domingo, 29 de mayo de 2016

LA CRUZ DE CRISTO Y LA CRUZ DE SAN PEDRO

Lápida de la Cruz crístico-petrina de la S. I. Catedral de Jaén,
fotografía: Eduardo López Pérez.



CONTRA LAS FALSAS ESOTERÍAS


Manuel Fernández Espinsoa


En mármol blanco, en cada una de las cuatro pilas de agua bendita (que corresponden a cada una de las cuatro puertas de nuestra iglesia catedral de Jaén) podemos ver esculpidas unas curiosas cruces que, además de tener su brazo horizontal arriba (como cualquier cruz de planta latina) exhibe otro brazo, de igual tamaño, al pie del eje vertical.
 
En "El enigma de la mesa de Salomón" el escritor Juan Eslava Galán ofrece una interpretación totalmente fantástica de este símbolo. Eslava Galán ve en ella un esoterismo absolutamente inventado por él: el brazo horizontal -según el de Arjona- sería el reconocimiento implícito de que, bajo el suelo del templo catedralicio, hubo un supuesto templo primitivo dedicado a la Diosa Madre. Bueno, cada cual ve lo que quiere ver. El problema es que, con explicaciones así, el público vive en una nueva ignorancia, aquélla con la que se nutre leyendo patrañas tantas veces -por no decir "siempre"- contrarias a la ortodoxia católica.
 
Para desfacer los embolismos del obscurantismo laicista con ribetes pseudo-esotéricos me propongo muy brevemente comentar el significado y origen de este símbolo, siguiendo la aportación de nuestro paisano y mi maestro, el Rvdo. Padre Juan Montijano Chica que, amén de canónigo de la S. I. Catedral de Jaén, fue un historiador e investigador que tuvo acceso privilegiado a los archivos diocesanos.
 
El Padre Montijano Chica comentó este símbolo en un artículo que le publicó el diario JAÉN, allá por el año 1978. En dicho artículo explica que el símbolo representa la Cruz de Cristo y la Cruz de San Pedro Apóstol que, como todo el mundo sabe, "boca abajo, es y representa en el caso que comentamos, la cruz de Pedro, pero tan unida a la de Jesucristo que esas dos cruces forman un todo misterioso e indivisible. Es el árbol cuya savia divina vivifica todo el cuerpo místico de la Iglesia".
 
El P. Montijano fue más allá e indagó hasta descubrir el origen de esta misteriosa cruz de nuestra Catedral, hallando en Beato Fray Diego José de Cádiz al responsable de la inspiración (puede verse algo sobre Beato Fray Diego José de Cádiz y nuestra comarca en mi artículo "Beato Fray Diego José de Cádiz, taumaturgo y profeta contra-revolucionario"). Nuestro paisano incluso pudo datar con bastante precisión el tiempo en que el místico capuchino misionero inspirò al Cabildo Catedralicio la idea de labrar estas cruces y ponerlas en donde las podemos ver hoy: esto ocurrió en los meses de abril y mayo de 1780, cuando fray Diego José se encontraba misionando en Jaén capital. Era un momento delicado para la diócesis, pues por aquellas fechas la regía un Vicario capitular, tras el fallecimiento del Obispo D. Antonio Gómez de la Torre y Jaraveitia (muerto el 23 de marzo de 1779) y sin que todavía se hubiera designado a ningún otro para ocupar la sede episcopal. Ésta vendría a dejar de estar vacante cuando se nombró a D. Agustín Rubín de Ceballos en el verano de ese año 1780,
 
Está claro, por lo tanto, que la Cruz crístico-petrina de las lápidas de los benditeros catedralicios nada tiene que ver con delirios ocultistas, como los que fomenta el oscurantismo de Eslava Galán. Existe la referencia histórica de la fecha en que se manda poner estas lápidas, así como consta la propuesta de fray Diego José de Cádiz, pero lo que todavía no ha sido averiguada es la razón por la cual Beato Diego José de Cádiz tuvo esa inspiración: teniendo en consideración que Diego José de Cádiz era un santo taumaturgo, superdotado con dones místicos, no es de extrañar que esta cruz -como comentaba el P. Montijano- le fuese inspirada por una moción del Espíritu Santo, actuando simbólicamente como un sello que cifra simbólicamente la absoluta adhesión al Romano Pontífice en tiempos revolucionarios, cuando Francia temblaba por los excesos y crímenes de las hordas revolucionarias, enemigas del Trono y del Altar.

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