Fotografía de época del tosiriano Cristóbal Bonilla Cózar, (alias masónico) "Melgarejo". |
CRISTÓBAL BONILLA CÓZAR: UN TOSIRIANO ENTRE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA Y EL ESPIRITISMO ACTIVO
Por Manuel Fernández Espinosa
Una de las creencias más arraigadas en la humanidad es la de
la supervivencia del “alma” tras la muerte del cuerpo. Desde los más remotos
tiempos, las más variadas religiones han asumido que existe una vida de
ultratumba. En Egipto se empleaba, aproximadamente desde el año 1500 antes de
Cristo, el famoso “Libro de los muertos” a fin de servir de viático a las almas
de los difuntos y conducirlas a la otra vida, tras el juicio de Osiris. Tampoco
falta en la Grecia clásica testimonios de la creencia en la supervivencia del
alma: puede verse en Platón, pero en la “Odisea” de Homero nos encontramos
incluso con un episodio en que Ulises se comunica con las almas de algunos
muertos. Y esa es, en una versión moderna, la clave del espiritismo.
EL ESPIRITISMO Y SUS PELIGROS
El espiritismo supone que es posible la comunicación entre
vivos y muertos sirviéndose, por ejemplo, de “médiums” (personas que, por la
razón que sea, supuestamente pueden entrar en un estado de trance y servir de
canales para que los “espíritus” se pongan en contacto con los espiritistas).
El vocablo “espiritismo” fue acuñado por el francés Allan Kardec (1804-1869)
que publicó “El libro de los espíritus” en 1857. Por este libro y otros, Kardec
pasa por ser considerado el codificador del espiritismo, pero el espiritismo se
había propagado por América y Europa, formando toda una asociación
internacional organizada a manera de “iglesia”.
Ya a principios del siglo XX, el doctor Joseph Lapponi
publicaba en 1907 un libro con el título “L’Hypnotisme et le Spiritisme”. En
sus páginas, el eminente doctor era de los primeros que se anticipaba a
prevenir, a la luz de su experiencia clínica, contra las prácticas espiritistas
por el riesgo que suponen para el equilibrio psicológico de quienes participan
en ellas, con estas palabras: "El espiritismo presenta para la sociedad y
para el individuo todos los peligros, así como todas las consecuencias funestas
del hipnotismo; y presenta mil otros más deplorables todavía. En los individuos
que desempeñan el papel de médium, y en aquéllos que asisten a sus operaciones,
el espiritismo produce ya sea obnubilación o ya sea exaltación mórbida de las
facultades mentales; provoca las neurosis más graves, las más graves
neuropatías orgánicas” (El Hipnotismo y el Espiritismo, Joseph Lapponi, 1907).
Otro de los grandes desenmascaradores del espiritismo fue el
esoterista René Guénon que en su libro “El error espiritista” (1923) pone en
guardia contra las consecuencias nefastas de esta práctica, entre las que
destaca:
“Los peligros psíquicos no pueden separarse enteramente de
los peligros físicos, pero aparecen como mucho más constantes y más graves
todavía; recordamos aquí, una vez más, las obsesiones de carácter variado, las
ideas fijas, los impulsos criminales, las disociaciones y alteraciones de la
consciencia o de la memoria, las manías, la locura en todos sus grados (...) En
suma, todo eso tiende pura y simplemente a la desagregación de la
individualidad humana, y a veces la alcanza; las diferentes formas de
desequilibrio mental mismas no son en eso más que etapas o fases preliminares,
y por deplorables que sean ya, jamás se puede estar seguro de que no irán más
lejos” (“El error espiritista”, René Guénon, 1923).
Sin embargo, a pesar de todas las tragedias personales que
ha provocado esta práctica aberrante, condenada tanto por la medicina, los esoteristas
más serios como Guénon y por la misma Iglesia Católica, el espiritismo no sólo
se difundió, sino que revistió incluso un carácter político.
ESPIRITISMO: LA PSEUDO-RELIGION DEL PROGRESISMO REVOLUCIONARIO
En la segunda mitad del siglo XIX, el espiritismo ya se
había asentado de una manera más o menos clandestina en la sociedad española.
En 1855 estaba activa una Sociedad Espiritista en Cádiz. Y aunque el signo
progresista del espiritismo era algo internacional, en España el espiritismo
fue el sustituto religioso de grandes sectores del progresismo político de
izquierdas. No escapó ni una provincia española a la expansión de esta
pestilencial doctrina y práctica: aquí las logias masónicas sirvieron como
receptáculos de estas teorías y prácticas perniciosas. Nuestra provincia de
Jaén conoció la moda del espiritismo e incluso fue residencia y tierra natal de
espiritistas destacados.
DOCTRINARIOS ESPIRITISTAS EN ANDÚJAR
Aunque nacido en Cartagena el año 1837, Manuel Isidoro
Prudencio González Soriano viviría y moriría en la provincia de Jaén. En abril de 1858 fue nombrado telegrafista y
resultó destinado a Andújar para desempeñar su cometido profesional. Este
telegrafista se había iniciado en la filosofía krausista (que en la España del
siglo XIX era la moda filosófica a la que se adherían todos los hombres que se
consideraban progresistas. Fueron krausistas los que impulsaron la Institución
Libre de Enseñanza y la famosa Residencia de Estudiantes), pero González
Soriano, además de asumir el krausismo, se interesó y “estudió” el espiritismo
publicando en 1881 su libro “El espiritismo es la filosofía”. González Soriano
publicó más libros sobre su peculiar filosofía que quería ser una síntesis del
krausismo y el espiritismo. Entre los principios que González Soriano
identificaba como propios de su “krauso-espiritismo” se explicitaba el mito del
progreso infinito con estas palabras literales: “Evolucionismo universal de la
esencia para la realización del progreso, en pluralidad de mundos, de
sustancias y de seres” (“El espiritismo es la filosofía”, 1881). Este
pintoresco filósofo espiritista que vivió gran parte de su vida en Andújar
llegó a Subdirector de Segunda del Cuerpo de Telégrafos y falleció (o, como
gustan decir los de su secta espiritista, “desencarnó”) en Andújar el 2 de
noviembre de 1885.
