"Vista de la estación de Torredonjimeno y la Vía Verde"
Muchos
de los jóvenes tosirianos de hoy en día pasean con sus bicicletas de montaña
por la Vía Verde. Otros lo hacen a píe, dando un sencillo paseo en compañía de
su mascota o de algún familiar o amigo.
Los
menos jóvenes todavía recordamos las vías del tren. Las recordamos como venas
de acero que se extendían a lo largo de ese espacio en una y otra dirección. Algunos
incluso recordamos ver pasar el tren por Torredonjimeno, con su máquina de gasoil
y sus vagones de pasajeros siguiéndole a la zaga. De tarde en tarde, algún
gigantesco tren de mercancías pasaba por la localidad camino de Martos. 14
vagones, y hasta 44, llegó a contar en una ocasión éste que escribe, cuando de
mozalbete, acudía junto a los amigos a los alrededores de la estación o junto al
túnel que hay a pocos metros, camino de Torredelcampo.
Ver
pasar el tren dentro de ese túnel era una hazaña que casi todos los de mi edad
han hecho alguna vez. Supongo que era como un “rito de iniciación” un gesto de valor o algo parecido. Visto con
los años, no era más que una tontería. Una peligrosa tontería, habría que
matizar. Pero nada que no hayan hecho nuestros mayores e incluso superado.
Los
más ancianos recordarán no sólo ese tren, sino los muchos que paraban por la
localidad, y además los trenes que movía la fábrica de cemento, que como era
normal en esos años, estaba a pleno rendimiento y sus locomotoras movían
vagones llenos de sacos de cemento hacia la vía principal.
Todos
estos recuerdos no serían posibles si en el año 1852 no se hubiese iniciado los
trámites para solicitar que se trajese el tren a la provincia. Ese es el año en
el que las autoridades y personal político de la provincia se plantean el que
Jaén no esté ajena a las nuevas tecnologías, y por lo tanto se vertebre su fisonomía con los ferrocarriles.
Luego vendrán decretos y normativas y años en los que por una cosa y por otra,
todo quedará en agua de borrajas. En 1871, todavía no hay nada concreto, y la
vía que une Jaén con Martos, es todavía un sueño. Tendrá que llegar el año 1893 para que la
línea de tren esté concluida.
"Locomotora a vapor atravesando un viaducto"
Los
primeros viajes, en locomotoras de carbón, con un trazado sinuoso, vagones sin
mucha estabilidad y un sinfín de curvas a lo largo del recorrido, debieron ser un espectáculo sin igual para los
viajeros de entonces. Y máxime si tenemos en cuenta que los que hoy son puentes
de hierro, antes lo fueron de madera. Esos puentes servían para sortear los
numerosos vados que tiene el camino férreo que unía Jaén con Torredonjimeno.
Los viajeros que se atrevían a subir en ese trayecto, debían tener un corazón a
prueba de bombas si podían ver, sin bajarse de su asiento, como el convoy atravesaba lento e inseguro por esos endebles
maderos, suspendidos a decenas de metros de altura, y con un constante crujir
de sus maderas y los vientos ululando a su alrededor. Ver la locomotora con
todos sus vagones en ese sitio, debía ser un ejercicio no apto para cardíacos.
Un espectáculo que daría miedo, pues las crónicas cuentan que ese trayecto era
peligroso. Así lo refleja un diario de Cádiz, que el sábado 18 de marzo de 1893
escribía:
“El trazado general de la línea, es pésimo,
inseguro, con curvas increíbles. Los terraplenes, trincheras y desmontes se
suceden uno tras otro, y como el suelo es arcilloso y la compañía ha hecho las
obras sobre barato, resulta que viajar por la línea es un continuo sobresalto y
reclama la previa redacción de un testamento.
Sobre todo la
sección de Jaén a Martos constituye un verdadero camino al camposanto. El día
que menos se piense ocurrirá alguna catástrofe de primer orden.
Torre del Campo, Torredonjimeno
y Martos, presenciarán escenas de desolación si el gobierno no pone coto (como
no pondrá, seguramente), a los abusos de la Compañía. Esta sección por
humanidad, debe cerrarse al público, pues aun cuando sólo se usa de día, ofrece
peligros en todos sus puntos.
Los trenes cruzan
por él (los
puentes de madera, en concreto el que hay a la salida de Torredelcampo) a paso de carretilla de baldado; los
viajeros se apean y marchan junto al estribo, y cuando luego de salir de
aquella “Funeraria” toma el convoy alguna velocidad, al querer subir a sus
carruajes, hay mil sustos, caídas y riesgos. Creemos, en suma, que el gobierno
debe enviar ingenieros exigentes que digan si puede seguir, en conciencia, la
circulación de trenes, sobre todo en la sección de Jaén a Martos”
Comparado
con esto, lo que nosotros hacíamos de mozalbetes para demostrar nuestro valor,
(ver pasar el tren desde el túnel, colocar piedras o chapas de cerveza en la
vía del tren y demás) son minucias de aficionado. Eso si era valor…
Luis
Gómez
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