jueves, 19 de febrero de 2015

CUANDO ESCAÑUELA PUSO OBISPO EN DURANGO DE MÉXICO

Foto de Manolo Fernández.
Carlos II de Austria, adorando el Santísimo Sacramento
 
 
 
NACIDO EN ESCAÑUELA Y OBISPO EN AMÉRICA
 
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
Fray Bartolomé García de Escañuela nació, como su sobrenombre religioso nos indica, en nuestra localidad vecina de Escañuela (Jaén) el año 1619. En aquel entonces Escañuela todavía se llamaba San Pedro de Escañuela.
 
Según algunos historiadores la hoy Escañuela fue la antigua Eiskadia, uno de los escenarios de la encarnizada lucha de los hispanos de Viriato y las legiones romanas de Serviliano. La población fue reconquistada en tiempos de Fernando III el Santo y quedó sujeta bajo el alfoz de Arjona. En 1385 la localidad era señorío de D. Pedro Ruiz de Torres y en 1394 devino señorío de D. Fernando de Portugal. Y el señorío formado por Villardompardo y Escañuela se convertiría en Condado de Villardompardo en el siglo XVI. La iglesia parroquial tiene el título de San Pedro Ad Vincula y en ésta sería bautizado el año 1619 uno de sus hijos más ilustres.
 
Bartolomé ingresó en la orden franciscana, perteneciendo a la Provincia franciscana de Granada y, habiendo profesado y vistiendo la piel seráfica, ejerció como Lector: muy probablemente hiciera su noviciado en el convento de San Francisco de Martos, que se había fundado allá por el año 1573, parece que también cursó en la Universidad de Baeza y fue docente en la de Granada, ciudad en la que llegó a ocupar el cargo de Guardián del Convento de San Francisco de la Alhambra, convento fundado por los Reyes Católicos en cumplimiento del voto que Isabel y Fernando hicieron al Patriarca de Asís como agradecimiento por culminar la reconquista con la toma de Granada. Fray Bartolomé fue uno de los ocho religiosos a los que se les encargó el examen de los escritos de la concepcionista Venerable Madre María de Jesús de Ágreda, concluyendo estos que "nada contenía la obra contrario a la fe o buenas costumbres".
 
EN LA TRADICIÓN TEOLÓGICO-POLÍTICA HISPÁNICA: GLORIFICACIÓN DE SAN FERNANDO REY
 
Por su saber, el Rey Carlos II lo nombró Predicador suyo y su Consejero. El año 1671, fray Bartolomé García de Escañuela llegaría a uno de los puntos álgidos de su carrera, marcado con el sermón que predicó en la capilla del palacio real, en presencia del rey Carlos II y de la reina madre Mariana de Austria, allí se congregaba también lo más esclarecido de toda la Grandeza española. No podía escapársele a un hijo bien nacido del Santo Reino la ocasión de levantar jubilosamente su corazón en una oración encendida de fervor a nuestro libertador San Fernando Rey y, por ello, con motivo de la canonización de Fernando III el Santo, compuso "Trono de glorias, adornado de sabios", que llegó a imprimirse (como tantas otras oraciones fúnebres que pronunció). En "Trono de glorias, adornado de sabios", el P. Escañuela elabora una barroca alegoría alrededor del trono de Salomón. Sobre ese Trono de Salomón hay doce leones situados en las seis gradas, y sobre ellas coloca doce sentencias de sabios que se aplican al buen gobierno del Santo Rey cuya memoria se recuerda. El Trono de Salomón se suponía adornado sobre doce leones, cada uno de los cuales representaba a uno de los doce príncipes de las tribus de Israel: recordemos que los doce leones de la famosa "fuente de los leones" de la Alhambra representan esto mismo y a buen seguro recordaría el P. Escañuela para componer esta preciosa alegoría.
 