A Torredonjimeno llegó el espiritismo y, como solía ocurrir,
se sirvió de los canales más progresistas de la entonces villa. En 1885 se
fundaba en Torredonjimeno la logia local “Unión Fraternal”, sujeta bajo las
consignas del Grande Oriente Nacional de España. Con antelación a su fundación,
en Torredonjimeno se había formado una primera célula masónica: el triángulo “Numa
Pompilio”. Entre los miembros de “Unión Fraternal” destacarían personajes de la
política local de aquel momento, casi todos vinculados a partidos republicanos.
Entre ellos cabe mencionar a Juan de Dios Carazo Cañada o Patricio Hernández
Serrano (cuya lápida funeraria descubrimos nosotros en el cementerio tosiriano
(véase mi artículo “La Masonería en Jaén: La logia Unión Fraternal de
Torredonjimeno”, en revista cultural ÓRDAGO nº 9, año 2005). Y un año antes de
la fundación de esta logia nacía en Torredonjimeno, el 4 de noviembre de 1884,
Cristóbal Bonilla Cózar.
EL CASO DE CRISTÓBAL BONILLA CÓZAR
Cristóbal Bonilla Cózar se colegió como abogado y por
razones todavía por descubrir abandonó la península y se estableció en las
Islas Canarias, perteneciendo en un primer momento al Partido Republicano
Federal de Las Palmas de Gran Canaria, formando parte de su Junta Directiva.
Ocupó cargos públicos, como concejal (de 1913 a 1915) del Ayuntamiento de Las
Palmas por ese mismo partido. Por aquellos tiempos, ya establecido en Canarias
y bajo la dirección del líder federalista José Franchy y Roca (1871-1944), el
tosiriano Cristóbal Bonilla Cózar destacó como uno de los protagonistas de los
motines “anticonsumo” que se organizaron en Las Palmas de Gran Canaria. Más
tarde, Bonilla Cózar ingresó a la masonería, corriendo el año 1924 y adoptando
el “nombre iniciático” (alias) de “Melgarejo”. Perteneció a la logia “Andamana”
de Las Palmas y en la sociedad secreta ascendió al Grado 30. Nuestro paisano Cristóbal
Bonilla Cózar, como muchos otros federalistas de la época (a la cabeza de los
cuales estaba el histórico Franchy y Roca), se convertiría al socialismo,
pasando a militar en la UGT y en la Agrupación Socialista del Partido
Socialista Obrero Español.
Su profesión como procurador y sus cargos los alternaba con
la literatura, colaborando en los periódicos insulares de las organizaciones
políticas y sindicales en las que militó, pero también publicando en 1930 el
drama en tres actos “La justicia histórica”. Pero su militancia masónica no se
ceñía a los tejemanejes propios de la política, como es lo más común entre los
masones, sino que podemos aseverar que el hermano “Melgarejo” (Cristóbal Bonilla
Cózar) perteneció al “plano interior” de la asociación ocultista, pues pocos
masones se ocupaban de explorar los campos del ocultismo y, en concreto, del espiritismo
y la teosofía. Esto puede desprenderse de su libro, aparecido el año 1928, y
que ostenta el luengo título de: “Los amigos del Más Allá. Novísima Doctrina.
El Ser por su sólo impulso, llega al Infinito. Revelación de los Ángeles
Aleluyas al Arcano Manuel Hernández Quesada y Hermano Mayor del Mayor por
escritura autográfica”. Como se deduce de título tan generoso, la técnica
espiritista que parece haber empleado el hermano “Melgarejo” es la “escritura
automática”, puesta en boga por esos mismos años por algunos artistas surrealistas
que tanta afinidad tenían por las ciencias ocultas como el espiritismo, el
tarot y otras prácticas reprobables. Uno quisiera saber lo que son los "Ángeles Aleluyas"... Pero vaya usted a saber lo que serán esas entidades producto de los delirios psiquiátricos del espiritismo.
Cristóbal Bonilla Cózar regresó a la península, instalándose
en Madrid y viéndose obligado a exiliarse tras el desenlace de la guerra civil.
Falleció el 10 de noviembre de 1945 en Oradour sur Glane (Haute Vienne,
Francia)..
BIBLIOGRAFÍA:
“Historia de las sociedades secretas. Movimientos
iniciáticos, sectas y órdenes espiritualistas”, Ramiro A. Calle.
“El hipnotismo y el espiritismo”, Doctor Joseph Lapponi.
“El error espiritista”, René Guénon.
“Motines insulares”, Agustín Millares Cantero.
“José Franchy y Roca: 1871-1944”, Jesús Felipe Redondo.
“Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936), vol.
2, Manuel de Paz Sánchez.
“La Masonería en Jaén: La logia Unión Fraternal de
Torredonjimeno” Manuel Fernández Espinosa, Revista Cultural ÓRDAGO, nº 9, año 2005.
Cristóbal Bonilla Cózar, FUNDACIÓN PABLO IGLESIAS.
Manuel González Soriano (1837-1885). Proyecto Filosofía en Español.
Manuel González Soriano (1837-1885). Proyecto Filosofía en Español.
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