que resaltar, en pro de la
verdad, que no todas las denuncias serán auténticas. Algunas personas
aprovechan estas ocasiones para chantajear a otras. De ahí que sea tal vez muy
complicado determinar hasta qué punto llega la verdad de estos hechos
denunciados y cuándo comienza la mentira… Ora de una parte, ora de la otra.
Señálese también que problemas de la sexualidad, tales como la sodomía y otros,
siempre se produjeron en los internados, incluso entre los alumnos internos,
por más que fuesen duramente reprimidos, dejando huellas indelebles para el
resto de la vida.
El furor
anticlerical del lobby laicista llega hasta tal punto que resucita viejos
casos, como el de Padre Lawrence Murphy que, pese a remontarse al año 1975, se
esgrime para atacar al actual Papa e insidiosamente, por esta vía, acosar a la
Iglesia Católica Apostólica y Romana. El 25 de marzo de este año, el prestigioso
New York Times publicó un artículo que acusa a Benedicto XVI de encubrir
presuntamente al sacerdote de Milwaukee en 1995, cuando el Papa era todavía
Cardenal y responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es preciso
tener mucho odio contra el catolicismo para, después de 35 años de haber pasado
ese episodio, venir a plantear este asunto de nuevo. La denuncia es tanto más
hostil cuando consideramos que sus propaladores ignoran que ese organismo
eclesiástico –la Congregación para la Doctrina de la Fe- tiene una función
específica, la de controlar las desviaciones doctrinales (las herejías), pero
no se encarga de los casos de disciplina que competen al Derecho Canónico, como
serían los casos en que los clérigos rompen el voto de castidad al que están
obligados. También se silencia, en el caso referido, que dicho sacerdote fue
exonerado por casualidad por el Derecho Civil, dado que no se encontraron
pruebas de haber cometido ningún acto pedófilo con los niños sordos que
tutelaba. También se omite que la jerarquía católica tenía bajo vigilancia a
este sacerdote, pero no tanto por la sospecha de sus desviaciones sexuales,
como por sus desviaciones doctrinales. Fue por este motivo, y sólo por esta
razón, que el entonces Cardenal Ratzinger, en 1995, sancionó a Lawrence Murphy,
limitándole luego en sus funciones pastorales. Cuatro meses después de la
sanción, Murphy murió. No creemos que el diario neoyorquino -el New York Times-
desconozca estos hechos de modo tan palmario como para no exponerlos a la opinión
pública. De ello se desprende que existe mala fe y, de ahí, que hacemos bien si
pensamos que está puesta en marcha toda una campaña de difamación, articulada a
escala mundial, contra la jerarquía católica.
Y es
comprensible. El actual Romano Pontífice, en consonancia con los principios de
la Iglesia Católica, ha desarrollado una tenaz resistencia contra las
propuestas contra-natura y destructivas que vehiculan las organizaciones
laicas, las mismas que apuestan por imponer una visión pansexualista y
hedonista de la sociedad, reduciendo al hombre a su condición zoológica
mientras niegan su dimensión espiritual. Tales organizaciones laicistas no
surgen obviamente de la nada, por “generación espontánea”, ni viven del aire.
Fueron creadas y son apoyadas por fundaciones que se dicen filantrópicas, como
las de la familia Rockefeller. Los intereses financieros de las mismas están
vinculados a una tupida red de sectores económicos, que van desde la Banca,
pasan por el petróleo, por la industria farmacéutica, la armamentística, etc.
y, claro es, no dejan al margen los medios audiovisuales, los cuales cumplen
una agenda dictada por la Elite Global a la cual sirven y pertenecen.
Además, quienes
postulan que la humanidad debe ser reducida a 1/3 de la población actual y
contribuye a la miseria de millones de seres humanos, no pueden ver con buenos
ojos la actividad caritativa de la Iglesia Católica Apostólica y Romana que,
precisamente ahí: en las zonas donde la pobreza es más lacerante, realiza una
ímproba labor a favor de los más necesitados, en el mismo lugar donde la Elite
Global explora y maneja la riqueza del subsuelo que pisan esos pueblos
empobrecidos por la misma Elite Global.
Hay, por tanto,
una intención en este tipo de noticias, que va mucho más allá del deseo de
informar… Si así fuese, no omitirían los sucesos de abusos sexuales que se
producen en otras instituciones que no son la Iglesia Católica. Para ponderar
equilibradamente la responsabilidad de la Iglesia Católica en la pedofilia,
deberían ser referidos los procesos civiles y canónicos que han sido instruidos
contra los clérigos, acusados de abuso sexual de menores, el resultado final de
los mismos procesos, y no publicar tan sólo las denuncias que pueden no ser
verdaderas, como bien sabemos que ocurre con este género de procesos penales.
FUENTE ORIGINAL
DE LA TRADUCCIÓN: PRAVDA
Traducción:
Manuel Fernández Espinosa
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