"Vista de Porcuna años 70"
El intento de robo del sacerdote de Porcuna D. Francisco
Ruiz Lindes en 1894 según la prensa decimonónica.
Luis Gómez
En la
vecina Porcuna, a finales del siglo XIX, se vivían las mismas situaciones que
en el resto de pueblos de la provincia.
Se
trabajaba honradamente para ganarse el pan de cada día. Empresarios y
hacendados cuidaban de sus haciendas y negocios. Se reclutaba mano de obra para
las faenas agrícolas. La gente vivía de manera más o menos apacible, intentaba
salir adelante con el sudor de su trabajo y con su esfuerzo.
La gente
acudía a la iglesia y se concitaba en los mismos sitios de siempre para verse y
hacer tratos o simplemente charlas sobre política, trabajo o para hablar sobre
el torero de moda y su valía ya que unos serían de “Espartero” (que moriría ese mismo año de 1894) y otros de “Guerrita” (del que por negarse a torear
un toro, el “Coronao” se llegaría a
decir aquello de “¿Qué es lo que tiene
Guerrita? –Mucho miedo y mucha guita”).
"Retrato del Alcalde D. Luis Aguilera y Coca"
Es en
esos días de febrero de 1894 y siendo alcalde de Porcuna D. Luis de Aguilera y
Coca, hubo la intención de realizar un robo al párroco de dicha localidad, a la
sazón D. Franisco Ruiz Lindes. El intento de extorsión y robo quedó reflejado
en la prensa decimonónica de esta manera:
“También en Porcuna han pretendido robar al
cura párroco D. Francisco Ruiz Lindes. Parece que hace unos días recibió una
carta, y en ella se le exigía, bajo amenazas de muerte, que depositase 1.000
pesetas en el sitio Cruz de los Castillejos, de doce á una de la noche. Claro
es que en la carta no faltaba las consabidas prevenciones del sigilo ó ser
asesinado, en caso de avisar á las autoridades. Pero el Sr. Ruiz despreció
estas amenazas, confiando en que la Guardia Civil sabría evitar que se
cumplieran, capturando al autor ó autores del anónimo. Para dar con el autor,
adoptáronse las oportunas medidas, y á la hora marcada y sitio designado, se
hizo como que se colocaba el dinero. Los guardias destacáronse por los
alrededores. Serían las doce próximamente, cuando se observó que un sujeto se
dirigía hacia el lugar designado. Dejóse acercar, y cuando confiado iba á poner
mano en el depósito, fué sorprendido por los guardias, que no le dieron tiempo
á defenderse. El juez municipal ha instruido las oportunas diligencias, incautándose
del anónimo y de un revólver que se ocupó al detenido Francisco García. Es muy
elogiado este importante servicio prestado por la benemérita, que una vez más
ha respondido á los fines de su Instituto”. (Diario “La Época” Miércoles 14
de febrero de 1894)