lunes, 11 de febrero de 2013

EL CRÁNEO DE POMPEYA



EL CRÁNEO DE POMPEYA


"Lord Edward Bulwer Lytton, autor de la novela Los últimos días de Pompeya e iniciado en las logias rosacrucianas"
 
Pompeya, era una ciudad de la antigua Roma. Era de gran importancia y tamaño en su época, y estaba repleta de felices habitantes que dedicaban su existencia al comercio, al campo y a la pesca.
Situada en las cercanías de la actual Nápoles, en la región de la Campania, Pompeya vivía sus días plácidamente, sin prisas, mientras la sombra del monte Vesubio ocultaba la luz del Sol cada atardecer.
Un trágico día, en concreto el 24 de agosto del año 79 a.C., el monte Vesubio ocultaría para siempre el Sol para los pompeyanos. Una violenta explosión arrasó la ciudad, y con ella, a todos los habitantes.
Esa tragedia puede constatarse a día de hoy, pues los restos petrificados de sus habitantes, son testigos silenciosos de ese trágico suceso. En su huída hacia los puertos, muchos hombres y mujeres, sucumbieron a los gases tóxicos emanados del Vesubio. Sus cuerpos inertes fueron recubiertos por las cenizas, y a día de hoy, se pueden observar los volúmenes pétreos de sus cuerpos diseminados por las calles de Pompeya.
Esta tragedia ha servido, no obstante, para que podamos conocer mucho mejor como era la vida de los romanos del s. I a.C. Las casas excavadas nos han permitido ver, como si de una instantánea del pasado se tratase, la forma de vida de los romanos de esa época. Sus comidas, sus vestidos, la fisonomía de sus calles y comercios etc.
Además, en el interior de muchas de las villas pompeyanas se han conservado intactos, decenas de mosaicos, que nos hablan del gusto y moda de la época. Uno de esos mosaicos es éste “memento mori” que ahora traemos a la bitácora de Cassia


Mosaico encontrado en la antigua ciudad de Pompeya. Representa un "memento mori"

 
En una villa pompeyana, perfectamente conservado, se encontró este mosaico. En él, el artista dejó constancia gráfica, de la fugacidad de la vida.
Suspendida sobre una cercha de madera, se representa a La Muerte, bajo la forma de una gran calavera. Ésta reposa sobre La Vida, frágil y fugaz, representada bajo la apariencia de una mariposa. La mariposa –La Vida- descansa sobre una rueda de carro, que simboliza el devenir cambiante de las cosas, el movimiento, que hace que todo cambie, y que todo se repita.
Sujetando los extremos de la cercha, un vestido opulento, y en el otro extremo, un vestido pobre, ajado y desgastado. A la Muerte le da igual los bienes terrenales. Es equitativa y les llega a todos.
Poco es lo que sabemos de este mosaico. Llama poderosamente la atención no obstante, pues no es un tema muy habitual en los mosaicos romanos.
Lord Edward Bulwer Lytton es el autor de la conocida novela “Los últimos días de Pompeya. Además, es también el autor de otras novelas más “misteriosas”, como “Zanoni” o “La raza venidera”, donde el iniciado rosacruz de Lytton habla de una desconocida raza que utiliza la potencia enigmática del Vril para poder existir sin necesidad de la mecánica.
Tal vez, el famoso Lytton conociese este mosaico pompeyano, o por el contario alguien le habló de lo descubierto bajo la tierra y las cenizas del Vesubio. Las primeras excavaciones tuvieron lugar en 1748, bajo el reinado de Carlos de Borbón, rey de las Dos Sicilias.
Si ello es cierto, no resultaría raro que el rosacruz creyese en esa raza extraña de hombres viviendo bajo la tierra. Hombres, que utilizando el poderoso Vril, destruyeran enteramente toda una ciudad" o una civilización”.
L. Gómez   


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