La traslación simbólica que empleó aquí fray Bartolomé consistía en identificar, en el trono de Fernando III, cada uno de esos doce leones como representante de cada uno de los príncipes grandes "que le sirven por Rey como vassallos, y le adoran por Santo como devotos". Se establecía así un nexo entre la Casa de David y la Casa de Habsburgo, que tenía una dilatada tradición en España. Lo que en Salomón es un trono para un "Rey hombre, asombro de la naturaleza", en San Fernando es "para un Rey Santo, portento de la gracia". En el discurso de su sermón está latente uno de los principales argumentarios que legitimaban la monarquía española como Imperio, al entenderse que el otrora pueblo elegido de Israel había dejado de ser la nación predilecta de Dios, tras la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo. Se entendía así que el Nuevo Israel (nación escogida por Dios para obrar la propagación del cristianismo) era España. Esto se basaba en una complicada teoría teológico-política que recurría a la exégesis bíblica (sobre todo de los libros proféticos) por la cual se asentaba que, tras haber caído en desgracia Israel, el Israel santo se había trasladado, para cumplir los designios de hegemonía imperial sobre el orbe: es la llamada "traslación de Jerusalén" que, según Nicolás de Lira y otros teólogos, se había producido con la venida de Santiago Apóstol a Hispania, cumpliendo así las profecías veterotestamentarias que incluso anticipaban la edad de los descubrimientos geográficos portugueses y españoles. Comentando las profecías del Antiguo Testamento un franciscano francés como Nicolás de Lira podía sentenciar: "En hebreo dice en Sefarad, esto es, en España, como dice Rabbí Salomón, lo cual fue cumplido por el apóstol Santiago y sus discípulos, que predicaron allí la verdadera fe y sometiron a las gentes"; este magnífico legado exegético sería articulado por teólogos españoles y portugueses que legitimaban el Imperio hispánico. El P. Escañuela pertenecía a esa tradición, incluso cuando la dinastía de los Austria llegaba a su fin. La "traslación de Jerusalén", uno de los lugares más fecundos para la Teología Política hispánica no implicaba, eso sí, confusión racial: España es el Nuevo Israel espiritual, pero es consciente de su estirpe visigoda. Resuena así en el P: Escañuela: "Siéntese, pues, en este Trono mi Santo; y pues pintado en traje de Godo, en Trono, y pompa de Santo se halla en sus antiguas imágenes, suba, corónese, descanse".
 
OBISPO EN AMÉRICA
 
Encumbrado por su fama de sabiduría y apreciado por Carlos II, este Rey (tan devoto y tan injustamente tratado por la historia, debido a su enfermiza condición) propone al P. Escañuela como Obispo de Puerto Rico y es preconizado como tal en Consistorio secreto del 6 de obrubre de 1670. Tomó posesión de esta sede episcopal el 25 de abril de 1671. Tras unos años en la sede de Puerto Rico, es designado para ocupar la sede episcopal de Guadiana (Nueva Vizcaya, México). En el jueves 4 de marzo de 1677 llegaba "en una de las tres fragatas de cacao de Caracas" Fray Bartolomé García de Escañuela, para tomar posesión del Obispado de Durango (este Obispado se llamó Guadiana por el nombre del valle en que estaba enclavado, habiendo sido erigida diócesis el año 1621). Se dice de él que predicaba con edificación de toda la feligresía, lo mismo virreyes que indios y que "se consagró a visitar y cuidar su extensa diócesis; de tal modo formó la disciplina eclesiástica, que sus sucesores nada la han cambiado, sino más bien siguieron sus huellas". En su labor episcopal redactó las "Constituciones para la Santa Iglesia de la Nueva Vizcaya" que serían aprobadas por el Consejo Supremo de Indias. También se ocupó de los panegíricos de Santa Rosa de Lima.
 
En 1677 fray Bartolomé nombró capellán vicario para la expedición a California de D. Isidro de Atondo y Antillon, pero los jesuitas le frustraron el propósito, reclamando el derecho de la evangelizacion para la Compañía de Jesús por cuestiones de jurisdicción.
 
El preclaro hijo de Escañuela falleció el 20 de noviembre de 1684 en su diócesis de Durango.

1 comentario:

  1. Tal y como prueba documentalmente Dña. Beatriz Pedrosa Casado, experta en genealogía y heráldica, en su trabajo " Fray Bartolomé García de Escañuela. El obispo que llegó del mar". Fray Bartolomé no nació en Escañuela sino en Archidona.

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